miércoles, julio 04, 2007

MIGUEL GAYA

Con el tiempo, y salvo contadas ocasiones, he terminado escribiendo en la computadora. Si acaso existen apuntes, son apenas el punto de arranque. Dos o tres versos introductorios que generalmente quedan como salen. Durante mucho tiempo escribí en forma manuscrita y haciendo las correcciones en el papel. Pasaba a máquina los poemas sólo al estar medianamente trabajados, y sobre esa versión hacía la última revisión. Esto, más que de un método, habla de mi edad y de la tecnología disponible.
Con la computadora varió notablemente el sistema. Las correcciones son mayores, las versiones pueden multiplicarse. Diría que ahora lo que trato de evitar es justamente esa “arborescencia”, ya que sólo me doy por satisfecho cuando encuentro la mejor forma que puede asumir el poema. Aunque Daniel Freidemberg, por caso, hizo de esa arborescencia o proliferación de versiones una virtud (ver su último libro).
En mi caso, trabajar sobre computadora me facilita mucho más la tarea de corrección, hasta poder ajustar el ritmo, la palabra y la “desembocadura natural” del poema.
Detesto trabajar con ruido, la música me distrae. Pero el proceso de escritura, cuando funciona, me aísla de cualquier otra percepción. No es “inspiración”, sino apenas concentración y trabajo. Obviamente, he dejado de fumar y de beber al escribir, y desconfío de sus supuestas ventajas facilitadoras. No es que estando sobrio las evite, pero bebiendo he escrito estupideces notorias.
El método de trabajo para cada libro fue muy diferente. En principio tenía dos o tres bloques de poemas con ciertas afinidades difusas, que luego reuní en un par de libros, más por cercanía cronológica que por otra cosa, o al menos así me lo parece ahora. A partir de “Colección Robin Hood” los núcleos temáticos fueron más específicos, aunque no me limito en la forma de resolver los poemas individuales. En este caso, rumiaba poemas sobre los títulos de la vieja colección, pero me dejaba llevar por cada uno de ellos para donde fueran. Lo mismo me pasó con el del Tigre, Siluetas en la corriente del río, por más que fue mucho más abierto que en Los poetas salvajes. En este último caso, traté de trabajar sobre ciertas imágenes previas acerca de poetas que venero. No es que las imágenes fueran “reales” o biográficas, al contrario, son todas “inventadas”. Y digo reales e inventadas con todas las limitaciones del caso, ya que todas las imágenes que podemos tener de los poetas que leemos pueden ser definidas con ambas palabras simultáneamente.
El libro que estoy trabajando no sé muy bien de qué va. Digamos, con mucha liviandad, que son esbozos de acercamientos a diversas cuestiones que me preocupan. Por ahora, noto más la presencia de un “yo” lírico que en los otros libros, y a ciencia cierta no sé si eso resultará relevante o no.
Por supuesto, en mi caso al menos, no leo nada vinculado con lo que estoy escribiendo, ni me interesa mayormente dar cuenta de ningún “dato real”. Trabajo deliberadamente con los sedimentos que las experiencias (de los viajes, de los libros, de los poetas) han ido dejando. Con eso debería bastar.
Siempre dejo descansar los textos. Tal vez mejor sería decir “airear”, en el sentido del proceso que le puede dar la levadura al pan. El poema reposado es como los buenos vinos. Pero también la relectura te permite ver cosas que la primera versión (o el primer entusiasmo) te oculta. En general, errores, imprecisiones, repeticiones, desviaciones (de ritmo, de palabras, de conceptos). El proceso de corrección casi constituye un proceso de limpieza o desmalezamiento. Rara vez imprime un ritmo o un derrotero diferente al poema. Es más, cuando el poema permite que uno después le entre demasiado, es que hay que abandonarlo. En ese sentido, los poemas no tienen la elasticidad de otros textos, a los que uno puede rearmar o redireccionar a su antojo. Una vez dada determinada dirección, esta se empecina en mantenerse. Y si uno no la encuentra o no le gusta, bueno, mejor olvidarlo.
Mi vínculo con la poesía nunca fue apacible. O para ser exactos, el vínculo de la poesía con mi vida no ha sido pacífico. Pero, después de haberle dedicado mucho esfuerzo a la prosa estamos, con la poesía, y hasta donde se puede, bastante reconciliados.
La poesía viene. Y además cuando se le da la gana. Lo máximo a lo que se puede aspirar es a tener una vida árida para que no nos visite tan a menudo, y ni siquiera eso te salva. Llega en forma de música, sin demasiada precisión, y trata de ir encarnando en algunas palabras. Eso, si hay suerte, se corporiza en un par de versos iniciales a los que uno debe escuchar, y acatar. En lo posible, de inmediato. Es común que, si cometemos el error de intentar recordar sólo las palabras, para cuando más tarde las escribimos ya estén muertas, y adiós. Así que lo único sensato es abandonar todo y ponerse a escribir en la computadora que se tenga a mano o del modo que cuadre, y que salga una primera versión. Para retomar más tarde y constatar si uno ha logrado formar parte circunstancial de eso que, a veces, puede llamarse poesía.


Poemas


Un poeta es un hombre como cualquiera
Pero no cualquier hombre es un poeta

Raúl González Tuñón

Este libro está dedicado a la memoria de Álvaro Colombo, nacido en 1954 y detenido-desaparecido en 1976 por la dictadura militar. Por la pasión de hacer mejor el mundo que iluminó su vida.


uno

EN 1968 JACK KEROUAC PAGA A UNA PROSTITUTA EN LISBOA PARA QUE LO MIRE DURANTE UNA HORA A LOS OJOS

Destellos
Astillas/relámpagos
de la
profundidad de los
ojos
de Jack
El estúpido
tonto
ajeno al pueblo de
Portugal

Se necesita
santidad
para mirarlo
dos minutos//
Qué clase
de monstruo pide
una hora?
/Cómo se paga
eso?

Qué clase de poesía
es esta que
se hace de mostrar
la llaga
el muñón alcohólico
/ de punto ciego
del ojo?

En la aceitada retina
bajan en la nieve
cuervos de Lowell


Ay! los puños
de pendencieros de bar
Saltan al que mira
Jesús!/ Asusta
este dolor

Y mira
la ventisca de mi soledad
El secreto cóncavo de la ampolla
de mi dolor
puesto en mis venas del globo
que miras

Cuervos de Lowell
mi cerebro/ agarrotado/ da saltos
en la nieve
de mi ojo
Esta voz
cascada /en la lengua
del whiskey
Cómo hace
para sostener en su palma
mi mirada?
Como un tiro a
sus ojos
(Y ya
pasa el tiempo
eterno
en su desolación)

Salva la voz!
Salva esta voz
abriéndose /en la niebla
de Big Sur
Como un jirón de ese canto
estrellado
en el continente
/Qué costa es ésta
Cuáles olas golpean
tan lejanas del
océano de Big Sur?

Ay! Cuáles cantos traen
esas olas
que no mojan como/
en playas de Oporto
sino
taladran/
las rocas de otro
continente/
Se elevan como/
niebla ahora/ hacia el espacio
dejándolo tan
aterido
en la costa
atómica /
de allá?
Siente el
susurro de
las hojas en
lo más profundo de
el cañón llama
do Big
Sur.
soy
esa
voz
ajada
rotando
ingrávida en
mi cerebro
endureciéndose
de frío en
Big Sur.
California!

Oporto es
la lengua que lame
un dorado oscuro sol
una estrella quieta sola
unos ojos pestañas cobijo
unos pechos dirigidos a tus ojos
Ay!
Es soledad
tuya


Mírame soy
el que tiembla en tierra extraña
el que tiene las manos que tiemblan
como arañas capaces de morderme
con palabras que se alteran en mi lengua
con culebras que penetran
en la oscura órbita
del que ayer
miró

Yo
no soy
tu madre
para sostenerte
Yo no
te puedo sostener

Soy la tierra
ajena
La soledad
del amor
si
lo deseas

Mis ojos
Mis
antiguos ojos
Quiero que me los des
Quiero
caminar con
mis ojos
que
como peces volaron
a tu mirada
y allí se quedaron
mecidos en tus pechos de puta
Devuélvemelos!

Yo
no soy
tu madre
Mis pechos no dan
esa leche
Dan
otra mirada
para caminar
Mírame enroscado
en mi dolor!
atornillado eterno en
la madeja de las nieblas
de mi madre
Que
como el Pacífico
como
el viento del frío
del Pacífico
embate mis heladas
lenguas
del dolor
Ya no puedo salir
de mí
Mírame


Si al mirar
caminas
Si al mirar
sales
la poesía soy yo
Una mujer
que entrega

quién ve?



dos

EN 1956 ALLEN GINSBERG VISITA LAS RUINAS MAYAS DE LA PENÍNSULA DE YUCATÁN DONDE SUFRE UN ATAQUE DE VÉRTIGO

Cuerpo de Dios!
Allen Ginsberg arrastra
el cuerpo de Dios
jadeante
en la selva
de Yucatán
Y la lengua de Dios
no habla
en la boca negra
de los ángeles papagayos
de Yucatán - Los ángeles multicolores
del Reino de Yucatán

Su Jadeo
atruena
en el bosque cerrado
de Yucatán.

Arrastra
el cuerpo
del dios
de Israel
La Ira. del Dios. de Israel. Asciende
las
escalinatas
de Yucatán
comidas
por las lluvias
por las lianas
por los monos
por los jaguares
de la noche.
de Yucatán

Y
suda
con el silencio
del cuerpo
del Dios
de Israel

Porque
qué olores da? (el Dios de Israel)
qué temblores
danzas
clamores da? (el Dios de Israel)

El cuerpo blanco
Rechoncho
ciudadano
de Ginsberg atraviesa ciego
nubes
espesas cargadas rampantes mojadas

y no lleva
relámpagos
no
resuena
con truenos
llamaradas
no estalla
su cuerpo cargado
del dios de israel

La humedad de la madera putrefacta
Los pantanos que hieden son
los puentes de plata
de los dioses de la espesura puestos

para el cuerpo de ginsberg - dios


Para que se vaya

julio '95



tres

EN NEW YORK UN DÍA DE OCTUBRE DE 1953 e.e. cummings PENETRA EN UNA HABITACIÓN, OLVIDANDO QUE SU MUJER LO AGUARDA EN OTRA

Ha buscado durante largas horas
un libro en la biblioteca
mientras el sol
se curvaba a través de la calle
y sus rayos abandonaban
con un torbellino diminuto y lento
la habitación
él se internaba en los libros
como en un delta
se abandonaba
como si de alas se tratase
como un batir imperceptible
que al mismo tiempo lo depositara
o suspendiera acaso
sobre haikus diversos
o el largo aliento de Walt Whitman
él hojeaba con
no ya la displicencia de quien transita
un aquietado jardín que se transforma en opaco para
sus ojos sino con
ese abandono que traen a la vista
esos árboles hindúes
que como en una trasmutación tal vez metafísica
convierten en un momento impreciso sus ramas colgantes
en raíces hundidas en la tierra
limosa así
(observen la dorada luz que se filtra entre esos árboles)
y su tronco se expande
se reproduce desde lo alto hacia los costados abarcando
mucho más que una vida sino más bien
una sucesión de árboles y personas
y esto
lo sabe cummings
y de las enormes distancias
que un hombre enjuto puede
atravesar solo en las polvorientas planicies del continente asiático
hasta
un día sin aviso ver ante sí el oscuro reverberar de una franja boscosa
y
se interna en la umbría
en la
oscura húmeda verde materia
para dar con sus huesos en el árbol del que hablé al comienzo
(observen la luz cayendo como líquido de lo alto)
y contemplar
la sucesión de árboles de ramas de raíces de personas
todas entrelazadas todas enmarañadas todas
en el instante en que
la voz de su mujer lo orienta y busca
en la chorreante luz del atardecer
los diminutos polvos orlando
su cabeza


The happiness is true

e.e.cummings
1/10/95



cuatro


EUGENIO MONTALE DESPIERTA EN SU LECHO EN SOTTORIPA, A LAS PUERTAS DE VENECIA, CIRCA 1939

Campos de Sottoripa!
Eugenio Montale es hombre pesado
de cuarenta y tres años
bolsas en los ojos
gesto duro
pelo grueso entrecano

Campos de Sottoripa!
Da la espalda al mar
a lo que muda
en la mañana
la ráfaga ondula
sobre las barcas
el olor marino trastorna
un pájaro en vuelo

Campos!
La tierra se detiene
en ese árbol
de espeso vino arrugado
las piedras la acequia
el campo arado
el amarillo del aire
estático

Montale se vuelve
hacia dentro

La brisa
que despeinó la cabeza
de un pájaro posado
tras los vidrios
muere también
Ya nada queda
de los motores que estaban puestos
en la madera de viejos barcos
y esa madera tampoco
ha permanecido
quieta

Sin brusquedad Montale vuelca
su cuerpo
hacia los campos
de Sottoripa

A quién amó?

Si pudiese
representarse él
después del terrible gesto de amar
de esa manera
en que todo lo que muda
se aquietó

Quiero decir
si él pudiese verse en el momento
de amar
lo efímero con
ese gesto de volverse hacia los campos

él hubiese sido
la tierra

Él sería
más que el olivo
o el canal seco donde el olivo
vuelca su quieta raíz
esa huella
el mineral de la huella en la tripa
de la tierra
tomado como aire
El aire
como mineral:
Eso es el amor
Abrasado

Campos de Sottoripa!
Tan cerca del mar
como si fueran
eso

Eugenio Montale en una casa
al filo
de volar
eterno "e l'inferno é certo"
e. montale

14/09/95


cinco


DURANTE EL INVIERNO DE 1953 GIUSSEPPE UNGARETTI Y SU MUJER, AMBOS YA MAYORES, SE DIRIGEN AL MERCADO DEL ÍSSOLO A HACER LAS COMPRAS

Seremos viejos
Seremos inútiles
Encender el hornillo de gas
preparar un almuerzo
nos dejará exhaustos

La calle
que conocemos en sus recodos/
en sus empedrados
nos aturdirá
como un golpe
Todo será farragoso
Los trámites
los cruces peatonales
las aceras

Sin embargo
insistirás en acudir conmigo
a las compras
Insistirás en bambolear la bolsa de las compras
junto a tu cuerpo
enorme
(Puedo ver tu boca cuando miras
los frutos)
los colores de las frutas y verduras
y ah! la pescadería/
Seguirás en secreto la conversación
de la panadera
con el mozo de los diarios/
paladéandola
(Puedo ver tus ojos/ que aún retienen
mi juventud desnuda)

Nada diferente
a tantos otros
viejos ya
o ya olvidados

Y sin embargo
Qué distinto es
cuando
de tarde en tarde peleas
con algo huidizo
o palabras
o aquello que a veces
no está perdido

Algo que es extraño
consigues
de todo eso
Yo elegí eso tuyo
Eso que me lleva a velar tu sueño
con algo peor que preguntas
Con respuestas
de tal fragilidad como aquello
que construyes
obstinado e inútil

Pero no sé
me digo
yo que miro tu sueño y cuido
ese lento respirar tuyo
que me ilumina a mí
no sé, digo, cómo se puede
ser humano así:
alguien que ha vivido
tan necesitado como
desatento excepto a
esa monstruosidad
de vivir/ para estirar ahora
con toda lentitud los dedos
hasta casi rozar
los finos labios con temor
y preguntar:
es ésto
/es ésto
el infinito
humano?

10/10/95




seis

DURANTE UNA CALUROSA SIESTA DE JUNIO DE 1997, EN UN HOTEL DE JERUSALEM, JUAN GELMAN SUEÑA CON EL CALL DE GIRONA, DONDE CONVERSA CON SU HIJO

Te he visto correr, hijo, acalorado
el jubón blanco como una enceguecedora nube
en el patio con lajas
Desde la galería sigo tus pasos y te deseo
agua fresca del pozo
donde Eleazar ha grabado en la piedra del fondo
Mi Dios es Yavéh, mi pueblo Israel
Y todo se ha llenado
de agua de lluvia
estos años.
De ella beberás.

Ahora caen las lluvias
en la Judería
las aguas ruedan
en los cielos bajos
con estruendo de guijarros
saltan y salpican entre las losas
de las empinadas calles
Hacia abajo
hacia los huertos
de los cristianos
junto al río. Ves el agua
cantar
en el patio? Las grandes hojas
chorrean
y se agitan
y son
las únicas plantas
que tenemos
Lo único vegetal
La sola tierra
que nos toca.
Vete a cerrar las ventanas
los postigos.
Enciendo el fuego del quinqué
para guiarte
al lecho
donde sueñas.

Mira por sobre las tejas de esta casa
donde todos habitamos
Mira el cielo, las nubes
la serranía
Un halcón vuela
Una paloma
una golondrina
Surcan el cielo
Mira el viento
Míralo con fijeza
Que no se detenga en tus manos

Este es el plato
la escudilla
La jarra con el agua
El pan
Esta es la mesa y éstos son los bancos
Los muros pelados
No hay imágenes
No hay espejos

Esto somos

Ya eres mozo
Esta mañana hemos ascendido
la empinada calle y luego
nos sentamos los dos
en el muro
Tu sombra y mi sombra
en el empedrado desparejo de la calle
entre los pastos de las junturas de las piedras
se tocaban
Y el viento movía los pastos
de las junturas donde crecen
Y nuestras sombras estaban
quietas
conversándose

Ahora eres pequeño
Caminas detrás mío
que llevo
una carga pesada
Puedes adelantarte?
Si yo me detuviera
y entregara
lo que llevo
Puedes salir al camino?
Es suficiente lo que doy?
Lo que me quedo
esperando
que me digan
si es suficiente?
Y te vas?
Pequeño
en el camino
Alejándote

Escucha:
Voy a decirte algo
del tiempo:
Que pasa
Como un agua es
como un agua
en silencio
Como si
no pudiera
hablarte
Porque pasas

Acechan
En el aire que trae
campanas
En el cielo que es de ellos
En los campos donde
no pasamos ni
podemos estar

Hijo
te veo correr
en nuestra casa
y más allá
Acechan

Corres
en un círculo

Estoy trabajando
con el cincel
Elijo
los materiales y levanto
la cabeza /para verte
y trabajo así:
qué lindus tus ojus/
il mirar di tus ojus más/

Quisiera
tu mano pequeña
en la mía
Una tregua

Estoy ahora
sentado al fresco de la galería
Miro las sombras
avanzar
Llegas hasta mí y apoyas el brazo
en mi muslo
Miramos serios
el caer del día

Eres alto
Tengo mis ojos
puestos en ti
Cuando miras más alto
que yo
Por el muro veo
un camino
abrirse paso
Fuera de mí

Puede caer
la noche
sobre todo
Sobre esta casa
Sobre
el pozo donde duermen
calladas
unas palabras escritas
y nadan
en la noche oscura
y perduran

Ahora
en el patio del call
te escucho
todu lu qui terra yaman
es tiempu/
todu tiempu
es avla/

Hijo
somos
más que un temblor de los labios
Somos
una palabra
calcinada


18/9/97


siete

EN EL OTOÑO DE 1964 JORGE LUIS BORGES VISITA AUSTIN, TEXAS, Y LE DICE A LA PRENSA QUE ESA CIUDAD ES “IDÉNTICA”A BUENOS AIRES

Qué fatigoso ser uno mismo
mucho tiempo
Yo que soy
el hombre invisible
para mí
me desalienta encontrar
el mismo equívoco
cada mañana
frente a quienes soy
desconocido
Es cansador que
a quien cambia así
sin dejar huellas
debamos darle siempre
el mismo nombre
habiendo tantos
en un universo compuesto
por infinitos nombres
y pocas cosas:
Un libro que es
una biblioteca
que es
un libro
que es
un reflejo
de una biblioteca
y así
hasta dar con un
tigre que es
reflejo
de una sombra
que es
espejo de
un hombre
que es
la sombra
de un nombre

Todo se lo creen
ellos
Todo escuchan
como niños:
Que una ciudad es igual a una ciudad
que es una ciudad que nunca es igual
Una ciudad cambia
según la luz
o el atardecer
o los hombres
en esa ciudad
haciendo todo por primera vez
creyendo que repiten algo
cuando cada instante de ellos es único
y cada uno es todos
repitiéndose

Me siento en la noche
y escucho
a los hombres

Qué júbilo
saberse perdido


24/9/97

ocho

LA PIERNA DE ARTHUR RIMBAUD ES TRANSPORTADA POR UNA ENFERMERA EN EL HOSPITAL DE LA CONCEPCIÓN, MARSELLA, FRANCIA, EL 27 DE MAYO DE 1891, PARA SER ARROJADA FUERA.

Como a un bebé
envuelta en sus humores
y las telas rojas
la pierna viaja
en brazos de la enfermera
por los pasillos
taconeados
por la eficiencia
con que ella
va a atravesar ahora
las puertas batientes
hacia la luz
Ah, ingrata!
Se fue de él
desgajada como si fuera
algo para acunar
en mano ajena
El propio pie se aparta
de lo que antes era
Del viaje de Roche a París
a la aventura atroz
del fuego que sube de
la planta del pie
al alma
De ahí se aparta
sin crujir pero partiendo
en dos el cuerpo
hecho para la unidad
“Como un martillazo”
dijo
que pulverizó la rodilla
como si fuera vidrio
La rodilla que gateó desnuda
en sábanas inglesas
en la desmesura de la noche
inglesa
ya no está
¿Y ahora qué
es?
¿Cuál es el territorio
de la poesía
perdido por propio pie?
“desecado” dice
los músculos y los nervios
retraídos como un rictus
resecados como seco está
el árbol o
lo que manaba del árbol
“desde el tobillo hasta
el músculo de la nalga incluído”
Ah, el deseo muerto resecado
de esa pierna ahora dura y morada
y sin embargo sangrante
todavía
¿qué moraba en esa sangre
desperdiciada por los suelos
qué
colores se fueron
de la poesía para siempre
junto a la enfermera
que la mece
enérgica
alejándose
blandiéndola como si fuera
el pago
al mundo
que ese hombre
negro
hace
para morirse
de una vez

23/07/00


nueve

EN EL OTOÑO DE 1977 GREGORY CORSO, QUE PASA POR UNA MALA RACHA, HACE UN PAR DE AMIGOS EN UN BAR DE BORRACHOS DE OAKERSVILLE, MONTANA, QUE CREEN CONVERSAR CON UN TÉCNICO FORESTAL DESEMPLEADO, Y JUNTOS PLANEAN IR A PESCAR AL ARROYO DEL INDIO MUERTO (DEAD INDIAN RIVER)


I. Entrando al asunto

Haciendo de cuenta que estamos conduciendo un auto
podemos entrar en el meollo de nuestras preocupaciones
si los pinos nevados que se inclinan sobre la carretera son
un buen vestigio de los buenos tiempos
Entonces, como entonces, sentimos que dominamos la fuerza
del motor que brama y truena a nuestro paso dejando
una estela de sonido como si hubiera sido hecho
para anunciar nuestra vida pasando rauda
Ah, bueno! llevaba el tiempo mentalmente del paso de los pinos
mientras hacía que manejaba un auto a 120 por hora
otra vez. Pero es preciso detenerse en el hecho
de que no conducía en absoluto esta vez. Sólo la carretera ante mí
como una gran boca abierta
y yo aceleraba y aceleraba en la nevada de un paso de montaña
Así llegué aquí
Conducido por un idiota
a un lugar del que no tenía idea.


II. Tenemos un problema y estamos solos en la noche

El neón, deberíamos prestarle atención al detalle
del neón, que en modo alguno definía el ambiente. Pero
hacia la medianoche todo lo que podía entenderse
dependía de cómo su luz daba en los dientes de los parroquianos.
Éramos todos animales y ya no estamos en edad para eso sin sentir
dolor de muelas del alma. Toda gente cariada esta noche
sin nada que hacer excepto mirar el vaso de cerveza en la barra.
La marca del vaso de cerveza en la barra como señal de identidad
de los cuerpos arrojados como resaca de la gran tormenta que sopla.

Sostiene él la conversación que habrá de tener derivaciones insospechadas
mientras dos hombres de camisa a cuadros lo sopesan con la mirada
algo turbia y risueña y él gesticula. Sólo estarse allí.
Tenerse en pie es una ayuda.
Mientras se escucha vociferar silenciosamente.
Silenciosamente
en silencio
religioso
sin atisbo alguno de misericordia para sí mismo
sin esperanza alguna.


III. No me dejes, muerte mía

Solamente dame
una oportunidad
Eso va cantando en la polvorienta calle de
No me dejes dame
una oportunidad
polvorienta como un tiro
entre los ojos
Así es esta canción callejera
que da cuenta de la necesidad
de darle
una oportunidad a todo aquel
que cante en la polvorienta
calle del disparo
entre los ojos
Como cuando los abrí
y estabas contemplando
la ventana
de un día de sol
en Wichita. Eso es lo que digo
alguien debería darme
una oportunidad
de caminar erguido
hacia donde estabas
dispuesta
Un beso es un arma es un beso es un arma es un beso
Nada que decir para adelante
Nada que agregar
al desastre
que siguió
al despertar
esa vez


IV. Haciendo de cuenta


Todos tenemos, esto es esencial, un alma única,
una casa, un perro, una manera de torcer la cabeza para prestar atención,
una manera de guiñar los ojos al entrar al asunto
que no se repite en el universo entero.
Cuando ya la mañana amenazaba con destruir todo
esto alcanzó a entender en el baño de hombres
mientras decidía afeitarse o lavarse la cara o tratar de
no orinarse encima.
Para salir de ahí con algo de dignidad.
Rumbo a un lugar donde, fíjénse qué curiosa situación, él sería
un ingeniero forestal cercano a la pulpa de papel sólo en teoría.
Ningún poema en su alma. Nada que decir de su alma.
Eso creía.


V. En el arroyo, la luz de la mañana

En el arroyo, la luz de la mañana flota en una orilla.
La otra todavía en sombras y los árboles aún oscuros.
Pocos sonidos aparte
del correr del agua.
Los silenciosos peces tal vez
alertas, sus ojos redondos
midiéndolo
en la corriente.
Entra en el agua, el sombrero en la cabeza saludado
por el sol.
Tiene una caña en las manos y
la hace oscilar.
¿Habrá de arrojarla? Es un serio problema
tomar la decisión correcta.
¿Podrá hacerlo esta vez?


25/02/01


diez


EL 17 DE JUNIO DE 1976 EN LA CIUDAD DE MENDOZA, ARGENTINA, EL POETA FRANCISCO URONDO, QUE FORMABA PARTE DE LA ORGANIZACIÓN POLÍTICO-MILITAR MONTONEROS, ES INTERCEPTADO POR FUERZAS DE LA DICTADURA CUANDO SE TRASLADABA A UN REFUGIO CLANDESTINO EN COMPAÑÍA DE SU HIJA ÁNGELA Y SU MUJER ALICIA RABOY.


Suponiendo que me hubiese equivocado
y que este gesto de envenenarme luego
de agotar las balas
junto al cadáver de mi mujer y
con mi hija de meses acurrucada a mis pies
para posible botín de los triunfantes
fuera
un gesto inútil.
Y suponiendo digo
que todo en lo que creí
y por lo que he arriesgado en justicia
vida y obra y sentido de la una para justificación de la otra
sea
de nulidad absoluta.
Que no fuéramos al fin llamados a ser
belleza y verdad y unidad humana
sino más bien
confirmación por víctimas de
rapiña humana y quebrantar de huesos
y que mi obra, o peor aún
mi vida entera
fueran juzgadas equivocación y desvarío
mañana nomás
cuando esta hija a la que ahora desprotejo
para adentrarme desnudo en la muerte
sea adulta y tal vez me juzgue con terrible vara
y ese veredicto de la historia de ese momento y en ese caso de ella misma
condenaran por vano
el gesto más alto que puedo
y todo navegara hacia el lugar donde se amontonan
mis huesos y el polvo y la indiferencia
de la historia de los hombres
¿qué será entonces de mis versos?
¿qué de la ligazón que polvorienta
va arrastrándose por siglos de dolores
y gestos y amores carnales y
altura de las almas
va dejando la poesía
desde el olvido y el desierto espinudo
hasta ahora nomás y hasta ahora
y hasta ahora?
¿cuando perduro?
¿Oyen mi voz
de hombre?

“Osar morir de vida”, me recordaba Lezama Lima que alguna vez dijo José Martí. Cuando se considera a la vida una propiedad privada, sólo el heroísmo, con su carga de posteridad o en el mejor de los casos, de búsqueda de inmortalidad, permite la osadía de ponerla en riesgo. Pero el sentido de la osadía que propone Martí no es individualista, sino que responde a una concepción ideológicamente más generosa. Porque la vida no es una propiedad privada, sino el producto del esfuerzo de muchos. Así, la muerte es algo que uno no solamente no define, que no sólo no define el enemigo ni el azar, que tampoco puede ponerse en juego por una determinación privada, ya que no se tiene derecho sobre ella: es el pueblo, una vez más, quien determina la suerte de la vida y de la muerte de sus hijos. Y la osadía de morir, de dar y, consecuentemente, ganar esa vida, es un derecho que debe obtenerse inexcusablemente.
Francisco "Paco" Urondo
¿Oyen mi voz
empecinada?
¿Es poesía?
¿Es humana?
¿es mía?


De, Los poetas salvajes (libro completo)



21/09/01

El Secreto

Todos guardamos un esqueleto
en el ropero
y cada mañana debemos enfrentar
su buen humor
y sus consejos desastrosos
sobre el arte de combinar corbatas.

Todos tenemos un esqueleto
colgado en el closet
y cada temporada
huye
y la familia corre tras él
para que de él no se sepa
y lo rescatamos en pánico
al borde del desastre
y en cada excursión pierde
un metatarso
el yunque y una pizca de su
credibilidad.

Todos guardamos un esqueleto
bajo siete llaves
y por las noches
sueña y se queja
y llora bajito
llenándonos de espanto
o melancolía.

19/11/05


El tiempo II

No quisiera interrumpir el ritmo de aquello que abunda ante nosotros
con la escritura de un grumo de sentido injertado en
en eso que un segundo se despliega
para intentar darle alcance
a lo que va
tan ciegamente.

No lo intentemos.
Somos apenas
tropiezos del aire
que se llaman hombre y duran
un suspiro de las cosas
también nombradas civilizaciones o estructuras
cuaternarias.

Así y todo una y otra vez
nos levantamos
y tratamos de frenar
y sufrimos de vértigo
y alzamos
los brazos al cielo y clamamos
porque lo que creemos que se va
nos maltrata.

Y sin embargo así
perduramos
como un leve aleteo
en las capas del aire
perfumado
de un tsunami.


31/12/05


La belleza

No he comprendido tu belleza ante mí.
No la he celebrado lo suficiente, ni agradecido
en el pasado.
Pero tampoco he sabido apreciarla
en su esplendor
ahora.
Tantos dones a los que creemos tener derecho.
Tantas mañanas luminosas o momentos en que tu serena
presencia me llena de gozo
y por las que antes, tan solo en mi imaginación
más esperanzada
daba gracias.
Pero, digo,
tal vez hasta pueda disculparme de esto.
No somos
sabios, no,
sólo por amar.
Somos avaros.
Y bebemos con ansiedad
de los dones recibidos
para apurar una copa
que no sabemos si otro habrá de llenar
algún día.
Y sin embargo.
Nada puede opacar tu belleza ante mí.
Ni el tiempo
Ni
el olvido
Ni
la corrosión del tiempo y del olvido
sobre la carne amada.
Nada de cuanto temes, y te hace
frágil e inestable,
ha conseguido doblegarte.
Nada de esto, con ser dolor, es nada
frente a ti
y ante ti
me detengo
y te celebro.
La belleza

La belleza no ha sido hecha para mí.
Sólo puedo percibir sus relámpagos.
Pero en un mundo construido
con tiempo
esas iluminaciones
además prueban
que el propio mundo puede destruirse
y construirse
a su ritmo.
La belleza entonces
pone sus tiempos
al tiempo del universo.
Sólo que
¿cómo llamar
a su espera?


18/01/07


La Calma


Alejado de mí
Fuera de mí
he dejado libros
sin leer
Como si fuera importante
al final del día
Libros apoyados con displicencia casi
al borde de una ventana
abierta a la calle

Ahora pongo los zapatos
en la gastada alfombra y miro
mis pies sobre la madera del piso

En esta casa nací
Y lentamente
el día
concluye


11/06/01


La enfermedad

En cuclillas dentro de mí
observo el espacio donde antes mi cuerpo
se movía
como dueño del aire.
Ajeno
me pregunto
cuánto se pierde con el dolor.
Cuánto se erosiona
en silencio.
Había un tiempo en que preguntar
era ocioso. Y ahora
cuánta premura
nos embarga.
¿Basta ya?¿Esto sigue, cesa?
Mejora, empeora, son signos
que se hacen
apenas con los ojos
sin que podamos aclarar
a que se refieren
del todo.
¿Y si fuera esto todo
lo que podemos esperar?
¿Si así fuera
perdiéndose el sueño
que tuvimos?
Humo que se eleva
de lo que fue ayer.
Se deshilacha
sin poder afirmar
lo que hemos sido.
Con extrañeza recorro
un territorio
apenas con los ojos
acuclillado.
Acá ya no estuve hoy.
Hoy me he retirado.
Esta medida no debería
ser una persona.


La Poesía

He tratado de penetrar en un poema esta mañana.
Un poema oscuro, indescifrable,
construido con parquedad y emoción
por un viejo poeta que no conozco.
No alcanzo a entender de qué habla
o, al menos,
lo que me dice.
Tal vez sea el idioma
en que fue concebido.
Tal vez el lenguaje
con que lo leo.
Y sin embargo el poema avanza hacia mí
con una lentitud solemne
que ilumina la niebla de su página.
No puedo dejar de mirarlo de frente
con los ojos abiertos
mientras me sumerjo en él.
Me gustaría a veces entrar de puntillas,
o mirarlo de soslayo
y descorrer las palabras que lo circundan.
Pero me pierdo una y otra vez
en su arboleda de voces.
Y me gusta perderme.
En su patria encuentro algo
que no sé
y no sé qué hacer
con lo que encuentro.
Y me lo quedo mirando
y algo danza dentro.

Tal vez finalmente hablemos
esta mañana
con este poeta
muerto hace años
en tierra extraña
de visita en casa
una vez más.

04/02/06

Inéditos


Miguel Gaya


Miguel Gaya nació en Ayacucho, Prov. de Buenos Aires, en 1953. Integró en 1979 el Grupo Onofrio de Poesía Descarnada junto con Javier Cófreces y Jonio González. Miembro del Comité Editorial de la revista de poesía La Danza del Ratón, desde su creación por los nombrados en 1981 hasta su transformación en Ediciones en Danza en 2001. Ha publicado los siguientes libros de poesía: La vida secreta de los escarabajos de la playa (Ediciones de la Claraboya, Bs. As. 1982); Levanta contra el viento la cabeza oscura (Ediciones de la Claraboya, Bs. As. 1983); Colección Robin Hood (Editorial Acme Agency, Bs. As. 1994); Siluetas en la corriente del río (Ediciones del Cronopio Azul, Bs. As. 2000) y Los Poetas Salvajes (Ediciones en Danza, Buenos Aires 2003). Sus poemas han aparecido en varias antologías y reseñas, entre ellas 65 poetas por la vida y la libertad (Abuelas de Plaza de Mayo, Bs. As. 1981), Nueva poesía argentina (Editorial Universidad de Belgrano, Bs. As. 1983), Antología Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (Editorial Universidad de Buenos Aires, Bs. As. 1985); Poesía durante la dictadura (Ed. Calle Abajo,1989); Poesía Argentina año 2000, Cuadernos del Instituto de Literatura Argentina "Ricardo Rojas", Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Su primera novela Contemplar ese animal sangriento fue finalista del Premio Novela de la Biblioteca Nacional, con un jurado integrado por David Viñas, Luis Gusmán y Martín Kohan, y será publicada durante el año 2008 en España. Ha publicado poemas y notas en Clarín, Página 12, Diario de Poesía y otros medios del país y el extranjero.

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