COMO QUIEN LEE DOS
VECES
Como quien lee dos veces, me dispongo al tacto de lo que afuera se
respira, de lo que se posesiona con la palma abierta en el aire tramado de
latidos.
Se piensa la luz del verano en la verdad de la verde encarnación del
muro, en el solemne mantra de las chicharras que vuelven ardor de penitencia
las umbrías del pasado.
Pienso en ese reflejo que cae hacia delante, esa soledad sabrosa que
busca un eco, una pertinente forma pertinaz de pertenecer, de llevar hasta el
borde la caja del tórax para sentir en el límite la chispa, el destello
alucinado cruzando libre, como una oración, los dos hemisferios.
IV-
Cuerda y madera, no se diga ahora
que no avisé el desvelo de los teros,
el llanto de la nutria en la vidriera,
crucificado pez en playa negra,
el sol azuzando aguas del diluvio
y otras interferencias del desastre.
Digan que di, que acaso erré, que fueron
partículas de un siglo por las venas,
cetro pintado en blanco, lienzo a gritos,
barca escrita que empuja de otro modo
y es lo que viene a ser, madera y cuerda.
V-
Cuerda y madera, fueron dos en uno
llevando el diapasón hasta las nubes,
saliendo del refugio al mediodía
para alentar las frágiles colmenas
todavía confiadas de la especie.
Más allá de una casa a cielo abierto,
de un montón de cacharros numerados
con la propina cruel de los ahorristas.
Más allá de un confín de puras cosas,
vuelven dos a sentir, madera y cuerda.
VI-
Cuerda y madera, aguante y vuele lejos
si es que tiene talante, si resuelto
es capaz de partir la nuez a mano,
de dar al niño la lección de vida
en medio de la peste y los cometas.
Volver la sed a fuentes transparentes.
Fijar el ojo en la canción querida.
Doblar la cuerda ante un temblor azul
que dice amor y nunca indiferencia.
Tener firme la boca hasta la llama
y olvidarse la piel, madera y cuerda.
VII-
Cuerda y madera, barba de los gauchos,
respuesta de ventisca y mal de amores,
con cara de bandera en rebeldía,
fortín de Martín Fierro miserable
en bolas, tres marías y el desierto.
La fauna acorralada por el humo
a tientas no merece un horizonte.
No hay como ser país y abrir el surco
donde América espigue y gane altura.
No hay como acomodarse desasidos
del árbol que nos da madera y cuerda.
VIII-
Cuerda y madera, pico encandilado
por la estela grabada del origen,
ñandú en la Vía Láctea, cruz austral.
Las líneas dominadas por el punto
donde estalla la estrella un dios se funda.
Hay guardas que encaminan lo perdido.
Hay tramas que nos llevan a la entrada.
No esta ciencia de números fatales,
de piedra enajenada, de pantallas
cenicientas creadas para un tiempo
ausente de este Sur, madera y cuerda.
IX-
Cuerda y madera de un país de iguales,
nueva estación que el hombre necesita
entonar con los timbres de su historia,
contestación de huesos alumbrados
por coplas que surtieron la certeza.
Tizón y calabaza del ancestro,
ya quiere amanecer y no lo dejan,
ya quiere despertar y lo anochecen.
Con estopa en la boca la justicia
al Río de la Plata fue lanzada.
Fundición de los santos, pan de luto,
todo fue hacia el carbón, madera y cuerda.
APARICIÓN DEL COLIBRÍ
ENTRÓ COMO UNA CONTORSIÓN del prisma sobre la olla hirviendo y entre el
humo de la que fritaba empanadas. Sus alas rozaron a
mil revoluciones la mole del instante lleno de algarabía, espesos materiales,
sentidos bajos.
Reflejó en la grasa la figuración del imposible lado y dio lectura de
dulce escarmiento.
Los dioses nos
mandan visitas, dijo la que tenía el pañuelo como un llamativo faro en la
cabeza. Luego la aparición se hizo fortuna de ausencia.
El fisgoneo del colibrí abrió caudales, bienaventuranzas, dedos de
niños, síntomas de lo puro, alturas, casamientos de la tierra con el cielo,
fisuras en el adulto. Tan cerca de Musinga su tornasol
poético dio vuelta el plano. Seres como notas fueron a seguirlo, perdieron
láminas las retinas, intentaron en vano la aprehensión del signo pero no lo
alcanzaron
MERCEDES QUE NOS DAMOS
SE TRATA DEL PRECIOSO TIEMPO, cierto modo feliz
de las variables: una sombra de tala, un aire bajo de arroyo atardecido, un mate
en el recóndito reino, una salud de recuerdos mientras se viaja hacia el
encuentro de la escena repetida, una cuerda que se demora temblando para tocar
el centro cierto. Lo dado como Musinga se da: vecino de toda gentileza, paisano
de todo ramo.
Se
trata del regalo merecido, instantes, caballitos sueltos y ese pastar sin
cuidado de quien ignora.
Es
entonces cuando el tiempo atento manifiesta, inaugura lotes, tira sombreros, va
y viene con el ave y su heraldo, cultiva la estampa de los almanaques ya vencidos,
sale airoso contando los días hasta el templo que levanta toda forma de
comprender.
De ESCALÓN PARA MUSINGA - 2004
CANTO XII-
Te acordás Mansa Tuca, ahora que la costumbre
te cuece en hervores varios y el carrillo se espesó
con el ejercicio de la paciencia,
ahora que soltás al mancarrón del hábito
para que el temblor del amor lo aligere,
le sacuda el carumbé para que caigan
las monedas de Potosí pegadas al cinto
y el aparecido regrese bailando una polca y salga
del espejo que se comió el azogue.
Inolvidables
manzanillas
en el cabello de
“la rusita”,
te esperaba a la
vuelta
como la vida no te
esperó,
nadie más fue esa
esquina que te dice
el valor de una
flor bajo pollera,
manzanas del rey
para el paria que osó ese huerto.
No sabés si habrán
cantado tan lindo los zorzales
como esa pollera
que se abría
y qué resplandor
cuando pasaba mirándote
como la vida no te
miró
y te aromaba con
inciensos de rito antiguo;
cerca de la
estiba, de los astros fugaces de los gatos,
de la mora
delatora del patio de ladrillos,
cuando el padre se
iba a ponerle hombro a las bolsas
y la madre al
servicio en la casa de familia del doctor;
tenías entonces tu
momento de merecido benteveo,
y eran sus brevas
a tus ojos la miel anticipada,
la correspondencia
aparejada en fuego anudado,
tu cama de
manzanillas en el piso… la hueles todavía,
revelándote de
súbito un hombre y una mujer;
tu cara de torta
negra y su cara de torta rusa,
negro contra
blanco en un solo salmo cantado
y repetido por la
eternidad en todas las lenguas.
¿Cuál era su
nombre? ¿Cuántos años tenía?
Pasó como una
ráfaga del Paraíso, todavía pasa,
y algo más te dice
la esquina de ligustros y tordos
que hoy estuviste
mirando largo rato,
tratando de avivar
el relámpago del primer amor,
de la primera
mojadura soñando con “la rusita”,
cuando el bizcocho
estaba en el paladar
como una justicia
y un conocimiento sin retorno,
una auténtica
justicia social para vos
en aquel entonces
que ahora es,
aunque la muerta
ya no responda
con sus
manzanillas por la calle al convite
desfachatado de la
estiba, de la mora a dos labios,
del viejo galpón
con telarañas, con desgranadoras,
con estrellas de
gatos maestros en el arte de amar.
RICARDO MALDONADO
Poeta, músico, compositor, trovador, docente, fotógrafo y editor. Dirige desde 1989 la revista El Tren Zonal “Por la integración de los pueblos” (historia, sociedad y cultura de la región), en su versión gráfica y radiofónica. Ha editado libros de poemas, uno de los cuales: Mansa Tuca mereció por unanimidad del jurado el Premio Literario “Fray Mocho” - Poesía, en el año 2008, otorgado por la Provincia de Entre Ríos. Ha realizado además varios trabajos de registros con sus canciones y recopilaciones folclóricas entrerrianas. En libros de poemas: El aire nuestro - 1982 / Las palomas de la tierra - 1984 / La memoria impresionada - 1984 / El sonido del hombre - 1986 / Canción o barbarie -; 1988 / Sol de herencia - 1989 / Reverberaciones del Gualeguay - 1991 / Solar sostenido; - 1998 / Madera y cuerda - 2000 / La Mudanza - 2003 / Del junto movimiento - 2004; Escalón para Musinga - 2005 / Mansa Tuca - 2009 / Que tan lejos llega - 2013 / La perdiz que mató Monsanto - 2015 / Voz varia - poemas reunidos - 2015 / Alzaprima - 2017 / La cuerda cuarta y otros poemas - 2018 / Empuñaduras - 2019 / Poemas (selección de 7 libros)- 2019 / Variaciones de vizcachita - 2020 En registros fonográficos: De la raíz al vuelo - (colectivo) 1986 / De acá y de allá - 1988 / Estilo - 1991 / Con seis cuerdas - 1996 / Cuerda y madera - 2001 / Cancionero anónimo entrerriano - 2008 / Rapsodia bárbara - 2010 / Mansa Tuca - 2012 / La más pareja y otras canciones - 2019 / Cómo será la canción – 2019
Hola soy Raquel Acosta de Rosario, me encanto como te paraste en el escenario te mando mi mail es raquelsuenio@live.com.ar y te mando un escrito mio
ResponderBorrarMe gustaría
que los chicos hoy
pudieran sonreír
y tuvieran alas
para alcanzar
los sueños
echaran a volar
las ilusiones
caminaran sobre
grageas de chocolate
tuvieran sus caritas
inocentes de soles,
gnomos y lunas
tocaran con sus
manitas pequeñas
el agua salada
del mar
Pero más
me gustaría
que todo eso
fuera realidad.
raquel
Buenas tardes,necesito saber cómo se llama el poema en el que nombra a don chule balor,soy amiga de la nieta de don chule y quieren saber en qué edición de la revista salió
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