martes, agosto 21, 2007

MARÍA NEGRONI




No hay, para mí, ritos en torno a la escritura. Además los lugares, los modos, las circunstancias en que escribo han ido cambiando con el tiempo, como mi vida. Recuerdo que, cuando estaba “empezando”, escribía en bares. Después nacieron mis hijos, yo estudiaba y trabajaba, tuve que aprender a usar cada minuto. Cualquier sitio era bueno, cualquier hora, con tal de que pudiera estar sola, en silencio, sin interrupciones. En parte, tener que pelear por un lugar y un tiempo para escribir me hizo más obstinada, ahora se diría “trabajólica”. Me aferraba a la frase de Paul Celan: “Escribe pero nunca te separes del no” como si todo “no” fuera un acicate y, por ende, conviniera preservarlo. Un amigo me dijo una vez que yo respondía a los obstáculos con la “prepotencia del trabajo”. Lo tomé como un elogio. Hoy ya no pienso ni trabajo así. Soy más lenta. Espero que la escritura llegue, se me imponga. Esperar es dificilísimo. Implica tolerar la ceguera, saber que ciertos fracasos son imprescindibles, que los verdaderos poemas, los necesarios, se hacen solos como se hace sola la vida.
Podría decirse, también, que a cada libro (cada obsesión) le corresponde su forma y que uno escribe, en parte, para dar con esa forma y así calmar lo que no atina a entender (Pavese decía que, una vez que se encuentra esa forma, la obsesión empieza a morir). No se precisa mucho más (pero esto es ya muchísimo): la escritura va más rápido que nosotros, sabe cosas que nosotros ignoramos. En el interín, es curioso ver cómo la búsqueda funciona como imán. Pareciera, milagrosamente, que todo lo que nos rodea “viene a cuento” de lo que estamos escribiendo, todo “sirve”. Si a esto se le llama un plan, entonces sí, tengo un plan. Yo diría, más bien, que en el momento en que percibo que he empezado a escribir (que estoy ante algo que no puedo no escribir) me transformo en coleccionista. Una coleccionista de deseos ignorados, claro, pero atentísima, alerta, sobre todo, a aquello que se me escapa.
La corrección viene después y tiene sus propias reglas. Cuando corrijo, digamos, ya me he transformado en lectora. Nunca corrijo enseguida. El tiempo es fundamental. A veces, logra producir cosas inesperadas. Por ejemplo, cuando escribí “El sueño de Ursula”, tuve el manuscrito terminado en el suelo, literalmente, junto a mi escritorio, durante más de un año. Cada vez que pasaba por al lado, lo miraba. Cuando al final lo levanté y lo releí, pensé que alguien lo había corregido en lugar mío. Es raro de explicar pero así fue. Estaba listo y yo no lo sabía.
No tengo procedimientos de escritura tampoco. La poesía, me dijo una vez Juan Gelman, es la ceniza que cae del pucho. Hay que vivir, supongo. Prestar mucha atención (la vida es una tarea ardua y maravillosa). Y no olvidar que el lenguaje es uno de nuestros dones más paradójicos, porque eso mismo que nos limita a veces como una jaula puede, a condición de que se lo haga bailar y sufrir y emocionarse, revelar por un instante, efímero y eterno, lo que no puede decirse. Nada más importa. La poesía es una lucha contra las palabras y su fracaso es espléndido.


Poemas 



I


(intrada)



el otoño
hace cantar al amarillo

hoy es domingo llueve

está abierto
el jardín cerrado
de la palabra nunca

digamos
que un ruiseñor incierto
como reflejo oscuro de la nada
cruza el lenguaje

oiremos
si prestamos atención

si damos los besos que caen
adentro del asombro
cuando el asombro inventa
el contrapunto de su nombre
y se recuerda

te amo
llueve en la ciudad extranjera

nada—dijo el rabino de Praga
sino una flecha de agua
conduce al ruiseñor

digamos que el fracaso
lo hace cantar

que en la escritura esquiva
de lo humano
avanza un barco
enamorado del río
que lo pierde

vendrá tu cuerpo amor
y tendrá la ausencia

el Deseo—dijo el rabino de Praga
hace existir
la irrealidad de todo

no hay más recurso
contra la huella imperfecta
de las cosas
ni más inspiración que el infinito
proyecto de ser Nadie

está embarcada la noche

el amarillo
no ha dejado de soñar
navega en lo extranjero de sí mismo
atento a las miguitas que dejamos
como una luz privada
en el asombro
oscuro del poema

el arte es una fuga—dijo el rabino de Praga
hay que inventar lo que somos
cuando el otoño imanta
la palabra nunca
y entonces eso habla
como un agua virgen habla
como una música abierta
y nos enseña a morir



II

(icona temporata)



alguien llama
alguien esconde un fuego
en medio del bosque y llama

oh no
no es la Poesía

es apenas
la urgencia de esperar
eso que siempre estuvo allí
interminablemente escrito
bajo la sed que escribe

llueve en la ciudad sin nombre
la palabra cuerpo existe
¿de qué hablan los sueños un domingo?

alguien llama
alguien dice que no o que sí
o tal vez nada
y en esa nada hace existir
lo que sería

¿estoy allí?

no sé
no contesto

mi oscuridad desnuda
y no me reconozco

hay que seguir en el bosque
siempre no hubo más
que claros vacíos

miguitas
en la palabra noche
de la noche
como una luz serena
para esperar que llegues

está despierto el río
está encendida la infancia
entre la sombra y el vuelo

oh no
no es la Visión interior

ni siquiera es un barco
entre los rascacielos

es apenas
un animal más lento que el lenguaje
abocado
sólo a lo que es

quién me dará la música
quién me dará la mano
si ni siquiera estoy allí

una a una
mis flechas invisibles
se disparan

lentísimamente el fuego
reducido a aquello que será
y las hojas temblando
casi



III


(petite chronique)



nunca se sabrá
cómo la sombra
se tragó la luz
en un lugar tan pequeñito

nunca se sabe en un lugar así
si no es mejor
morir

no molestar a nadie
menos que nadie a Dios

no exageres
¿no querías acaso ser Nadja?
más o menos
siempre más o menos
te ordeno ser Nadja más o menos

la poesía
tiene que ver con eso
cómo encontrar
un caracol imperfecto

cuidado
la ambición
te puede causar
una úlcera

no es mucho
no es demasiado
el miedo siempre igual
a sí mismo

te ordeno que te calles
te ordeno que no busques
sino aquello
que no te alcanzaría

¿quién inventó la distancia?
¿quién dijo el otoño
renacerá siempre cada vez más rojo?

nunca se supo
jamás se sabrá con certeza
cómo en el pecho de esa prisión
avanzaban
dos niños viudos
dos novios huérfanos
más altos
que un territorio invadido

iban
como quien vuelve
mejor dicho volvían
sin tener idea
sin tener la más remota
idea
de la sombra

te ordeno que no tengas
una úlcera
sobre todo
si se parece a Nadja
en la prisión del sueño
de Breton qué miedo

a veces no es tan malo
a veces
te perdonan
el premio es una tumba
al lado de Mamá

nos sentimos honrados
¿por qué no?

ahora que hemos vuelto
con lo puesto
y avanzamos
por el reverso de la luz
más altos que Hansel y Gretel
más despavoridamente

ingratos




IV


(canon inversus)

la rosa es sin por qué

Angelus Silesius


una mujer espera
a la orilla del río
para decir lo que no sabe

y el río la ve y no la ve
y ella
en su desnuda inexperiencia
a punto de llegar a lo que busca
eso
que tal vez podría decir
pero no sabe
querer

ella canta

canta como dormirse
en el regazo del agua
que la escribe

como llamando
al río de su cuerpo
que calla de deseo
en la indecisa noche
que lo inspira

y así
en la medida de las cosas
espera
lo que ansiaría
preferir

un líquido temblor
una música incumplida
para saber qué dice
cuando dice
no saber

otoño en la ribera
abiertamente noche

no hay
más historia que ésta

una mujer que invade
la página nerviosa del deseo
como una muerte atenta
a lo que vive
dentro de ella

esa impaciencia
por ser lo que sería
si el corazón hablara
tranquilo en su orfandad

y el río la ve
y después no la ve

y ella
que ignora lo que supo
sin por qué
la inverosímil casa
de las cosas

ella canta
está cantando ahora
como emprender un vuelo
hacia sí misma

y el río se va
se va la pena escrita
llevándose su imagen
a las tierras del mar
donde ella todavía
no nació
y es ya una desinencia



VIII


(quodlibet)

ir volver
de un adónde a un adónde

Susana Thénon



es difícil aquí
no precisamente el Canto X
del Paraíso

¿y?
mucho mejor que irse
y después repetir
cada tanto
éramos había

a veces es tan raro
hay una máquina de guerra
per me si va tra la perduta gente

oh eso

juro que vomito
si escucho una vez más
todavía cantamos

no será para tanto
se trata de vivir ¿no?
hoy esto
mañana lo mismo
hay un jardín arrasado
abril mueve memorias
eso es todo

bueno
casi todo

a veces
también es hermoso
la partera canta
en el hogar del miedo

¿será posible?

más o menos
siempre más o menos
te ordeno que sueñes que sufras
que hagas el amor
más o menos

así es
domingo tras domingo
aquí o allá
la sombra al cuello
el inhallable
caracol

¿y después?

después nada

sin que nadie lo anuncie
un día cualquiera
aparece con vida
la palabra cuerpo

hay que ver cómo canta
la ciudad exiliada



XI

(pietà)



hay una música triste
como dádiva cierta

hay lo que puede ocurrir
porque ya ocurrió

excuse me—dijo la muerte
¿hablaba de mí?

¿yo señor?
sí señor
no señor
¿pues entonces de qué hablaba?

no sé
de una batalla sin oponentes
o tal vez
de la extranjera eternidad
que lo posee todo
porque no es nada

oh Sócrates

ocho millones de historias
en la ciudad desnuda
y yo
pensando en los caracoles

el bosque avanza
la noche de este cuerpo avanza
Dios lo sabe pero yo no

perdón—interrumpió el miedo
¿con quién hablo?

no estoy segura
está oscuro como siempre
en el poema

bah—dijo la muerte
qué más da
más tarde o más tarde
el espacio crea el olvido
o el olvido
el espacio

¿eso es todo?

no no es todo
es apenas el arte
de la repetición infinita

yo quiero eso—dije
y también esto y aquello
y lo de más allá

cuidado—dijo la muerte
con la ambición

¿y qué hay
más allá del afuera?

un pastorcito mentiroso

¿y qué dice?

no lo que será
sino lo que podría
no ser

¿y eso qué es?

el corazón del reflejo de lo que fuimos
sobre las olas invisibles

yo quiero eso—dije
yo no sé cómo sé
que lo quiero

la muerte es una especie de amor—pensó el poema



XIV


(cahier de musique)

ah vida qué mañana
cuando termines de escribir

Juan Gelman


un tulipán no es
más irregular que un narciso

en ambos se persigue
un ala breve

el ala curva un tema
lo anilla lo alimenta

no se sabe quién sueña

el mundo entra en el mundo
en largos arabescos

de lo simple a lo complejo
de lo complejo a lo complejo
las palabras nos dejan
siempre
adictos a la pena

un tulipán
un narciso

ambos son solitarios
irreemplazables

cada cosa es un claro
una pietà
de música nerviosa

no se sabe quién canta

en el cuerpo están los ríos
los sabios las encrucijadas

esos besos
que recibimos y olvidamos
en el espacio inexplicable
(pero no incomprensible)
de tu ausencia

¿y si hubiera que morir
para nacer?
¿si el mundo fuera el arte
de tejer la memoria
bajo diversas luces?

no se sabe
no hay modo de saber quién dicta
la indeclinable casa
de las cosas

de lo complejo a lo simple
de lo simple a lo simple
el tiempo curva un tema
lo anilla lo humaniza

y luego
(pero todo es simultáneo)
el cuaderno se llena
de notas blancas


XVIII

(contrario motu)

A esto
enamorarse le llamamos

Pere Gimferrer


¿entonces no estábamos bien
cuando estábamos mal?

¿no estábamos tranquilos?
bueno ¿bastante?

qué va—dije yo misma
la vida no es extirpable

sin que nada lo anuncie
un día cualquiera
algo llega

en efecto algo llega como salido del vacío
como salido del vacío algo llega y se presenta
Hello soy el tema real

un sol o tal vez una sombra
la tarde con banderas
la posibilidad de todo

¿estoy allí?
¿estuve allí alguna vez?

mmm—dije yo misma
¿y si no dónde?

oh río
cada cosa recuerda
lo que no ha llegado a ser

a eso lo llamábamos quizá
enamorarse
hondamente guerra prolongada
amantes
con ejército encima

¿y Ud. qué opina del señor Baudelaire?
no lo registro

¿y del exilio?
en el campo las espinas

¿cómo?
¿es posible no estar
en dos sitios a la vez?

claro—dije yo misma
habremos estado en Roma
antes o después de Roma
y no fuimos felices
no lo somos

a propósito—dije
en toda vida
como en todo poema
toma tiempo avanzar
por la palabra
nunca

a eso lo llamábamos quizá
música incumplida

estar cerca de aquí
pero lejos de aquí
como animal que reinara
ensimismado

con un poco de suerte
avanza el corazón
ávido de nada

el río sueña

tu flecha distraída
se posa en lo indecible




XIX


(affetuoso)


vida
ese animal que hiberna en el poema
miedoso de la noche
que es también el cuerpo
de esta noche sin palabras

soy yo

frena un auto
se distrae el otoño
de la palabra nunca
soy yo la que se muere

ese animal desterrado
en un parque de rascacielos
deliberadamente mudo
(porque el exceso es una astucia)

vaya a saber qué lunas
quedaron sin registro

qué barcos
cuando todavía eran madera

quién me dará la historia
quién gritará mi nombre
y habrá un minuto de silencio
y el amarillo
no detendrá su gesto
oh río

hoy es domingo te amo

la poesía es un museo
para esconder lo que no ha sido

ese animal confuso
atado a un rítmico bozal
(porque lo inexpresable
es una música)

frena un auto
se reiteran los puentes
de ningún lado a nunca
soy yo la distraída

cuando llegue la noche
el silencio
hará una torre sobre mí

tu cuerpo en mi animal
hará la noche

y qué de palabras
se calcinarán en el bosque

que mis ojos te toquen
como la punta del ala del caballo del profeta



XXI


(cantus firmus)



hojas amarillas
en el fulgor de este otoño
como espera de lunas
escritas sobre el río

se busca en la estadía de lo inquieto
lo que irá sin haber ido
esta orfandad
de cielo que nos ama
y en la luz se sueña luz
mansión de ser
piedrita por piedrita

la música del río
está en el río

de la noche a la noche
no hay otra indefensión

canta la pena que vuela
en el silencio que canta
en los inmensos
territorios de tu nada

y así traduce el cuerpo material
la ineptitud de su pregunta
y el dolor

está abierto el poema
está despierto el centro
dormido del agua

hay que inventar lo que somos
—dijo el rabino de Praga

ningún oro
ningún reino
salvo éste
que surge en el instante
en que se pierde

la ausencia de la luna
está en la luna

no hay más visitaciones
no hay otra luz que cante
en la orfandad
que hermosamente somos
miguita por miguita

música pensada
como amarilla casa
compartida

se busca así
el tiempo en el no tiempo
y así el otoño sueña
de la noche a la noche

como un fulgor hecho de nidos
como una voz que enciende el bosque
o pájaro que toca
sólo para Dios



De, Arte y FugaEditorial Pre-Textos, Valencia, España, 2005.


María Negroni




María Negroni nació en Rosario, Argentina. Tiene un doctorado en Literatura Latinoamericana en la Universidad de Columbia, Nueva York. Ha publicado varios títulos de poesía: de tanto desolar (Libros de Tierra Firme, 1985); La jaula bajo el trapo (Libros de Tierra Firme, 1991); Islandia (Monte Avila Editores, 1994); Station Hill Press, N.Y. 2001); El viaje de la noche (Editorial Lumen, 1994); Princeton University Press, 2002); Diario Extranjero (La Pequeña Venecia, 2000; Maison des Écrivains Étrangers, 2001); Camera delle Meraviglie (Quaderni della Valle, 2002), La ineptitud (Alción, 2002) y Arte y Fuga (Pre-Textos, Valencia 2004). También publicó tres libros de ensayos: Ciudad Gótica (Bajo la luna nueva, 1994, segunda edición 2007); Museo Negro (Grupo Editorial Norma, 1999); El testigo lúcido (Beatriz Viterbo Editoras, 2003); dos novelas: El sueño de Ursula (Seix-Barral, Biblioteca Breve, 1998) y La Anunciación (Seix-Barral, Biblioteca Breve, 2007), y un libro-objeto en colaboración con el artista plástico Jorge Macchi, Buenos Aires Tour (Ediciones Turner, Madrid 2004; reeditado en Aldus, México 2006). Tradujo, entre otros, a Louise Labé (Sonetos, Lumen, 1998); Valentine Penrose (Hierba a la luna y otros poemas, Ediciones Angria, 1995); Georges Bataille (Lo arcangélico, Fundarte, 1995); H.D. (Helena en Egipto, Ediciones Angria, 1994), Charles Simic (Totemismo y otros poemas, Alción, 2000), Bernard Noël (Contra-muerte y otros poemas, Alción, 2005) y la antología de mujeres poetas norteamericanas (La pasión del exilio, Bajo la luna, 2007). Obtuvo las siguientes becas: Guggenheim (1994), Fundación Rockefeller (1998), Fundación Octavio Paz (México, 2002), New York Foundation for the Arts (2005) y Fundación Civitella Ranieri (Italia, 2007). Su libro Islandia recibió el premio del PEN American Center al mejor libro de poesía en traducción del año (Nueva York, 2001). Actualmente enseña Literatura Latinoamericana en Sarah Lawrence College, Nueva York y es editora invitada del Latin American Review de Nueva York.






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