domingo, octubre 10, 2021

JAVIER GALARZA

 



La escritura y su lugar recóndito y su algo de juego de niños.

Las escondidas. Los espejos. Mansión en la que adentrarse transgrediendo reglas y prohibiciones. Hacia el mudo -imposible- lugar del encuentro entre las palabras y las cosas. 

La saciedad los dioses dormidos,

la cercanía en lo lejano

y aun así lo tan mudo.

Todo eso que no cesa de no escribirse ni decirse, aproxima la piel a un encuentro que es primero sugerencia, detenimiento y promesa.  

El trazo nos insinúa, somos insinuados.

Delación de nombrar un imposible, milagro incompleto, vaga promesa de quietud. Es decir, para no decir para decir, y así.

Esta añoranza particular que produce algo que nos encuentra donde no estamos. Lo evasivo del mundo permeando nuestras pieles hacia un encuentro posible. Tal vez. 

Escribo sobre temas que me convocan y sí, investigo. Entre lo que me interesa están los lugares abandonados (la afición que venían despertando en los fotógrafos y en los artistas en general, parecían anunciar este mundo apocalíptico). Esto que llamamos pandemia (lo estoy trabajando a través de la filosofía y de Artaud), Me atrae el pensamiento de Oriente. Hölderlin y sus intentos de crear una religión poética. Los alfabetos y sus puertas, sus errores, sus aciertos. Lo infinito de las combinatorias. Cada letra como una llave, un código o una trampa que aumenta el acierto, el error o la neutralidad del universo. Ante lo explícito de un ensayo o una narración que abundan en explicaciones, el discurso poético es un salto sin red.

A veces es necesario dejar descansar un texto. La corrección es una reescritura, a decir verdad, nunca doy un texto por cerrado, ni siquiera cuando se publica. Tengo por lema que los libros no se cierran, en ningún sentido. Incluso nunca los “dejo morir” en la biblioteca. Busco un arte que ataque y ampare. Te diría que la corrección es parte de un permanente work in progress donde, como dice Beckett, intento fracasar más, fracasar mejor. Pero el deseo es tan grande que si alcanzo lo que busco, algo se cancela y debo pasar a otra cosa. “La imperfección es la cima” escribió Bonnefoy casi como si respondiera a la esterilidad que delata Sylvia Plath en su verso que dice “La perfección es terrible, no puede tener hijos”.

La poesía es imagen y ritmo, melodía. Creo que ambas artes, la plástica y la música, dialogan con el trabajo poético. Suelo recordar que el poeta Osip Mandelstam escuchaba una música y entraba en un estado de violenta excitación hasta que llegaban las palabras. A veces un cuadro o una foto o una melodía nos colocan en ese estado cuyo desafío es hacer escritura. No olvidemos que dos de nuestros mejores poetas, Alejandra Pizarnik y Miguel Ángel Bustos estudiaron pintura con el mismo maestro, el pintor Battle Planas. Entonces mi procedimiento es no sistemático, más allá de que me gusta escribir a las cuatro de la madrugada con muchos libros como herramientas. Entonces llega el día y las perturbaciones del mundo no llegan a derrotarme.

 

Poemas

 

 

EL MAESTRO LIN CHI CITA UN VIEJO REFRÁN

 


El maestro Lin Chi dice «deja que ruja el león

y ay del cerebro de los pequeños zorros».

Caminamos y es virtud del enemigo

no mostrar su rostro

sino sus efectos.

 


 

EL VESTIDO AL REVÉS

 


Yo era la idiota de tu circo

con un vestido y una mueca

por qué agarraste mi mano

por qué rasgaste mi ropa

por qué pegaste?

si yo cosía los botones

de mi vestido en la espalda

por qué me abriste?

si mi rosario era un pueblito

de palomas que se volaban

cuando te acercabas.

 


 

KAWABATA:   

                                                    

El cuerpo de una durmiente                    

tiene casas, cobijas y drogas;                                                        

mirá las tizas del kabuki                                

las cosquillas, sus ombligos.                                                     

El cuerpo de una drogada                           

tiene peluches, elásticos y guitarras;                                                         

quizás algo de tu memoria.                                               

Cada día intentamos la senda recta,         

pero al penetrarlas,                                                

nos encontramos                                          

con el daño hecho.  

 


 

ARS

 


A veces quisiera ser

un antiguo poeta chino

cuyo decir se ha vaciado

hasta lograr un poema

con muy pocos elementos:

alguien que pronunciara

la palabra viento

y apenas susurrada

algo se meciera allí.

Un músico que dispone

de tres botellas

para mostrar su arte.

Un carpintero pobre un trazo

extender una oración como un mantra.                                                 .

Puntuar: Decir. El viento. Aquí. Esta noche.

Escribir: la luna brilla sola entre los árboles

y aprender a desplegar

el misterio de esta pregunta:

¿No está sola la luna brillando entre los árboles?

¿No está sola la luna brillando entre los árboles?



Javier Galarza

 

 

(clase -1995)



Javier Galarza es poeta y ensayista. Nació en 1968 en Buenos Aires. Dio cursos en la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino. Publicó los libros El silencio continente (2008); Reversión (2010, Tropofonia, Belo Horizonte), refracción (añosluz, 2012); Cuerpos textualizados (Letra Viva, 2014, en coautoría con Natalia Litvinova); Lo atenuado (audisea, 2014); Chanson Babel (Buenos Aires Poetry, 2017); el ensayo La noche sagrada (audisea, 2017); Für Alina (Ediciones en Danza, 2018); el ensayo La perfecta desnudez (Letra Viva, 2018, en coautoría con Leonardo Leibson y María Magdalena) y participó con sus notas en la edición de H.D –Qué son las islas, Llantén, 2018, (traducciones de Tom Maver).  En narrativa editó Diez cuentos góticos por La Docta Ignorancia, en 2019. Actualmente trabaja en proyectos a ser editados próximamente.

 

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