Escribo diariamente, en libretas que llevo en el bolso y que termino usando también como agenda, memoria diaria de deberes y otros apuntes que se traspapelan y pierdo. Cada vez que compro una nueva libreta hago una promesa de que en ella sólo voy a escribir poemas preciosos, bien terminados, o apuntes de paseos, que es lo que más me gusta hacer cuando hay buena luz. Pero enseguida rompo el trato y en la libreta empiezan a hormiguear textos de todo tipo y en el fondo creo que está bien ese laboratorio ecléctico donde la vida y el arte dialogan y se nutren mutuamente. Escribo desde la mañana, de todo un poco, apuntes para dar clases en la escuela, una canción que quedó sin letra, o que empecé en alguna de esas libretas acordeonadas de tanto manosear y viajar en el bolso. A veces las encuentro, otras, recuerdo una parte y lo demás lo vuelvo a inventar.
Mis primeros cuentos los escribí alternativamente en cuadernos y en computadora, mi novelita Monotremata, toda a mano en un block de hojas amarillas adentro de una carpeta de Billiken. El poemario Ramufo di Bihorp, en un block rosa de Jaliné, una marca de lencería que vendía mi viejo. La mayor parte de los poemas me salieron en el bar del club “Ford T”, de Santo Tomé, a media mañana. Yo era cadete, paraba la bici y me pedía un aperitivo, del tipo, cazuela de mondongo, daditos de cerdo, etc, con fernet, el primer poema dice “sello con anillos de fernet / el libro de quejas…”
La novela “El espíritu del joven Borja” la escribí casi toda en una agenda vieja de esas con tapas de cuerina inflada, en un barco, en Ibiza, donde viví de trabajar como grumete de un crucero particular. En la tapa tiene una pegatina de una escuela de buceo, con una foto de un hombre rana buceando en unas grutas. Bueno, ahí está el texto casi completo, con apuntes, poemas, dibujos y mapas fotocopiados que usé para ir orientándome. Esa la escribí entera a mano y la procesé en computadora, estuve tres años con esas 100 y pico de páginas, hasta que quedó bien. Muchas veces aprovecho algunos de los dibujos o poemas marginales para armar otro texto, paralelo, pero como en el aura de la misma intensión estética, creo que cada momento de escritura compone o ensaya una experiencia única, no creo en el progreso del escritor. A ese momento en que varias cosas se ponen a orbitar juntas yo le llamo Oportunidad, y en esa categoría precaria que se me ocurrió, incluyo también toda la vida. Nunca podría pensar, mientras escribo, en términos de inmanencia. Creo que esa idea funciona saludablemente para calibra ciertas operaciones de lectura o análisis.
Escribo lo que surge en un momento y eso funciona como el manchón de tinta desde el que comienzan a aparecer el esbozo de ciertas figuras. Sé que en algún lugar de mi mente o de mi psiquis, no muy bien definido, alienta un proyecto, una onda, por decirlo de alguna manera, pero trato de no formularlo de entrada porque ya lo he hecho, eso de consignar una estructura en apuntes. No me sirven las palabras, tienen demasiada legalidad una vez escritas, prefiero la significación más difusa que puede proveer como guía un dibujo, o una imagen, a la narración. Además me cuesta pensar en que algo que escribí sea para luego descartarlo, todo lo escribo como para siempre, por eso no corrijo mucho después, hago como esos discmans que tienen memoria proyectiva y corrige el error sobre la marcha. Demoro mucho en escribir algo, pero cuando lo tengo ya está. Después, lógicamente, reviso la coherencia, me limito a mover bloques, para que, como en el caso paradigmático de Cervantes, mis personajes no vuelvan a montar, como Sancho, el rucio que perdieron unos capítulos atrás. Investigo mucho la superficie, las largas descripciones son el manifiesto de mi manía naturalista, de chico quería ser entomólogo, como el personaje de una novela que se la pasaba recolectando y reseñando bichos en una libreta. Soy muy haragán para ponerme a investigar, a estudiar un tema, generalmente escribo sobre lo que ya sé, salvo en una vieja novelita inconclusa que trata sobre una madre monstruosamente virgen y que para darle sustento tuve que revisar varias páginas de papers sobre bioética.
Aquí nada más voy a agregar que sí, que cajoneo libros o textos que después releo y con suerte adopto de nuevo, otros quedan archivados o los pierdo. Pero no destruyo a propósito, le tengo miedo a esa violencia, le tengo miedo a la violencia en general. Trato también de no contaminar de mi miseria las páginas que escribo, o al menos si no tienen más sentido que ese utópico de la “expresión de sentimientos”. Trato de ser responsable y amable “que sino escribiera fuego /quemaría el idioma / ¿y luego?”, como digo en La cotilla de la lengua.
Para mí la poesía es un laboratorio de lengua, una disciplina, o juego, en cuyo as de connotaciones se me aparece la imagen del científico loco encerrado en su gabinete desculando sentidos. Está orientada a captar las modalidades con que opera la lengua para comprender y afirmar el mundo. A mi modo de ver supone un tratamiento crítico, estético, de una materia (el lenguaje) a partir de la cual el hombre y su mundo se hacen posibles. El poeta está alerta a que esa fuerza permanezca activa y continué rindiendo en favor de cierta idea de justicia, un ideal de “bondad o verdad” a la que Bajtín llamaba Responsabilidad, vale decir, la capacidad de responder a un estado de cosas revisándolo, proponiendo nuevas versiones, confrontándolo, adscribiendo a él, etc.
Mis primeros cuentos los escribí alternativamente en cuadernos y en computadora, mi novelita Monotremata, toda a mano en un block de hojas amarillas adentro de una carpeta de Billiken. El poemario Ramufo di Bihorp, en un block rosa de Jaliné, una marca de lencería que vendía mi viejo. La mayor parte de los poemas me salieron en el bar del club “Ford T”, de Santo Tomé, a media mañana. Yo era cadete, paraba la bici y me pedía un aperitivo, del tipo, cazuela de mondongo, daditos de cerdo, etc, con fernet, el primer poema dice “sello con anillos de fernet / el libro de quejas…”
La novela “El espíritu del joven Borja” la escribí casi toda en una agenda vieja de esas con tapas de cuerina inflada, en un barco, en Ibiza, donde viví de trabajar como grumete de un crucero particular. En la tapa tiene una pegatina de una escuela de buceo, con una foto de un hombre rana buceando en unas grutas. Bueno, ahí está el texto casi completo, con apuntes, poemas, dibujos y mapas fotocopiados que usé para ir orientándome. Esa la escribí entera a mano y la procesé en computadora, estuve tres años con esas 100 y pico de páginas, hasta que quedó bien. Muchas veces aprovecho algunos de los dibujos o poemas marginales para armar otro texto, paralelo, pero como en el aura de la misma intensión estética, creo que cada momento de escritura compone o ensaya una experiencia única, no creo en el progreso del escritor. A ese momento en que varias cosas se ponen a orbitar juntas yo le llamo Oportunidad, y en esa categoría precaria que se me ocurrió, incluyo también toda la vida. Nunca podría pensar, mientras escribo, en términos de inmanencia. Creo que esa idea funciona saludablemente para calibra ciertas operaciones de lectura o análisis.
Escribo lo que surge en un momento y eso funciona como el manchón de tinta desde el que comienzan a aparecer el esbozo de ciertas figuras. Sé que en algún lugar de mi mente o de mi psiquis, no muy bien definido, alienta un proyecto, una onda, por decirlo de alguna manera, pero trato de no formularlo de entrada porque ya lo he hecho, eso de consignar una estructura en apuntes. No me sirven las palabras, tienen demasiada legalidad una vez escritas, prefiero la significación más difusa que puede proveer como guía un dibujo, o una imagen, a la narración. Además me cuesta pensar en que algo que escribí sea para luego descartarlo, todo lo escribo como para siempre, por eso no corrijo mucho después, hago como esos discmans que tienen memoria proyectiva y corrige el error sobre la marcha. Demoro mucho en escribir algo, pero cuando lo tengo ya está. Después, lógicamente, reviso la coherencia, me limito a mover bloques, para que, como en el caso paradigmático de Cervantes, mis personajes no vuelvan a montar, como Sancho, el rucio que perdieron unos capítulos atrás. Investigo mucho la superficie, las largas descripciones son el manifiesto de mi manía naturalista, de chico quería ser entomólogo, como el personaje de una novela que se la pasaba recolectando y reseñando bichos en una libreta. Soy muy haragán para ponerme a investigar, a estudiar un tema, generalmente escribo sobre lo que ya sé, salvo en una vieja novelita inconclusa que trata sobre una madre monstruosamente virgen y que para darle sustento tuve que revisar varias páginas de papers sobre bioética.
Aquí nada más voy a agregar que sí, que cajoneo libros o textos que después releo y con suerte adopto de nuevo, otros quedan archivados o los pierdo. Pero no destruyo a propósito, le tengo miedo a esa violencia, le tengo miedo a la violencia en general. Trato también de no contaminar de mi miseria las páginas que escribo, o al menos si no tienen más sentido que ese utópico de la “expresión de sentimientos”. Trato de ser responsable y amable “que sino escribiera fuego /quemaría el idioma / ¿y luego?”, como digo en La cotilla de la lengua.
Para mí la poesía es un laboratorio de lengua, una disciplina, o juego, en cuyo as de connotaciones se me aparece la imagen del científico loco encerrado en su gabinete desculando sentidos. Está orientada a captar las modalidades con que opera la lengua para comprender y afirmar el mundo. A mi modo de ver supone un tratamiento crítico, estético, de una materia (el lenguaje) a partir de la cual el hombre y su mundo se hacen posibles. El poeta está alerta a que esa fuerza permanezca activa y continué rindiendo en favor de cierta idea de justicia, un ideal de “bondad o verdad” a la que Bajtín llamaba Responsabilidad, vale decir, la capacidad de responder a un estado de cosas revisándolo, proponiendo nuevas versiones, confrontándolo, adscribiendo a él, etc.
Una cacería rápida
En ayunas salgo a ver amanecer
todavía están prendidas las luces del Centro
Armo un bigote rubio de tabaco y fumo
contra el aire frío
Los pastos congelados, el tanque de oxígeno
Las cabañas familiares alineadas
contra el cerco de pinos negros
Pasa un ordenanza, saluda: buen día
está muy desabrigado
Se apagan las luces y se abre el resplandor
Dos calandrias gordas picotean deshechos
mi nervio adormecido. Toda la noche
de un tirón soñando con un hombre
que me quiere vender matas perfumadas
para ahuyentar los mosquitos
cuando arrimo la nariz, se desperezan
Son animales extraños
que hay que domesticar
Yo los rechazo, son mamíferos
no sabría qué hacer con ellos
Servirles la leche temprano
para que no se vuelvan locos
y empiecen a destruir con sus hocicos
la tranquilidad
Vas a salir con la gorra de tu padre
Es azul eléctrico
con una diadema dorada de laurel
bordada sobre la visera
estilo el logo de Fred Perry
que me regaló un dj amigo
Esperaste varios meses
desde que te la pasé
para animarte a usarla
un poco por la fama insoportable
de tu viejo en las tarimas
y otro por la locura acumulada
en el vacío de la bocha
muchos restos de house
Kevin Yost
y rolas anfetosas
de la santa fe 2000
Vos pegaste un fantasmita azul
bailaste hasta las 11
y te fuiste a dormir un rato al auto
Cuando tu cara volvió a brillar como una luna
como cuando eras bebé
mandaste un mensaje a tus amigos
para que te fueran a abrir
La pista del after dura
y vos con la gorrita azul
los anteojos
y un poquito más de barba
Te llegó entonces mi whatsapp
Todo bien?
Me contestaste una foto
donde somos dos gotas de agua
de Cacería rápida, Ediciones Caleta Olivia, Buenos Aires, 2016
Raine
Kevin, amigo, estoy emocionado
¿Sabés por qué amibito?
Porque tus ojos son tan distintos
a todos los ojos que vi, inclusive de animal
que me pierdo, al punto de no querer ser
más yo, ni mundo, sólo vos, y esa armonía
donde la realidad se pierde en otra con olor
a plasticola –Narnia sintética, cuello de pelo
de león locura, de corazón así de tierno-
La otra vez, dormido
metí la nariz en un pliegue de tu brazo
y aparecí en un jardín oscuro
donde un zorro merodeaba unas calas
monogramadas con hilo de plata
una caligrafía muy fina, con letra de zurdo
que apenas empecé a leer se deshizo
con ese mismo hervor siniestro
que nos recuerda del sueño
para abandonarnos
en la almohada.
Pa
La dimensión es importante, pa, en eso tenés razón
como lo que decía Sarmiento sobre la Argentina
"el problema es la extensión", sólo que a la inversa
Dos chocándose en la cocina no llegan más que a los gnoquis
y la mesa puede trepidar como un puente de hierro abajo del cochemotor
si se amontonan muchos y en la tele pasan las carreras, shhhh
Pero en la costa, pa, en lo extenso, vos brillabas como un metal
con la arrogancia de los niños, como el basalto del fondo
del río Uruguay ni bien se saca la piedra
de la luz ciega del agua a la extática del aire
con nuestras voces de fondo.
Será que te estábamos muy encima?
En el bote, con tu sombra revoleando la línea
que me digas todo lo que sabés, de a poco
de Soledad Col, Iván Rosado, Rosario 2015
Dai
Falta un rato para que vuelva la señal
el huracán está a pleno en el cielo de santoto
La luz cortada desde las tres
Tengo dos pantallas portátiles prendidas
con carga de sobra
para escribir y escuchar
Muerte en la catedral
en la cama, con la netbook de Cristina
Suspendido el porno
Hoy me escribió Daiana: el arroyo de ahí
se llama picardía?
Encuentro esa pregunta
titilando en el facebook, y me acuerdo
de un cartel verde, claro, entrando desde rosario
antes de llegar al peaje
Hoy al mediodía, saliendo de clases
recibí un mensaje de papá:
FER. EN MEDIA HORA ME CASO BESOTE
Enfisema pulmonar
y con ello toda una serie de complicaciones
infiltración de líquido en lugares donde no debería
y dos por tres lo tienen que internar para sacárselo
duerme con una mochila de oxígeno
le tienen prohibido manejar, pero viaja
a Santa fe, con el suplemento puesto
como un astronauta
estaciona el siena en la vereda de mi hermana
y yo me tengo que enterar por un mensaje de ella
que el personaje llegó
le salgo al encuentro
juega con la beba a upa
es el mismo dramaturgo de siempre ensayando lágrimas
que rampéan por su nariz perfecta, sin excesos
de cartílago y dos graciosos huesitos,
me dice
si yo me quiero suicidar me como un salamín
y yo le digo, loco morite caminando por el patio
tomando mate,
dejá de fumar,
copate con algo, no pienses en la muerte, ponete a dibujar
como antes, en la parte de atrás de los remitos
vos dibujabas autos y chiflabas
re bien
de Etolia, Gigante, Paraná, 2014
Al rayo del sol
Las mañanas
Las antenas
Los
añosos eucaliptos
Se ve toda la playa desierta y sucia, con la arena clara endurecida y mezclada con gris, como si le hubieran soplado ceniza, las sombrillas de palo, con sus graciosos bonetes de paja cosida y un mechón castaño, suelto, y al voleo. El mangrullo de los bañeros, otros palos grises enterrados sin sentido preciso alrededor, como un palacio vegetal abandonado en una isla. Los otros mástiles son caños en L que sostienen los alójenos, pintados de rojo, y aparecen detrás de la escalera de cemento amarillo municipal.
Un poco más acá, más postes amarillos y bien enfrente, justo donde el río hace la curva, una cancha de fútbol con arcos también de palo, apoyada en uno de ellos la bici roja del pescador.
Domina la cancha una torre de alta tensión, parecida a cualquiera de nosotros, sólo que en versión gigante y duro, con dos bracitos cortos, de robot, parece estar levantando un alambrado para que pasen las chicas sin rajarse el bombachudo.
Viene el tren
Se escucha el pito venir de Santa Fe.
Desde el cartódromo un motorcito
le contesta con berridos de ternero.
Vine temprano a hacer reportajes a las garzas del bañado, por eso es que estoy parado al final del terraplén, haciendo equilibrio entre las trochas, que es desde donde mejor se ve todo el terreno anegado donde antes hubieron casitas y ahora pájaros que saltan cada dos por tres como si los descorcharan desde un refugio entre las matas.
Comienza a chasquear la vía como una víbora y al otro lado del río, cruzando el puente de hierro, ya se distingue la luz del frente de la máquina, así que salto.
Decía que vine a hacer reportajes a las garzas blancas y a las vacas locas, ahora que junio campea una mini primavera en este invierno.
Ya está viniendo el tren, y mientras dure su pasar no voy a ver las verticales rasas de la cinacina y de las pajas, incluso el ras cortito de esos patos marrones, las puntitas de las alas amarillas y los picos naranjados.
El último vagón es una chatarra roja, toda arruinada, como a balazos, donde van dos mozos de blanco que me saludan con las manos en alto.
Vuelvo a ver las vacas y los patos, la cinacina y la paja y ese ojo de agua como de mercurio meado.
El bañado.
Esta es la viga del presente
Por el terraplén viene el viejo ese, loco,
que pelea con el perro
Se sienta en una piedra y empieza
a enterrarse la mano tembleque
con arena.
Los arcos de las garzas
son parapentes de gasa
remontando atrás de él.
Se incrementan las chapitas
de los píos de los bichos
al traspasar los rieles
grises, de hielo.
Trepan tres desde el bañado, flacos cazadores de fija y honda,
toda la facha arrebatada, zapatillas coloradas, buzos de tela avión,
briznas de pasto imantadas a la fibra de los cuellos polar.
–Se comen las garzas.
Saltando en los rieles
parecen notas en un pentagrama.
–La otra vez, con los perros,
cazamos una banda.
Rewinnnn
Tres perros de esquina
Dos caballos sueltos
Un perro solo, de puerta,
Otros ladradores, invisibles
Castañuelas.
Th!
Th th th th!
Las puntas de las alitas amarillas
y el piquito como una cuncua.
Un jardín de lotos arrimados
a lo largo de la costa.
Un pescado muerto, panza arriba
Lo doy vuelta con un palo.
Todo el cuerito del lomo
Es atigrado.
Una banana en pijama
con las patitas comidas
por donde le va
saliendo el paño.
Una boga también muerta y panza arriba
removida todo el día
por el flujo
del agüita.
Pobrecita.
Llamas en la arena y todo al ras del agua y de las islas desde que el sol cabeceó el arco del horizonte y empezó a dar de coté. Cabecita de hornalla trepadora, asomada, vertical. Oro del aire veteado de plomo y otros grises, ¿qué se escurre?
Llego aquí sobre las nueve, echo todo un vistazo de 180º y me tiro en el pasto de la barranca que da a la arena de la playa. Veo siluetas que van apareciendo, como puntos de luz robados a la cera de la piel o a las chapas de la indumentaria, cosas que me revelan que aquí ya comenzó la rotation. La esgrima pelada de los corredores, de los caminantes a conciencia, de los que resoplan y escupen, químicamente removidos sus alvéolos, todo el complicado set aeróbico.
Hace mucho
La vía
Para allá queda Buenos Aires
Para el otro lado Chajarí y Brasil
Por abajo del puente cruza el arrollo
arrastrando agua lechosa de desagües
del mismo lado,
ahora que son las cuatro
empieza a venir el olor ácido y dulce del pino
y con las rachas calientes de viento
también el ruido de las sierras
del aserradero de Blasco
todos los ranchos desaparecen
al rayo del sol
el río no se ve
Dice el chico del Nébel
que sabe mucho de pájaros
“el hornero sabe caminar como nosotros,
levantando una pata por vez,
el gorrión va como esquiando
con las dos fijas para adelante
pero igual maneja bien
debe ser una cosa nerviosa
yo qué sé”.
Sentados en la chapa marrón del techo
de un galpón que dice
Vote Busti – Cresto
y uno con un ladrillo va y se pone a escribir
“Coger”
Se Al rayo del sol, Iván Rosado 2013
Fernando Callero
Poeta y músico nacido en Concordia, Entre Ríos, 1971. Desde 1990 radicado en Santa Fe. En 2000 se graduó en la Lic. en letras de la UNL. Publicó el libro de relatos El ojo de Víctor (Bajo la luna nueva 1999), al que siguieron Ramufo di Bihorp (Premio Provincial de Poesía José Pedroni 2000), la novela El Espíritu del joven Borja (Bajo la luna 2007), el e.pub de relatos eróticos Gustavito (de parado 2012) Diarios de viaje (Erizo 2013). Entre 2008 y 2013 publicó varios libros y plaquetas de poesía en editoriales pequeñas que luego fueron reunidos en el libro Al rayo del sol (Ivan Rosado 2013), al que siguieron Etolia (Gigante 2014), Soledad Col (Iván Rosado 2015) y Cacería rápida (Caleta Olivia 2016). Tiene 3 cds grabados con su banda Salvador Bachiller: Avión 2007, http://www.purevolume.com/salvadorbachiller Hermoso 2011 https://soundcloud.com/salvador-bachiller/sets/hermoso y Lorito 2016 https://salvadorbachiller1.bandcamp.com/releases Recientemente La gota Ediciones publicó su novela Monotremata.
Es columnista del Periódico Pausa de Santa Fe. Desde 2005 coordina talleres de escritura.
(Entrevista realizada en el año 2007, actualizada en 2017)