En el runrún
de voces que no siempre logro hacer mías, que en el mejor de los casos fluyen
como aguas subterráneas, se recortan palabras descatalogadas o alguna
cancioncilla que viene a producir, no a restaurar, un momento de infancia entre
tanto desasosiego.
Unas veces,
la forma del poema se impone con su música, y no me queda más que improvisar
una danza a la que me entrego gozoso. Otras, me espera un trabajo arduo de
artesano, un trabajo que, sin dudas, prefiero a cualquier otro.
La hoja en
blanco no me llama a escribir sino a dibujar garabatos, coches y elefantes; eso
sigue siendo así, no ha cambiado mucho. Cuando me siento a escribir es porque
ya tengo las palabras o, al menos, algunas de ellas se organizaron de manera
tal que me ofrecen algo inesperado, algo que me llama la atención.
El proceso
de escritura ocupa un momento fuera del tiempo, luego del cual me cuesta
horrores volver a mis obligaciones de ciudadano. Lo indecible, mediante la
poesía, toma el control del lenguaje, pero no para decirse sino para
desnudarlo, para que muestre un atisbo de su afuera y exprese el sinsentido de
aquello en lo que creemos. Lo indecible se vuelve presencia no dicha, energía
pura y liberadora.
El poema
puede estar listo en cuestión de minutos o puedo volver a corregirlo o
reescribirlo infinidad de veces durante años. También puede ocurrir que no
soporte tanta corrección y prefiera el olvido a tanta recurrencia estéril.
Poemas
PADRE
Una mariposa en
mi balcón
pone sus huevos
y se va
Pronto mi casa
se llenará de gusanos
a quienes alimentaré y
cambiaré los pañales
Seré un padre ejemplar
y a su debido tiempo
les enseñaré a volar
arrojándome por la
ventana
De Gato barcino (Lumen, 2006)
DIPLOMACIA
En una
valija diplomática
llevo al
embajador francés
Lo llevo
con orgullo
por todo
el mundo
porque es
mi pequeño
tesoro
Cuando
tratamos de dormir
se
escuchan sus gritos ahogados
pide
libertad fraternidad
e
igualdad
y le
prometemos eso
y mucho
más
si se
calla
De Alcohol para después de quemar (Zindo
& Gafuri, 2014)
VERDADES A MEDIAS
Hay árboles
que esperan a morir
para empezar a hablarnos
De ellos he aprendido
algunas verdades a medias
y otras que me permiten
intentar algunos trucos
como detener el tiempo
cuando un rayo de luz
se posa en tu mano
y la abre
o hacer girar la cabeza
hasta que rueda calle abajo
y se pierde
De Alcohol para después de quemar (Zindo &
Gafuri, 2014)
EL CAMPO
Recuerdos de provincia
el patio y el almacén
los teros y el chajá amarillo
de cogote colorado
el capataz y el mayordomo
tomados de la mano
a la hora de la siesta
y la sonrisa del tata
como al descuido
al ver que no éramos
tan niñas
De Caligrafía (Amargord, 2013)
DESPEÑADERO
En la memoria guardo
apenas tres sonidos
el canto de un pájaro
sin nombre
una campana
que toca a muerto
y el mar contra las
piedras
A partir de esta pequeña
música
trato de reconstruir
algunas voces
pero es inútil
la música me conduce al
silencio
cada mañana
cada atardecer
De Caligrafía (Amargord, 2013)
CRIATURAS
DE LA NOCHE
Una
cucaracha
me tocó
el brazo
y mi
gesto lo dijo todo
Me
preguntó ¿tanto asco
te doy? y me ofreció
la mitad de su chicle
Acaricié su dorso
que no emitía música
y pensé
si fueras un grillo
¿sobre qué estaríamos
conversando?
De Nocturna (Zindo & Gafuri, 2016)
NIÑA DEL VIENTO
Cuando murió Amparo
mi primera mujer
mi hija me dijo
yo soy la hija
del desamparo
la que perdió el nombre
en boca del viento
la falda en manos
de la noche blanca
noche de luna
y sin estrellas
De Nocturna (Zindo & Gafuri, 2016)
Eduardo Rezzano
Eduardo Rezzano nació en 1968 en La Plata. Publicó los libros de poesía Ningún Lugar (Ediciones del Canto Rodado, 1999), Gato Barcino (Lumen, 2006), No fábulas (Vox, 2010), Alcohol para después de quemar (Fuga, 2012; Zindo & Gafuri, 2014; Kriller71, 2016), Caligrafía (Amargord, 2013), Nocturna (Zindo & Gafuri, 2016; Edizioni Fili d'Aquilone, 2018) y Paraíso (Malisia, 2018).
me encantaron estos poemas.
ResponderBorrarGracias, buen amigo.
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