No podría definir qué es la poesía. Desde allí parto, y parto hacia una contradicción con mi yo más íntimo. Quiero decir, me enfrento constantemente a la pregunta ¿Qué es la poesía? A veces pienso que la poesía como discurso literario es más realidad que ficción, así como creo también que la institucionalización del arte construye un muro entre el autor y el lector. Me gusta la poesía cuando observo una búsqueda estética, pero también me gusta cuando leo un poema en forma de grito y ese grito es una montaña sola en medio del camino, que se puede ver a simple vista y no tiene tanto paisaje en el que detenerse. Quién no se sensibiliza con una montaña sola a la vera de una carretera. Es necesario no decirlo todo, pero también es necesario decir lo que haya que decir de algún modo liso y llano porque del propio lenguaje subyace otro lenguaje aún más profundo que surge en forma de símbolo. Si digo “Ahora que ya no estás” no sólo estoy diciendo que antes en una posición X había algo que ya no está, o ya no se está, estoy diciendo también que un vacío recorre el discurso y ese vacío es una especie de símbolo que se apodera de lo escrito y es ese pseudosímbolo el que invita a una experiencia. Si la poesía puede “volverse seca y dura” o si es “hostil al capitalismo” es porque el arte no sólo tiene una función estética, sino también una incidencia social, la cual hoy tiene una tarea muy difícil con este invierno neoliberal que se amontonó en nosotros, y es por esta razón que considero a lo liviano como correcto.
Particularmente, me desparrama el arte que está bien dicho, con sus recursos y su marencoche. La poesía también puede decirse, hacerse entendible, invitar a un paseo, con una palabra concreta, un verso entendible, para que de algún modo u otro también se faciliten esas formas sencillas del decir lo que falta. Considero que es necesaria una búsqueda en la que los lectores no solo tengan que perseguir significados, sino también sentir en la piel, en el alma, en su ser.
En ocasiones hablo como estudiante, y creo que nuestros alumnos no se acercan a la poesía porque los llevamos a pasear por lugares incorrectos, lejanos, por sitios devastados, por siglos extintos. También me pasa esto de pensar “La poesía puede ser mucho más que una buena metáfora escondida en un verso, mucho más que una imagen hermética” y eso no apunta a bajar la calidad de la obra ni a subestimar al lector. Justamente, es invitar a ese viaje del que hablo, ese lugar en el que la realidad no puede ser expresada por medio de una ficción, sino un lugar en el que la literariedad pierda por un bien común. Me pregunto si la realidad habita en la ficción o si la ficción habita en la realidad y es una respuesta que no tengo, pero prefiero seguir diciendo que amo como aman los gatitos que juntan saliva en la boca.
Cuando me siento a escribir no pienso en planes, respiro, escribo y a veces, escribir simplemente es acercarse a otro de un modo leal. Es decirle: Acá tengo un par de palabras, fíjate qué hacés con eso. En uno de mis poemas digo: Probando unos tallarines/ que hicimos/ porque ya no quedaba nada quiero decir, lo que sucede con lo escrito es sencillo, llano y hasta puede parecer vacío, pero si busco una experiencia del lector, un juego de sensaciones, un movimiento, creo que los lugares ya habitados son un buen lugar para construir una estética, y allanar el camino para que un otro construya la suya.
La escritura es recursiva, ya sea académica o artística. No creo que se pueda escribir sin volver a revisar, ya sea corrigiendo, reescribiendo o de la forma que se adopte, pero siempre volver es un indicador de que se está buscando algo más que una expresión, volver al escrito es buscar una sombra para sentarse con otro.
Poemas
Reincidencia
Me apena mucho que pienses
que cuando me como las uñas
entro en un trance indiferente
en el que persigo el dolor.
Desconozco si alguno de los dos
puede realizar una acción
con el único fin de lastimarse.
Al fin y al cabo ¿Dónde residen
los dolores que el alma eyacula?
De alguna manera u otra
tenemos que robarle al cuerpo
lo que está de más.
Mantenimiento
Limpio la biblioteca
los libros
se suspenden a mirarme
por debajo
lo hacen también
las notas que tomé una vez.
Los rompo a todos
con la pequeña intención
de que de ellos nada quede.
Como si se pudiera
romper el tiempo
después de haber vivido.
La gorra
Me hice amigo de una hormiga
que salía todas las mañanas de mi cómoda.
Le pregunté qué se sentía ver el mundo
desde tan abajo y me dijo
que aunque fuese pequeña,
venía viajando desde Kazán,
que había cruzado el océano
con su compañera en la gorra
de un capitán ruso.
Me comentó que migraron al país
por conflictos ideológicos
teológicos, geográficos
se animó
a opinar al respecto.
Dijo que nuestro mal no es la extensión
sino que pensamos que los pequeños
siempre van a mirar desde abajo.
Lealtades
Amo
como aman los gatos que,
antes de lamerlo a uno,
juntan saliva en la boca,
piadosos,
para que no padezcamos
la aspereza de su amor.
Amaicha del Valle
Nos paramos en la ruta
sin nada
el fin último:
dejar todo al azar
un encuentro donde impera
lo que no existe
lo imposible de ser realizado.
Me pregunto si vos también
le tenés miedo a los viajes
no planificados.
Tengo ganas de salir corriendo
pero tengo una convicción:
nada que no se haya pensado
puede salir mal.
Misael Castillo
Soy Misael Castillo, tengo veinticinco años. Soy estudiante de Lengua y Literatura, trabajo como operador telefónico mientras pierdo vida para poder vivir. Cuando no estoy estudiando ni atendiendo reclamos escribo, y generalmente escribo bastante para respirar un poquito mejor. Soy de un pueblo al norte de Santa Fe que se llama Tostado, pero vivo en Reconquista. Publiqué Robarle al cuerpo lo que está de más por Ediciones Presente (una idea de Tamara Domenech). En ese libro confluyen un poco las ansiedades, las resignaciones, la inmediatez y la sencillez.
1 comentario:
Te felicito "MISA" (como te decimos nosotros).....palabras con un sentido muy puro....nacido de adentro....con la expresión en la piel....un gran abrazo...seguí creando y soñando...tu primo Dany.
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