¿Qué es la poesía? Un modo de comprender y explicar el mundo fundamentado en una serie de conocimientos y de técnicas que provienen de la literatura, pero también de lo histórico, lo social, lo político, etc. Precisa emoción (¿qué actividad humana no la tiene?), pero no lo supedita todo a ella, le brinda, por medio del trabajo razonado, la forma que el poeta considere más apropiada. Como sabemos, si posee ideas y formas inéditas, sobresaldrá entre las de su época. Si tuviera que definir la poesía que escribí hasta hoy, diría que es diáfana y melancólica, lo mismo que el canto de la perdiz en los montes de mi infancia.
Por otra parte, respecto de lo espontáneo y lo planificado, Fuegos en la noche y Huérfano de mundo, los dos primeros libros que publiqué, contienen poemas escritos a partir de lo que iba surgiendo. El plan consistía en hallar sus afinidades y disponerlos de manera que tuvieran cierta lógica. Más tarde, esa forma de escribir fue quedando relegada. Para algunos poemas investigaba, para otros no. Así creo ver una mayor coherencia en Final del día y Donde hubo cielo, mis libros más recientes. Para el libro que elaboro en estos meses, me ajusté a un plan, que las nuevas lecturas fueron enriqueciendo y que, por eso, me tienen revisando la versión que tenía acabada. Corrijo bastante, lo que me convierte en alguien lento. Fueron poquísimas las ocasiones en que no lo hice. Corregir es un trabajo que, cuando es mayor, desmonta y vuelve a montar, y cuando es menor, pule y matiza. Y la más de las veces es ambas cosas. Por lo general, escribo y luego retomo lo hecho. En mi caso, el poema inicial no se parece al poema final. Tacho, quito o agrego hasta que lo escrito alcanza cierta consistencia que no admite más modificaciones, en otras palabras, hasta que me parece que idea y forma son indisociables. Es, en suma, una tarea que enfría la primera candencia. Pese a todo, uno escribe lo que puede y no lo que quiere.
En cuanto al procedimiento de escritura, suelo partir de notas que voy tomando de algo que leí, oí o vi. Alguna frase, verso o imagen que luego me lleva a leer y escribir. Descreo del poeta «poseído» y de que «el poema se escriba solo». Por lo general, lo hago de noche, cuando hay más silencio, aunque, si estoy en una buena época, también lo hago de día. Antes escribía con música instrumental, de cualquier género, pero de un tiempo a esta parte me es necesario el silencio. Alguna vez escribí a partir de formas musicales. Me compartieron la música de un género musical al que debía colocarle letra. Así nacieron unas pocas canciones. Esta experiencia me llevó luego a elaborar poemas que tienen un patrón rítmico más regular. Una especie de vuelta a los orígenes, al verso medido, para tratar de comunicar algunos universales: el (des) amor, la soledad, la muerte o el paso del tiempo.
Poemas
ERA el tiempo de la espera.
Ardía el frío en las ramas
y el aliento no alcanzaba
como ración diaria. Había
dolor en las palabras,
en cada aroma, en cada afán.
Como un golpe que no ceja
y que no acaba de derribarnos,
había dolor en el dolor.
Pero estaba tu nombre
y su ternura. ¿Quién sino él
ha deshecho tanta pena?
De Fuegos en la noche (2010)
V
EN las afueras de las tiendas
la noche es polvo del día.
Así la intuye el niño
delante de la modesta hoguera.
Mira en sus manos
los guijarros encontrados ayer
—tienen el peso de las monedas de oro—;
juega con ellos,
los ordena, los esparce,
creando formas que no descifra.
Cansado
cierra el leve puño y los párpados.
Dios y el abismo
le aguardan en una noche remota.
De Huérfano de mundo (2010)
ECCEHOMO
DE gritos estoy hecho
porque he andado a tu lado.
He sido –por vos–
tus ojos, tu dolor, tu miedo.
Tu impiadosa rabia.
Vengo –todo espina
y todo piedra– del infierno.
Conversar
de nada sirve.
Ni siquiera una palabra tuya
podrá sanarme.
De Sombras del tarco (2011,2020)
HUGO DÍAZ
LEJANAS, como el silbato del tren
que lo llevó hasta Buenos Aires,
las notas iniciales de la armónica
desangelan la calle. Es la vigilia
de alguien que busca vanamente
retornar hacia el pasado; una música
nacida en alguno de estos balcones
donde solo crecen tendidas
ropas y garrafas gélidas y sucias.
Como un perro perdido que de pronto
oye la voz de su amo, quieto,
escucho el fraseo ronco de las notas:
un tango gastado durante largas
noches de humo en míticas boîtes
donde la muerte aplaudía y esperaba.
En las ciudades, la soledad siempre
es un tango. Y en ocasiones,
también, es un país de madrugada.
Él lo sabía. Por eso tocaba
ásperamente, como ahora
que, en ráfagas y desde una penumbra
incierta, lo hace para dos extraños.
De Final del día (2015)
BLUES
Llueve como entonces en la ciudad
en que nos despedimos. Cruzamos,
destellos cenicientos, las estaciones
y nuevamente tu vestido tiembla
sobre tus piernas, rojo como el deseo,
antes abierto a la noche. Pronto,
una vez más, nos quedaremos solos.
Doloroso, como un blues, el silencio,
y en la garganta la ginebra mala
de la resignación. Igual que quien
dice el verso más difícil, repito
las palabras que nos negamos,
pero no las oyes. Formas del miedo,
gotas de este vaho que ciega al día,
línea tras línea van deshaciendo
la imagen de esa noche. Tras ella,
como si las nubes hubieran hecho suyo
el año entero, sigue, terca, la lluvia.
De Donde hubo cielo (Ed. del autor, 2019)
Gastón Córdoba
Gastón Córdoba nació en Taco Ralo (Tucumán), en 1977. Es autor de los libros de poesía Fuegos en la noche (Lulu, 2010), Huérfano de mundo (Bubok, 2010), Sombras del tarco (Issuu, 2020), Final del día (edición del autor, 2015) y Donde hubo cielo (edición del autor, 2019). Sus poemas han aparecido en revistas literarias y antologías de Argentina. Formas del humo es su blog en línea. Estudió Comunicación Social, trabajó como productor de radio y redactor en diarios de su provincia y de España. Fue coordinador y profesor en institutos de nivel medio y superior. Dicta cursos sobre redacción e interpretación de textos, comunicación institucional y metodología de la investigación social.
Hermoso el poema dedicado a Hugo Díaz. Gracias! C. Bakún
ResponderBorrarme conmovió mucho el poema dedicado a Hugo Díaz! Gracias!C. Bakún
ResponderBorrarMuchas gracias, Claudia. Saludos. G. Córdoba
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