Mi computadora está a la izquierda de la ventana de nuestro cuarto, enfrente de ella está la pared repleta de fotos y de un montón de dibujitos, a la derecha la cama y atrás la tele. No es mucho el espacio, los libros se superponen a los adornos, las películas, los juguetes, pero ese es mi lugar para escribir y sin todas esas cosas alrededor me sentiría terriblemente sola. Me gusta el pequeño mundo a mi alrededor y es por eso que siempre escribo directamente en mi computadora. Me encanta la luz de la mañana que entra, me encanta ver pasar los gorriones yendo para el nido y me encanta descansar la vista sobre los retratos que mi hija me hizo, los colores me ayudan a la hora de elegir las palabras que necesito. Siempre escribo de mañana, cuanto más temprano más me gusta, me hace acordar a las mañanas de mi infancia cuando mi padre nos llevaba tempranísimo a la escuela y todos los campesinos ya estaban en los campos. Por otra parte, no tengo otra opción ya que trabajo en las tardes y la noche me abruma.
Suelo tener un plan para escribir aunque a veces no esté tan segura de cómo quiero que se realice o de cual sería la mejor manera de llevarlo adelante. Escribo y luego el resto del trabajo lo hago en mis viajes en subte, en colectivo o mientras camino para llegar a lo de mis alumnos. En mis desplazamientos sigo pensando, a veces anoto cosas dispersas, otras veces son los textos que elijo para las clases de italiano los que me ayudan a encontrar una forma para llevar adelante mi plan. Es casi siempre viajando que se me ocurre como seguir, una vez que me siento en la compu ya empiezo y si veo que no funciona entonces me levanto y no escribo más, trato de volver a salir o me pongo a leer o, la opción más realista, me ocupo de las cosas de todos los días. No me da placer estar sentada viendo si se me ocurre como hacer el trabajo.
En general realizo investigaciones, aunque no sean demasiado ordenadas, busco lo primero que se me ocurre que se relaciona con el tema y luego escucho las sugerencias de mi entorno y voy a buscar. Pero muchas veces en las clases se presentan textos y lecturas en los que jamás hubiera pensado buscar y allí voy. Casi nunca termino de leer los textos que me parecen relacionados con mi libro, salteo, voy y vengo, busco como si se tratara de un diccionario. Me encantan los diccionarios, me gusta mucho saltar de un sinónimo a otro hasta que doy con la palabra que mejor me suena, aunque no la use.
Con las correcciones necesito casi siempre de otro, es el momento en que necesito que los demás intervengan. Escucho todo, anoto y luego reviso. A veces me cuesta despegarme de un comentario y necesito volver a leer el texto muchas veces, además de dejarlo descansar. Pero fundamentalmente corrijo a partir de las lecturas de otros y siempre hay alguien a quien le cedo la voz para ayudarme. Aunque necesito que sea alguien a quien admire (no importa de que ámbito venga). Ahora la instancia de la corrección me gusta y la disfruto, antes me sentía invadida pero luego aprendí que entre lo que te sugieren y el texto hay intersticios, lugares que me permiten volver a mi voz pero desde otro lugar, posiciones más oblicuas que es lindo buscar aunque lleve tiempo y uno se desgaste en discusiones sobre porqué una palabra o una construcción en vez que otra.
Escribir me encanta, adoro las palabras, como se ven escritas, como suenan y lo que dicen porque siempre dicen millones de cosas. Cuando era niña subrayaba los libros y luego transcribía lo subrayado en un cuaderno. Siempre había mucho que escribir así que casi no volvía a leer lo anterior, pero cuando me sentaba a leer me parecía poseer el cuaderno más maravilloso del mundo. Así que el escribir estuvo siempre cargado de magia, y la palabra de emoción. Igual no llegué a ello con facilidad. La universidad me ubicó en otro carril y durante un tiempo, los diarios, los cuadernos estuvieron relegados a una caja en el ropero. Terminar la facultad fue una liberación, reacomodar en mí lo leído fue un placer y conocer gente que escribía una salvación. La poesía apareció como la primera opción para reencontrar muchas maneras de ser y de haber sido, para jugar y reimaginar- reinterpretar la experiencia. Los poemas surgían y surgen de mis experiencias, de mis lecturas y de todo aquello que estaba y está en mi pequeño mundo. En el momento de escribirlos ellos son mi única realidad y me permiten jugar con el italiano recuperando sonidos e imágenes de mi infancia. Los poemas son un pequeña patria dentro de la cual me siento reconfortada, por lo menos hasta que están en mi computadora y son sólo para mí. Luego, como toda patria o casa paterna te expelen y resulta muy extraño reconocerse en ellos. Cuando los empiezo a corregir y los leo con otros, ya me siento otra vez extranjera, incapaz de manejar bien ya sea el español que el italiano, el ritmo y las construcciones, me siento como un albañil al que creyeron arquitecto, que se sabe en falta pero no se atreve a admitir su culpa, entonces reza en secreto para que nada se derrumbe y para que nadie lo acuse de estafador.
Suelo tener un plan para escribir aunque a veces no esté tan segura de cómo quiero que se realice o de cual sería la mejor manera de llevarlo adelante. Escribo y luego el resto del trabajo lo hago en mis viajes en subte, en colectivo o mientras camino para llegar a lo de mis alumnos. En mis desplazamientos sigo pensando, a veces anoto cosas dispersas, otras veces son los textos que elijo para las clases de italiano los que me ayudan a encontrar una forma para llevar adelante mi plan. Es casi siempre viajando que se me ocurre como seguir, una vez que me siento en la compu ya empiezo y si veo que no funciona entonces me levanto y no escribo más, trato de volver a salir o me pongo a leer o, la opción más realista, me ocupo de las cosas de todos los días. No me da placer estar sentada viendo si se me ocurre como hacer el trabajo.
En general realizo investigaciones, aunque no sean demasiado ordenadas, busco lo primero que se me ocurre que se relaciona con el tema y luego escucho las sugerencias de mi entorno y voy a buscar. Pero muchas veces en las clases se presentan textos y lecturas en los que jamás hubiera pensado buscar y allí voy. Casi nunca termino de leer los textos que me parecen relacionados con mi libro, salteo, voy y vengo, busco como si se tratara de un diccionario. Me encantan los diccionarios, me gusta mucho saltar de un sinónimo a otro hasta que doy con la palabra que mejor me suena, aunque no la use.
Con las correcciones necesito casi siempre de otro, es el momento en que necesito que los demás intervengan. Escucho todo, anoto y luego reviso. A veces me cuesta despegarme de un comentario y necesito volver a leer el texto muchas veces, además de dejarlo descansar. Pero fundamentalmente corrijo a partir de las lecturas de otros y siempre hay alguien a quien le cedo la voz para ayudarme. Aunque necesito que sea alguien a quien admire (no importa de que ámbito venga). Ahora la instancia de la corrección me gusta y la disfruto, antes me sentía invadida pero luego aprendí que entre lo que te sugieren y el texto hay intersticios, lugares que me permiten volver a mi voz pero desde otro lugar, posiciones más oblicuas que es lindo buscar aunque lleve tiempo y uno se desgaste en discusiones sobre porqué una palabra o una construcción en vez que otra.
Escribir me encanta, adoro las palabras, como se ven escritas, como suenan y lo que dicen porque siempre dicen millones de cosas. Cuando era niña subrayaba los libros y luego transcribía lo subrayado en un cuaderno. Siempre había mucho que escribir así que casi no volvía a leer lo anterior, pero cuando me sentaba a leer me parecía poseer el cuaderno más maravilloso del mundo. Así que el escribir estuvo siempre cargado de magia, y la palabra de emoción. Igual no llegué a ello con facilidad. La universidad me ubicó en otro carril y durante un tiempo, los diarios, los cuadernos estuvieron relegados a una caja en el ropero. Terminar la facultad fue una liberación, reacomodar en mí lo leído fue un placer y conocer gente que escribía una salvación. La poesía apareció como la primera opción para reencontrar muchas maneras de ser y de haber sido, para jugar y reimaginar- reinterpretar la experiencia. Los poemas surgían y surgen de mis experiencias, de mis lecturas y de todo aquello que estaba y está en mi pequeño mundo. En el momento de escribirlos ellos son mi única realidad y me permiten jugar con el italiano recuperando sonidos e imágenes de mi infancia. Los poemas son un pequeña patria dentro de la cual me siento reconfortada, por lo menos hasta que están en mi computadora y son sólo para mí. Luego, como toda patria o casa paterna te expelen y resulta muy extraño reconocerse en ellos. Cuando los empiezo a corregir y los leo con otros, ya me siento otra vez extranjera, incapaz de manejar bien ya sea el español que el italiano, el ritmo y las construcciones, me siento como un albañil al que creyeron arquitecto, que se sabe en falta pero no se atreve a admitir su culpa, entonces reza en secreto para que nada se derrumbe y para que nadie lo acuse de estafador.
Poemas
I. La gran muralla
Florece en la adversidad
Viernes
Frankenstein primero:
hay dos monstruos allí
INCUESTIONABLE
el cuerpito emparchado
y él
El doctor
ilustre hijo de la ciencia.
El cuerpito zurcido
aprende el mundo desde un cobertizo ajado
niño indeseado
fagocita lo que oye
padre-madre-hijo-abuelito ciego
fuentes de su experiencia
una familia como T.V.
¡¡ Que desventaja nacer de grandes dimensiones!!
imposible provocar compasión y menos
todo arrugado por las costuras,
a mi sí
me gustan los gordos grandotes
me dan ganas
INMEDIATAS
de ayudarlos.
Pienso como
- Amor Verdadero
- amor no sexo
- dulzura y sexo
mejor.
Pero no resolví la cuestión de la compasión
los veo y
los abrazaría
a los tontitos también
no así a los paralíticos, los grandes,
los niños sí
a Ellos los amo a todos.
No, no,
vuelta atrás.
¿Las dimensiones son insuperables?
¿Idealizo?
¿Todos los gordos me dan lástima?
COMPLICACIONES INMINENTES.
Sentir lástima!
Dicho así me siento fascista
lo soy.
En algún lado llevo un gen
de un abuelo empleado bancario
amante de su camisita de color bien planchada.
Un Gen
no me gusta
muy actual, poco significante.
Digo:
cargo con claras informaciones Experienciales
Familiares, lo viví en cuerpo y alma
Example
Mónica gritándome -imbécil, la vacuna contra la varicela
NO EXISTE, qué le diste- pero- pero sos una retardada.
Oia, levanta la mano, esta vez zafé, será que tengo 32 años.
Ella ¿no siente lástima cuando me grita enfurecida?
Si, creo que es mi falta lo que la enfurece
'Lástima y Violencia"
la enfurece porque "parezco normal"
PRECISIONES
no tengo discapacidades físicas ni mentales claramente individuables
lo otro
- Dios sabe
- Dios tiene un plan
- Es un llamado a nuestro ego
Pero ¿y yo en todo esto y
el sentir lástima?
Burgués, es un sentimiento Burgués
como la caridad, no conduce.
(Para eso me tengo a mí misma y me sobro).
Los campesinos por Frankenstein
nada de lástima
la soledad, el abandono, el padre ausente,
nada de correcciones políticas.
miedo
Miedo y Rabia
agarrátela con el doctorcito
no con nuestros hijos
¡fuera!
Me gustó esa escena de la película:
El campesino desaliñado
cara de facineroso
aparece
a paso no rápido pero movidito
con la nena en brazos
Ella, re buena actriz, bambolea su cabecita
y sus piernas, se ve un brazo, el movimiento
como esos perritos de autos que parecen decir
si bueno, voy a, soy un, me gusta sí, sí, me gusta ...
Sábado
Florece en la adversidad
Viernes
Frankenstein primero:
hay dos monstruos allí
INCUESTIONABLE
el cuerpito emparchado
y él
El doctor
ilustre hijo de la ciencia.
El cuerpito zurcido
aprende el mundo desde un cobertizo ajado
niño indeseado
fagocita lo que oye
padre-madre-hijo-abuelito ciego
fuentes de su experiencia
una familia como T.V.
¡¡ Que desventaja nacer de grandes dimensiones!!
imposible provocar compasión y menos
todo arrugado por las costuras,
a mi sí
me gustan los gordos grandotes
me dan ganas
INMEDIATAS
de ayudarlos.
Pienso como
- Amor Verdadero
- amor no sexo
- dulzura y sexo
mejor.
Pero no resolví la cuestión de la compasión
los veo y
los abrazaría
a los tontitos también
no así a los paralíticos, los grandes,
los niños sí
a Ellos los amo a todos.
No, no,
vuelta atrás.
¿Las dimensiones son insuperables?
¿Idealizo?
¿Todos los gordos me dan lástima?
COMPLICACIONES INMINENTES.
Sentir lástima!
Dicho así me siento fascista
lo soy.
En algún lado llevo un gen
de un abuelo empleado bancario
amante de su camisita de color bien planchada.
Un Gen
no me gusta
muy actual, poco significante.
Digo:
cargo con claras informaciones Experienciales
Familiares, lo viví en cuerpo y alma
Example
Mónica gritándome -imbécil, la vacuna contra la varicela
NO EXISTE, qué le diste- pero- pero sos una retardada.
Oia, levanta la mano, esta vez zafé, será que tengo 32 años.
Ella ¿no siente lástima cuando me grita enfurecida?
Si, creo que es mi falta lo que la enfurece
'Lástima y Violencia"
la enfurece porque "parezco normal"
PRECISIONES
no tengo discapacidades físicas ni mentales claramente individuables
lo otro
- Dios sabe
- Dios tiene un plan
- Es un llamado a nuestro ego
Pero ¿y yo en todo esto y
el sentir lástima?
Burgués, es un sentimiento Burgués
como la caridad, no conduce.
(Para eso me tengo a mí misma y me sobro).
Los campesinos por Frankenstein
nada de lástima
la soledad, el abandono, el padre ausente,
nada de correcciones políticas.
miedo
Miedo y Rabia
agarrátela con el doctorcito
no con nuestros hijos
¡fuera!
Me gustó esa escena de la película:
El campesino desaliñado
cara de facineroso
aparece
a paso no rápido pero movidito
con la nena en brazos
Ella, re buena actriz, bambolea su cabecita
y sus piernas, se ve un brazo, el movimiento
como esos perritos de autos que parecen decir
si bueno, voy a, soy un, me gusta sí, sí, me gusta ...
Sábado
Retomo.
Elementos monstruosos:
Las dimensiones (el cuerpo deforme)
Las cicatrices (la subversión de la estética)
La torpeza (el mal manejo de las normas)
pero monstruo no se es desde siempre
(aunque el grandote nació monstruo
quizás ahora el pobrecito encontraría una institución donde recluirse y ser amado.
Pública, debería.
¿Quiénes serán los huéspedes de la Casa de Ronald MacDonald?)
Estoy tentada
pero no voy a pasar al monstruo "moderno"
no quiero entorpecer y confundir
silogismo tras silogismo
llegaré.
El Doc., es monstruoso,
OBVIO.
Niño mimado, bien mimado,
estimulado por demás
miembro de una familia sin moral religiosa
seguro habló temprano y
zas
le pusieron el mundo a su disposición
nada de piñas ni de
si hablás te tiro por la ventana
no,
seguro amo y señor del hogar familiar.
Hacen lo que el niño dice
debilidad- admiración o convicción
una cena en casa
oh, exasperación total del invitado,
si no me voy lo mato
o
termino diciéndole a mi amiga que
hasta mañana,
ciao Víctor, que lindos rulos tenés.
La madre sabe
en general saben
pero es más el orgullo
que la vergüenza
orgullo: te muestran su labor
no sólo
se muestran bajo otro aspecto
¿Cuál?
Reposo
como madre necesito meditar
mi analista recién llega mañana.
(…)
IX
El gusano luminoso que vive en nueva Zelanda, desliza por unas finísimas hebras una al lado de la otra una baba. La deja a distancias regulares, son gotitas y brillan como diamantes guardados en un oscuro cofre azul. Las hebras todas juntas y llenas de gotitas cuelgan del techo de una cueva, si entrara un poquito de viento las movería como esas cortinas chinas que venden en Belgrano. Quizás producirían una suave música de cuna. Las mariposas entran atraídas por el brillo de este rocío, vuelan hacia ellas y allí se quedan pegadas. Entonces el gusano baja por la hebra, se desliza sobre sus propias gotas pegajosas y se las come. Me gusta esta mezcla de belleza y repugnancia.
X.
Torino, 2002. Joven madre presa por matar a su beba de 2 meses. Declara sollozando que fue un accidente, se le cayó luego de tomar la teta. La niña tenía la cabeza arañada y en su cuerpo ningún rastro de leche desde horas y horas.
En la tele saltan sus lágrimas, salpican hasta esta latitud infinita, el amor de una madre, del amor de una madre no se desconfía. Acido nítrico, me dejan unas manchas moradas y humeantes, no hay caso el agua no arregla el dolor. Sebas me pregunta cómo me hice eso.
En la tele saltan sus lágrimas, salpican hasta esta latitud infinita, el amor de una madre, del amor de una madre no se desconfía. Acido nítrico, me dejan unas manchas moradas y humeantes, no hay caso el agua no arregla el dolor. Sebas me pregunta cómo me hice eso.
De, Monsteric
Vanna Andreini
Nací el 7 de abril de 1970 en Padova pero toda mi infancia y preadolescencia la pasé en Grosseto y en Marina di Grosseto en Italia. Luego llegamos a la Argentina. Estudié letras en la UBA. Publiqué mi primer libro Bruciate/Quemadas en 1999 con la editorial Siesta, luego en el 2003 publiqué Furias en Belleza y Felicidad. Ese mismo año obtuve el subsidio a la creación de la Fundación Antorchas y pude publicar Monsterinc con la editorial Vox. Obtuve dos becas de la Fundación Antorchas una para hacer un taller de poesía y otra para un taller de experimentación escénica. Ahora estoy trabajando con Delfina Muschietti en la realización de mi proyecto de doctorado sobre las primeras poesías en friulano de Pier Paolo Pasolini.
Vanna,
ResponderBorrarme encantó leer tu procedimiento, me identifico con muchos de tus rituales a la hora de esribir. Es emocionante el amor que ponés en la escritura, un beso
Flor Fragasso
Hola Vanna,
ResponderBorrarEs emocionante volver a saber de vos, conociendo tus proyectos y tus hermosas obras.
Pensar que hace 20 años, estabamos terminando la secundaria y no sabiamos que nos deparaba la vida.
Me encantaría que nos acompañaras al 20 Aniversario Egresadas Stella Maris, que organizamos para el viernes 7/12 a partir de las 21hs en el restaurant Villa Robla de Gascón 101 de Mar del Plata.
Cuando quieras comunicate conmigo por email.
Muchos cariños, María Carolina Lago