Escribo poemas de día, durante las mañanas, en mi casa o donde el poema surja. Otras veces sucede que empiezo a escribirlo mentalmente caminando, andando en bicicleta para luego pasarlo al papel. Uso cuadernos, de hojas lisas y escribo a mano aunque también hay veces en que me siento frente a la computadora. En otras épocas era casi espontáneo ir a la playa o bares y escribir. Con el tiempo ese hábito cambió.
Corrijo los poemas bastante, pero siempre si lo necesito. Muchas veces hago correcciones espontáneas cuando se lo leo a alguien en voz alta, por primera vez. Ahí, en esa lectura, ya cambio alguna cosa, algún orden de palabras, cortes de verso, etc.
Después me
olvido del poema o grupo de poemas, y los retomo algún día, los vuelvo a corregir
hasta que algo, el mismo poema creo, dice ya está. Este proceso lo hago en el
mismo cuaderno, tachando con prolijidad y rara vez volviéndolo a reescribir
completo en manuscrito. De ahí lo paso a la compu, y más tarde, a veces lo
imprimo si es que va a formar parte de algún libro o proyecto.
No escucho música cuando escribo, aunque no me
molesta si hay música de fondo, pero prefiero el sonido ambiente.
En general me
acuerdo de los momentos en lo que surgieron la mayoría de los poemas. Los
disparadores son una imagen interna, externa, un juego de palabras que da
vueltas por mi cabeza, un sonido. Pero la lectura es un gran disparador, el
diálogo que se establece con un autor que se está leyendo en el momento, es fundamental para mí.
Poemas
son
dedos de babosa yo trabajo
el monómero hace baba como si la sal en las aquellas
la sal mata tus dedos va escalando
las hojas pulgares las hojas anulares
las hojas índices se llenan de baba verde ahora
digan
cómo es cambiar de materia los canteros
salir a flote ver otras llovidas
trepar del sofoque verde por un palo con la casa
levantarse la enagua entre malvones
controlar la musculatura de una lengua en los dedos
la babosa entre la flor es lengua
la tenés en la boca duerme
en la concha de tu boca un caracol
crac de mandíbula y perderá su casa
tu baba y la mía son babas cualquiera
toco tu lengua con los dedos nos besamos
son nuestros besos ese farol de espuma
como la carne del chajá
De doméstico, Ediciones en Danza, 2009.
***
viejas que lavan con jabón blanco en
pan
entre las
ramas en los patios
debajo de las
parras
en tanques de
cemento o piedra
en las bombas
de agua o en
lavaderos de
chapa
de los
bañitos del fondo
con
palanganas de aluminio
con un balde
al lado
verde
en todos
lados remojando camisones
enaguas de
cintura algún conjunto claro
las cortinas
de los comedores
de a poco y
sin fuerza
prendas finas
con las manos
en el agua
recién
levantadas
viejas
muertas con aretes de colgar
como cúpulas
de iglesia o
como pasas de
uvas
remojando una
sábana en
leche de
jabón donde por ahí
se cae un
palito de una planta
o una mosca
chica que se mantiene
haciendo pie
en la nata de los bordes
De Varamientos Pampa, Ediciones en Danza, 2011.
***
se
besan a tres narices
le coloca un
huevo o cigota le
fecunda flotas globos pompas y
la besa de papel le hace un
hueco mar adentro
donde la lengua baja lejos le
coloca la hueva entre
serpientes de saliva en
las cuerdas consonantes de manera que
cuando ella diga cosas como
amor o derivados también suene
un chasquido tintineo
se recuestan boca arriba y
vuelven le insufla un
aire fronda fortalece la
materia entre esa
carnecita epitelial y ya
no aguantan tanto él
se abre de brazos ella avanza con
las dos riendas lenguas
sueltas pareciera
que traga pero todo
quedará en suspensión por
más que el viento
en breve surgirán declaraciones
llantitos de una lágrima bucal
que cuidar todo el otoño
De Varamientos Pampa, Ediciones en Danza, 2011.
***
¿Y
qué van a decir de nosotros los puentes? ¿que pasábamos?
¿nos
veían pasar?
con sus ojos miles de remaches. Un reflejo
en la última gota de acero antes del sello del óxido en los
párpados.
¿que nos cubrían?
con su capa agujereada su cúbito radio al aire
pelados
huesos cables
tendones donde se posaban siempre pájaros en
negro que cuando cruzábamos
se abrían por fin de frío sentían el aire en los
canales de las alas y nos llovían en punto
termómetros?
De La casa del deshielo, Huesos de Jibia, 2013.
***
esta mañana crucé a un tipo con su
carro
el caballo
era gris apolillado
en el carro
dormía un perro
entre
facturas de ayer y carne vieja
un mantel
dado de baja lo cubría
como a un
niño nacido de las moscas
De Sombra de agua, Griselda García Editora, 2017.
***
como
parche de luz en la tormenta
hueco en la
nube de tu ventana
pasa el día
si no me
muevo
detrás del
vidrio el jardín
continúa su
trabajo de insecto:
la garra
detiene a la lombriz
la pelusa se
vuelve hogar de ancianos
una piedrita
bloquea el ingreso de las aguas
un broche de
la ropa dice
su palabra
fina
y se evapora
De Sombra de agua, Griselda García Editora, 2017.
*****
¿por qué
medir en milímetros
si son litros
desde anoche?
innombrable
vacío pico a pico
en las manos
que asomamos
¿llueve?
¿aún?
¿de dónde
viene el tiempo
de tanta agua
que no llena?
las gotas
cavan la casa
por esos
huecos nos vamos
con el
silencio
del chisperío
chico
y caen
pájaros en busca de refugio
caen a comer
de nuestras manos
¿llueve? aún
pero el agua
no ha dejado
de vaciarnos
Joaquín Valenzuela Bellocq
Joaquín Valenzuela Bellocq nació en Dolores, provincia de Buenos Aires, en 1971. Publicó, en poesía, Actividad física (Ediciones en Danza, 2007), doméstico (Ediciones en Danza, 2009), Varamientos pampa (Ediciones en Danza, 2011), La casa del deshielo (Huesos de Jibia, 2013), La caracolera (Ediciones en Danza, 2016), Sombra de agua (Griselda García Editora, 2017). Ha participado es antologías como: Infancias (2012), Amor (2015), Los autos (2017), Rumiar Bs. As. (2018), Antología Federal de Poesía (CFI, 2019), Cuarentena (2020), Yacer en el Tuyú (2020), Gatos 100 poemas seleccionados (2021); entre otras. En narrativa, ha publicado las novelas Mandarse a mudar (Ruinas Circulares, 2014) y Residencial Splendid (Editorial También, 2019).
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