martes, octubre 31, 2006

SELVA DIPASQUALE


A los ocho años me declaré poeta con un manuscrito que conservo, así como en mi memoria guardo las circunstancias en las que fue escrito, frescas, como si hubiesen ocurrido ayer. En mi infancia no podía transcribir al papel la catarata de imágenes que me invadía. Recuerdo claramente acostarme boca arriba, en cualquier lugar, cerrar los ojos y ese suceso ocurría en colores. A los 15 empecé a escribir Teoría de la Ubicación en el Espacio, que muchos años después formó parte de mi primer libro Camaleón. Recién a los 25 tuve interés en compartir lo que escribía, en aprender relacionarme con otra gente que escribiese. Quería entender lo que hacía. En esa época la poesía aparecía siempre como un contrapunto. Por ejemplo, en un aula de la Facultad de Derecho mientras estudiaba alguna materia árida surgía algún pensamiento, alguna imagen para un poema, o en paralelo a algún conflicto afectivo o familiar. De todos modos, estoy segura de que la escritura de poesía no se trató nunca de un intento de fuga de la realidad, sino que acompaña mi vida. Y en el presente, sigo teniendo muchas imágenes como un cine en mi cabeza que intento atrapar para escribir.
Muchas veces escribo en medio del caos. Varios proyectos a la vez. Tengo diversos papeles y libros arriba del escritorio y de la mesa de luz. Soy dispersa. Cuando aparecen las ideas requiero un espectro de ellas para poder concretar alguna. Tomo notas. Y cuando me siento a escribir necesito de una concentración y energía especiales para pasarlas en limpio. Vivo la poesía como una forma de contemplación activa. Suelo leer en voz alta lo que voy escribiendo, busco escuchar la música del poema. Me atrae la escritura como juego tanto como descomponer las palabras y jugar con su sonoridad. Reescribir el mundo, algo así como hacer la enciclopedia propia. Entiendo la poesía como una forma de explosión, como dije en este poema de mi primer libro: Los niños manchan con témpera la mitad de una hoja, la doblan y al abrirla los sorprende la expansión de un nuevo objeto. Eso es escribir. Quiero yo que eso sea escribir. La expansión puede ser breve, pero constituye la esencia del objeto. Entonces me propongo el siguiente ejercicio: desnudar objetos y aplastarlos. Descubrir los árboles genealógicos y las raíces de todo lo que nos rodea, conscientes de que en esa maraña realmente somos: claveles del aire. 

El arte no es decorativo sino pura acción en la contemplación. La escritura de poesía es una capacidad más. Hay personas que tienen la facultad de aproximarse a las cosas y a los seres con una mirada poética. La poesía es contemplación activa, comprometida y sensible del mundo, otro intento de descifrar sus secretos. Un poeta puede establecer infinitas conexiones con el mundo, la realidad, la naturaleza, las personas, y con otras materias de estudio. Un poeta puede abordar diversos temas, incluso aquellos que, en principio, parecieran no interesarle.

Algunos poemas nacen de un tirón, otros me llevan años. Guardo archivos en la computadora que llamo Poemas sueltos o Poemas sin proyecto y otros en los que me propongo una investigación sobre temas que me interesan. Escribo a mano o en la computadora. Eso depende de lo que cada poema me exija.
Siempre sentí una conexión intensa con la luna. Eso, a veces me sigue pasando. En días de luna llena el golpe de gracia, del que habla Clarice Lispector, puede ser más intenso, tanto para escribir como para revisar un poema.
La poesía puede ser también una práctica de autoconocimiento.
En esta época de exceso de información y velocidad es desafiante y recomendable tratar de hacer pie, parar, contemplar, ir lento, hondo, hacia las raíces de cada uno.

Dice Joseph Brodsky: ¿Se ha dicho la palabra? Si se ha dicho, / ¿en qué lengua? ... ¿Y cuánto hielo/ hay que echar en el vaso para detener al Titanic/ del pensamiento? ¿Recuerda el todo la función/ de las partes? ¿Qué sentirá un botánico/ al ver pájaros dentro de un acuario? // Imaginemos ahora un vacío absoluto. / Un lugar sin tiempo. / El aire per se. / Aquí y allá. Arriba y abajo...// Éstas son las notas de un naturalista. /... Una lágrima cae en el vacío sin aceleración.../... tiemblo aferrado a mis raíces. 

Alguna vez le dije a mi hija pequeña que el mar no es una pileta, en el mar no hay que dejarse llevar, sino que hay que luchar contra las olas, no perder el equilibrio. De eso se trata escribir poesía, de esa fuerza.





El cielo tiene muchas cosas y aparte se ayudan

 

si en el Cielo hay muchas cosas y algunas no se ven ¡pero no importa! Total están y son cosas. en el Cielo están la Luna, el Sol, las estrellas, las plantas, y los satélites! y casi mas me olvidaba cada uno tiene su turno para salir de la cama y se ayudan por ejemplo el Sol sale primero y lo ayudan a hacerlo mas lindo las nubes y el cielo celeste. Y a los árboles no los tiene que ayudar nadie por que no salen nunca. Bueno pero…ballamos a lo que estabamos ablando dijimos que el Sol tiene quien lo ayude y la luna también pero el mejor ayudante para que alumbren y que den vida es Dios y que los sigan ayudando todos así tenemos luz y además son muy lindos el Sol y la Luna tienen alma y tienen corazón en el corazón tienen que los hizo Dios y en el alma guardan un secreto para el mundo ¿quién lo sabe? solamente Dios y el tiempo ¡que lindo vivan el Sol y la Luna

                                                                                                   22/6/77

Selva Dipasquale (8 años) manuscrito fechado por su papá.





Poemas





SALTOS Y DESPRENDIMIENTOS



                              Si nos batiésemos a duelo
                                             los huevos
                              que están en la heladera
                                             elevarían
                                sus espíritus santos
                               Cada uno desde su trinchera
                               hasta transformarse
                               y hacernos ver
                               Los Molinos del Ultimo Sueño*.



*Los Sueños,  de Akira Kurosawa: la violencia de lo calmo y lo cristalino.



AULLIDOS DESDE UN CLAVO OXIDADO



    El cuerpo se dobla
y el hígado chorrea.

El corcho que un clavo
cruzó.

Peso lo que pesa el metal.

Vivo.

Pase alguien la mano por aquí.

Nubecitas
dibuja
la pelusa del agua.

La Risa Casual de un Clavo:

eso vivo




RETRÁCTIL


Estoy feliz
Entonces me pregunto:
¿No estaré completamente
Equivocada?







2

Dulce de arce. El bosque da vueltas a mí alrededor. El alma es amarilla y sube, sube. Los animales agazapados, rodando van a venir como cuando la miel rebasa del vaso.


3

Canadian flag. Desde esa hoja rojo profundo modernos abejorros (acuosos y plateados) emergen dando vueltas sobre sí.


4

Alaska. Sus cabezas buenas cantando. Verdes, marrones, azules: vi una historia de hielo en sus ojos. Espejos invertidos. Despacio, un montón de canadienses caminando hacia mí.


10

Cordón vegetal.  Mutina nació hace dos días. Nadie la puede tocar hasta mañana. La madre me pide que la lleve a mi casa. Tiro del cordón umbilical, es un pasto muy largo. Encastrada en una tela la bebé se acerca lentamente. Nos sentamos en círculo. La madre se va. ¿Y si llora? y ¿si algún insecto...? y ¿si se cayera? La casa no está preparada para bebés. Distintas voces opinaron sobre el nombre de Mutina.




De,  El cuaderno del Bosque 




http://poesiaenlaselva.blogspot.com/search/label/El%20cuaderno%20del%20Bosque





Anudo el alma a las sombras
camino.

El sol se detiene en el
duro corazón
de la simetría.

Puntos de luz.

Lo que acaricio
se derrite.


***

Lágrimas de ácido en el hueco de la memoria.

Raspar, raspar, raspar
pero nada, nada, nada.

Círculos de leche petrificados.

Los fantasmas no tienen
base de sustentación
sí talento para enroscarse
a las raíces oscuras de la hiedra.

Picar, golpear, destruir

encontrar la melodía
del frío de la noche.


***

En el centro de la flor
en el centro
de la sombra de la mano
brilla exacta
la yema del tiempo.



De, La sombra de la mano 




Selva Dipasquale


Selva Dipasquale, nació en la Provincia de Buenos Aires en 1968. Vive y trabaja en la Ciudad de Buenos Aires. Es abogada (UBA), poeta y curiosa de diversas artes.  Traduce poesía italiana. Publicó La sombra de la mano (Zindo & Gafuri, 2015); La disipación (Recovecos, 2012); Ballyhoo (Ediciones Melón, 2012); Meditaciones en el Bosque (Ediciones en Danza, 2007); Paraselene (Ediciones Vox, 2005); Camaleón (Tsé-Tsé, 1998); Teoría de la Ubicación en el Espacio (Grupo Seis Sellos, 1994) y, junto a Tamara Domenech, Poética de los Oficios y Tallar te obliga a pensar en las cosas (Ediciones A Capela 2020); Integra diversas antologías de poesía argentina. Coordina junto los sitios de divulgación: La Infancia del ProcedimientoEl Infinito Viajar:   Revista-blog en la que lleva adelante la sección de poesía: Paraselene. Traduce poesía italiana para el blog El arte de una posibilidad. Y desde abril de 2020 administra una Biblioteca Virtual.

 


3 comentarios:

Cecilia Gauna dijo...

Selva
no me conocés, pero amo la poesía y busco siempre blogs donde alimentar ese amor.
Me sentí muy identificada con los comentarios sobre tu caos para escribir y leer.
Te felicito por tu blog y por tu bosque.
Un abrazo
Cecilia Gauna
www.ceciliagauna.com.ar

Anónimo dijo...

Selva
Te conozco y me encantó encontrarte.
Soy Graciela Rodriguez, compañera tuya de la primaria...nosotros tuvimos la suerte que nos hayas regalados tus primeros relatos y poesias porque ya desde aquellas épocas dejabas escapar tus sensaciones y sentimientos a través de las palabras que tan bien utilizabas con apenas 8 añitos.
Graciela

Selva Dipasquale dijo...

Hola Graciela! cómo estás? gracias por tu mensaje! Te dejo aquí mi mail por si querés escribirme: selvadelaluna@yahoo.com.ar

un beso
Selva