Mi rito es el no rito. Escribo parada, en la cama, en un café, manejando. Prefiero el silencio pero nunca es ley. Amo los lápices y las hojas lisas, pero a veces caigo rendida por la pantalla y sus desapariciones mágicas (odio que no quede el registro de lo que se excluye). Me gusta tachar con una raya.
Escribo en general a partir de una palabra, el tema ronda (o la ilusión del tema), pero hasta que no aparece la palabra no hay poesía. Y después el sentido que alguien que no existe, dentro mio ni fuera de mi, dicta y la mayoría de las veces me cuesta entender. Escribo con varios diccionarios y libros que abro y cierro al azar. Me gusta el sol en la cara del invierno. Me impulsa lo que ocurre: las cosas que pasan alrededor de mi cuerpo.
Antes lo que escribía surgía y era. Ahora tengo dos líneas irregulares: la planeada (con investigación, dolores de cabeza) y la mas espontánea, de iluminación oscura del momento. Mis primeras poesías fueron muy autobiográficas (sin ser totalmente autoreferentes) y eso no podía ser planeado. Salía. Después de terminar Liquid Paper y a partir de un trabajo que estuve haciendo surgió la necesidad y la inquietud por lo/s otro/s, los viajes y la naturaleza.
La corrección es para mi una experiencia colectiva. Pocas veces cerré un texto sin que otro lo lea. Me interesa mucho enfrentarme con el lector para descartar dudas, despertar nuevas, etc. Escucho voces diferentes y después, sólo después, vuelvo a conversar con el texto. Por lo general no los dejo descansar mucho porque eso ya implicaría defraudarlo, desilusionarme y dejarlo morir.
No podría excluir la poesía de lo que intenta ser un camino de búsqueda de algo que trasciende la palabra. Sin embargo, es justo ahí, en la magia de un sonido con significado que voy aprendiendo de lo otro. De estar viva e ir muriendo. La poesía es una forma de ver las cosas: devastadora y bella.
Poemas
mar del norte
es como vivir en un hormiguero
o como imagino ese estado de reiteración
hay redes sosteniéndolo todo
dormirán las hormigas
cerrarán los ojos como yo en este viaje ancho
a la hora de no obedecer
y acostarse en el extremo de la isla
se trata de mirar y alternarlo con verbos pasivos
porque se suceden los objetos que flotan
el mundo es una inundación
y sobrevivieron los de forma de medialuna
los reyes tienen el sexo en el centro
hasta los que nadan comprenden
que ya no son los pulmones los que nos bombean
es el aire mismo
veo algo acorralado
en un pequeño remolino veo plumas
es como ser hojas de otoño
caemos
cocinamos al fuego
corremos cuando el agua descansa
el recreo no perturba el orden
somos niños que construyen palacios con ladrillos de madera
y volvemos a ser héroes con el estómago lleno
nos hablamos en señas
el idioma es patrimonio del otro
dicen que la marea atacó diferente
acá pican mosquitos dos horas al día
más al sur una madre llora
y hubo zonas con plagas de histeria
pero no se desangran los amantes
siguen persiguiendo la tierra neutra
la que los arrope con lo necesario
porque esta ruta ya fue recorrida
y el destino es otro viaje
se toman de las manos sin tocarse
el fracaso es apenas una pelusa
escuchan que sumergieron a la primera mujer
con sales y aceites
como nos salpican los bordes de la nave
una enorme bañadera blanca
se deja guiar por oscuridades intermitentes
por deseos
hay también una música que nos canta el curso
doscientos setenta grados
en unas horas verán dinamarca
y thor podrá dormir con frío
cuando venza el plazo beberemos líquido dulce
nos creímos extraviados
pero no vamos hacia una costa muerta
sólo en lo inmóvil se ven las semillas
de lo que ya creció
y nuestro miedo es más inmenso aún
tengo que aprender qué del cansancio
de esa nausea pequeña y eterna
soy más concentración menos pez
desearía que me salvaran
mientras pienso cada pliegue del agua
cuando por fin la tierra la trepo la piso
exagero estar quieta
y empiezo a extrañar mi rostro húmedo
la hamaca
hay jornadas en que las horas
son gotas del espanto
ningún abrazo puede contener esa desilusión
en mi silencio se esconde una ciudad perdida
el mapa está dibujado en mi vientre
y otros en que el sol le canta baladas a su reflejo
cuerpos de sal
suspiro al distinguir manchas de espuma
en los riscos
llegamos a puerto
y ahora lo veo
soy mi única costumbre
***
a Marosa di Giorgio
la madre amasa con la espalda como serpentina
igual a un campesino de pies marrones
hay convidados rodeando el mantel
atentos mirando al pez muerto en su centro
y vienen más al trote a probar el primer plato
trozan las sandías que salpican el jarabe fucsia
no se sabe si es de día o de noche, la cena es interminable
el botellón sigue goteando
la madre bate la crema
y no la ayudan las cajas negras que encierran la cocina
sombreros, tapados de la bisabuela en vez de un espacio
una empalagosa miel
eructan el placer del silencio cuando aquéllos vuelven a sus guaridas
los masajes de treinta segundos
el noticiero, amén
y la modorra que la madre limpia entre las cacerolas
él la lee en sus libros de los profesores de barba
pero el pequeño que nunca ha quebrado los huesos ni los jazmines
está preocupado por la noche
un monstruo de otra galaxia vive debajo de su cama
le hace cosquillas en vez de asustarlo
no sabe que el niño odia las cosquillas como el sonido del teléfono
no sabe que tiene muchísimos dedos
es por cierto un pulpo verde
lo pescó el padre un verano en que hizo calor
y lo guardó de recuerdo
el hogar de la postal está enfrente de un acuario
tiene flores en vez de enanitos de jardín
la madre sostiene la pared izquierda
él cubre de enciclopedias la humedad
el hijo y todos los otros niños del mundo
son los personajes de la historieta
conquistan la casa encantada
todo huele
polvo
***
prefiero la corteza no la miga
le dije
que me quedo
la síntesis de lo que odio y lo demás está acá
no soy más la del escondite preferible
no hay días contados ni el intrincado plan de lo futuro
las relaciones diáfanas con los animales no existen como antes
estoy sensible, le dije
acaricio a los niños como algodón de azúcar
quiero un poco de milagros cerca de mi barrio
el deseo habla de otras mentiras
él es una nuez
y el complejo de electra no cabe en nosotros
no hay madres, ni es a él a quien le hablo
lo lúgubre de la desunión son los restos
las formas
me uno a la plegaria
porque soy poca cosa entre lo raro
porque es necesaria la alteración del equilibrio
***
un déjà vu
que el placer no es un error
ni la biblia la última epopeya
hay mucha gente muchas vestiduras
en las fiestas de ahora
así las madrugadas no pueden
temer sus sonrisas verticales
ni las buenas maneras
todos ganan el partido si buscan poco
pero sabemos
ni corriendo podemos salvarnos
ni atando cuerpos a los propios
que el amor no es eso
tiene otra música de fondo
***
a Itzel Sosa
o como imagino ese estado de reiteración
hay redes sosteniéndolo todo
dormirán las hormigas
cerrarán los ojos como yo en este viaje ancho
a la hora de no obedecer
y acostarse en el extremo de la isla
se trata de mirar y alternarlo con verbos pasivos
porque se suceden los objetos que flotan
el mundo es una inundación
y sobrevivieron los de forma de medialuna
los reyes tienen el sexo en el centro
hasta los que nadan comprenden
que ya no son los pulmones los que nos bombean
es el aire mismo
veo algo acorralado
en un pequeño remolino veo plumas
es como ser hojas de otoño
caemos
cocinamos al fuego
corremos cuando el agua descansa
el recreo no perturba el orden
somos niños que construyen palacios con ladrillos de madera
y volvemos a ser héroes con el estómago lleno
nos hablamos en señas
el idioma es patrimonio del otro
dicen que la marea atacó diferente
acá pican mosquitos dos horas al día
más al sur una madre llora
y hubo zonas con plagas de histeria
pero no se desangran los amantes
siguen persiguiendo la tierra neutra
la que los arrope con lo necesario
porque esta ruta ya fue recorrida
y el destino es otro viaje
se toman de las manos sin tocarse
el fracaso es apenas una pelusa
escuchan que sumergieron a la primera mujer
con sales y aceites
como nos salpican los bordes de la nave
una enorme bañadera blanca
se deja guiar por oscuridades intermitentes
por deseos
hay también una música que nos canta el curso
doscientos setenta grados
en unas horas verán dinamarca
y thor podrá dormir con frío
cuando venza el plazo beberemos líquido dulce
nos creímos extraviados
pero no vamos hacia una costa muerta
sólo en lo inmóvil se ven las semillas
de lo que ya creció
y nuestro miedo es más inmenso aún
tengo que aprender qué del cansancio
de esa nausea pequeña y eterna
soy más concentración menos pez
desearía que me salvaran
mientras pienso cada pliegue del agua
cuando por fin la tierra la trepo la piso
exagero estar quieta
y empiezo a extrañar mi rostro húmedo
la hamaca
hay jornadas en que las horas
son gotas del espanto
ningún abrazo puede contener esa desilusión
en mi silencio se esconde una ciudad perdida
el mapa está dibujado en mi vientre
y otros en que el sol le canta baladas a su reflejo
cuerpos de sal
suspiro al distinguir manchas de espuma
en los riscos
llegamos a puerto
y ahora lo veo
soy mi única costumbre
***
a Marosa di Giorgio
la madre amasa con la espalda como serpentina
igual a un campesino de pies marrones
hay convidados rodeando el mantel
atentos mirando al pez muerto en su centro
y vienen más al trote a probar el primer plato
trozan las sandías que salpican el jarabe fucsia
no se sabe si es de día o de noche, la cena es interminable
el botellón sigue goteando
la madre bate la crema
y no la ayudan las cajas negras que encierran la cocina
sombreros, tapados de la bisabuela en vez de un espacio
una empalagosa miel
eructan el placer del silencio cuando aquéllos vuelven a sus guaridas
los masajes de treinta segundos
el noticiero, amén
y la modorra que la madre limpia entre las cacerolas
él la lee en sus libros de los profesores de barba
pero el pequeño que nunca ha quebrado los huesos ni los jazmines
está preocupado por la noche
un monstruo de otra galaxia vive debajo de su cama
le hace cosquillas en vez de asustarlo
no sabe que el niño odia las cosquillas como el sonido del teléfono
no sabe que tiene muchísimos dedos
es por cierto un pulpo verde
lo pescó el padre un verano en que hizo calor
y lo guardó de recuerdo
el hogar de la postal está enfrente de un acuario
tiene flores en vez de enanitos de jardín
la madre sostiene la pared izquierda
él cubre de enciclopedias la humedad
el hijo y todos los otros niños del mundo
son los personajes de la historieta
conquistan la casa encantada
todo huele
polvo
***
prefiero la corteza no la miga
le dije
que me quedo
la síntesis de lo que odio y lo demás está acá
no soy más la del escondite preferible
no hay días contados ni el intrincado plan de lo futuro
las relaciones diáfanas con los animales no existen como antes
estoy sensible, le dije
acaricio a los niños como algodón de azúcar
quiero un poco de milagros cerca de mi barrio
el deseo habla de otras mentiras
él es una nuez
y el complejo de electra no cabe en nosotros
no hay madres, ni es a él a quien le hablo
lo lúgubre de la desunión son los restos
las formas
me uno a la plegaria
porque soy poca cosa entre lo raro
porque es necesaria la alteración del equilibrio
***
un déjà vu
que el placer no es un error
ni la biblia la última epopeya
hay mucha gente muchas vestiduras
en las fiestas de ahora
así las madrugadas no pueden
temer sus sonrisas verticales
ni las buenas maneras
todos ganan el partido si buscan poco
pero sabemos
ni corriendo podemos salvarnos
ni atando cuerpos a los propios
que el amor no es eso
tiene otra música de fondo
***
a Itzel Sosa
“qué tristeza ser alguien,/qué público”
Emily Dickinson
no se ve el fondo de mí
una serpiente se comió la primer atadura
nací apartándome, nací con mucho pelo
migraron algunas aves y pude leer y lo que hacemos todos
dibujar figuras, huir
la mujer faltó y tuve que aprender tocando
pasillos de adrenalina
los años en donde el animal está en celo
de que caníbal huíamos
qué queda
un estacionamiento privado
la escalera sube
dos pares de ojos fagocitándose
un vómito color malva
el carbón se extingue
y precipita mi estepa
soy yo la que me sucedo en explosiones
qué público es ser alguien
y saber que las serpientes seguirán devorando mis nudos
***
ellos como animales espantados
barriletes sin hilo
muertes chiquitas como arañas
no hay apuro sino infidelidades
en mi íntima forma de olvidar
un continuo donde nada deja de existir
son sumas, adiciones al alimento del leteo
y desnuda siento mejor
una oruga en la boca del tucán
su recompensa
***
hay quien corrige el tumulto
porque no puede hacer otra cosa
y la mujer se regodea en los motines
sabe que el ocio es su lucha
no se apena por la niebla
dilata el primer instante
pero la mancha se multiplica rápido
son varias las noches
no hay orden posible
le cuesta olvidar que no es el día siguiente el mejor día
quiere más
espera que él evacue sus palabras
deje de hablar de cine y asuma lo propio
el otro duerme como todos los hombres
mientras los vacíos se vuelven transparentes
y se necesita menos del relleno
***
mi padre podría haber sido el del cajón
pero murió otro
hay que dotar de nuevos poderes a las flores
hay que repetir nuestra insignificancia
vivimos espacios similares
él, sus mujeres
yo y los estallidos de cada guerra
entre el complejo y el culto
leí ese viernes un libro, bailé desprevenida
la imagen de un ciego buscándome
los cuerpos como pinturas abstractas
poca luz
pero en algunos entierros cantan, ríen
y a su vez hay niños que se comprometen
nunca vi tantos regalos para una boda
hace falta uno menos para la posibilidad de uno más
o son esas las ilusiones que preferimos
***
“Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo.
No, no estoy sola. Hay alguien aquí que tiembla.”
Alejandra Pizarnik
pero podría llamarte y comprobar también tu soledad
guarecerme en las colecciones de sentido
que vienen con el diario del fin de semana, con las películas después de las doce
entre nosotros
quedan cuadritos e impactos, pocos objetos
fuimos básicamente agua
pretendíamos los océanos, respirar como los peces
dejar la sede local del idioma
traducirnos
qué fue
escribo acerca de piletas
con escaleras para salir por las esquinas
nadadores
qué es lo que pretendo contener
voy a seguir buscando lo que no sos
en parques, subtes, lugares secos
hay pruebas
empiezo a preferir las flores a las algas
la música con percusión
dormir cómoda
porque los otros deben saber mis reglas
la deshidratación es más larga de lo que creía
De, Liquid Paper
Guadalupe Wernicke
Guadalupe Wernicke (Buenos Aires, 1982) es poeta y Lic. en Sociología de la UBA. Trabaja en un Programa de prevención social del delito en el Barrio La Cava, codirige VOCAL, revista para escuchar de música y poesía y dicta talleres de creatividad literaria para niños y jóvenes. En el 2005 publicó el libro de poesías Viboritas de mar. Su libro Liquid Paper esta en vías de publicación.