Podría decir que la poesía es un estado del alma o que es una forma de mirar el mundo o que es un acto que involucra cuerpo y sensibilidad. La verdad es que ante esta pregunta siento lo mismo que San Agustín decía acerca del tiempo: si nadie me pregunta qué es, lo sé; si alguien me lo pregunta, no lo sé.
Paso mucho tiempo pensando en sentarme a escribir, escribo notas por todas partes: en servilletas, en almanaques, en los márgenes de las páginas de los diarios. No logro sentarme a leer o escribir. Hago eso parado o caminando. En ratos libres y en papeles que encuentro. Leo, investigo. Siento que voy captando del mundo fragmentos de sentido que terminarán irremediablemente en un poema. A veces, atormentado por ese texto que quiere ver la luz, me siento y lo escribo.
Más que en la corrección creo en la re-escritura. Corregir me suena vanidoso, como si se arreglara algo que estaba mal: creo en la respiración del texto, en la búsqueda de la lógica nerviosa de un tono y un ritmo.
Me cuesta cada vez más pensar en términos de una secuencia, resolver argumentos o estructuras de un poema, lo cual no significa que haya un procedimiento posterior. Antes de escribir, pienso en imágenes, en las variaciones de la luz, en sus progresiones, en series de voces que se turnan y se alteran. Pienso mucho en el ruido en la poesía. Creo que la parte más feliz del acto de la creación son esos momentos previos a la revelación, esa duermevela, cuando entrevés imágenes sin comprenderlas del todo aún, esa eternidad fuera del tiempo cuando el espíritu se pasea entre los múltiples mundos posibles.
Poemas
[1]. HOMBRE SIN CIGARRO
El gesto
a mitad de camino la mano
sosteniendo lo invisible
sopesándolo
así
detentándolo
como un pequeño
prisma o poder
sin llamas
la luz es luz
sólo en los dedos o en los labios
parece decir
mientras haya vida
en mis ojos habrá vida
pues
así el hombre
circundado envuelto en el humo
de una extensión inabordable
[2]. ESTRUCTURAS SENSIBLES, EJEMPLO N°2: CANCIÓN
En tus ojos
nubes piedras cielo
la sombra fidedigna de una sombra
el eco de un eco algo ajeno no sé
una esencia
leve sin suelos
en tus ojos
resbalé, resbalé...
En tu cuello
algo intacto
desprovisto de aristas
ondulándose
otra secuencia
otra textura no sé otro color
el inicio de un nuevo espacio
en tu cuello
resplandor, resplandor...
En tus labios
el descanso
el descenso a los sonidos primarios
un silencio cálido arenoso
no sé acantilado
islas el mar
algo con cielos
en tus labios
despertar, despertar...
[3]. MULTIPLICACIÓN DE LOS HELECHOS
Qué solos se hacen los días
sobre todo en eso del pensar la luz
y el calor en la piel
y vos decís, bien
los días no te precisan a vos
para ser
los yuyos crecen
el agua se derrama en las veredas
el mate las siestas iguales
todas esas cosas se ordenan
se suceden, suceden
estrictas, vos pensás
bien, los días se hacen solos
mientras, en el fondo, los helechos
ajenos, anónimos
se multiplican
sin razón y sin fe
así
sencillamente
se multiplican
helechos helechos
helechos helechos helechos
helechos helechos helechos helechos
helechos helechos helechos helechos helechos
helechos helechos helechos helechos
helechos helechos helechos
y vos decís, bien
es eso nomás
helechos, helechos hasta el fin...
[4]. OCIO EN EL AIRE
Los árboles se mueven
los he visto
de noche
amparándose
en la oscuridad tibia
de la luna nueva
y los imprecisos
ilusionismos del viento
los he visto
en otoño
hacia el norte
despacio
a paso de árbol
[5]. DESTINO CISNE
Al final cantar
de todas las cosas
parece ser
lo que ser
por eso dejo que pasen las horas
buscando
esa palabra exacta
por eso no me molesta
la atonalidad
ahora
cuando rompa mi mudez
mi cuerpo desnudo brillará
y sabré
de todas las cosas
cantar al final
cantar
el final
de todas las cosas
por eso acicalo mi plumaje
despacio
y dejo que bajen
suaves los veranos
de, La anchura y la llanura , Ediciones Patagonia Escrita, Bariloche, 2018.
Diego Rodríguez Reis
_Diego Rodríguez Reis (Buenos Aires, 1979) es escritor y columnista de
literatura en diversos medios digitales y radiales.
Ha sido becado por la Fundación Antorchas (2002-2003) y por el Fondo
Nacional de las Artes (2007). Ha publicado: El Charco Eterno (El Camarote
Ediciones, 2009), Lo Levemente Ajeno (El Suri Porfiado Ediciones, 2013),
Correspondencias Secretas (Ediciones Del Dock, 2015) y La Anchura y la Llanura
(Ediciones Patagonia Escrita, 2018).
Ha integrado antologías nacionales e internacionales. Dicta Talleres de
Escritura Creativa y forma parte del staff editorial de la revista SurRealidades.
En 2020, su cuento Caballo de trapo fue uno de los 25 textos seleccionados
para integrar la plataforma nacional Audiocuento. En 2021, recibió el Tercer
Premio en el Concurso de Cuento del Fondo Nacional de las Artes, por su libro
La forma del amor.
Coordina, junto a Cecilia Fresco, el sitio La zona (crítica y ficción).
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