miércoles, diciembre 06, 2006

ENRIQUE SOLINAS


Es posible que la poesía sea el lugar de las apariciones donde recreo gestos de ausentes, voces y caras en extrema conjunción; puede ser el espacio en donde expreso aquello que no puedo; el tiempo detenido en el instante de la revelación; la sombra de una respuesta; el hilo que conduce hacia las zonas más lejanas del mundo; la imposibilidad de ordenar el caos; la capacidad y necesidad por describir lo imposible. La noche es mi país, las voces de los muertos habitan las palabras y los sueños, y corporizan su imagen hasta el silencio. "¿Hasta cuándo –me pregunto–, hasta cuándo?". Y sin hallar respuestas, continúo escribiendo sobre esta condición. En un principio, la escritura fue como un exorcismo. Pensaba que si escribía sobre aquello que me inquietaba, dejaría de sentir el horror, la angustia, el miedo. Luego comprobé que eso convive y evoluciona con uno, pero que no desaparece. También aprendí que es bueno tener miedo por algo, alguna vez, de vez en cuando. Nunca me sobrepongo a la muerte y sus diversas formas. Cuando sucede, me vuelvo niño, quedo en estado de congelación, no comprendo, desaparezco, me transformo en ausente. Entonces escucho el silencio. Quizá por eso escribo, para entender la realidad del silencio en el silencio, para encontrar un sentido al sinsentido. Profunda conmoción, grito de papeles. Una aproximación hacia lo inevitable. Es necesario el verso encantatorio, en equilibrio con la precisión del decir. El poema aparece, pero se inscribe en un proyecto. Así escribo. Aparece una idea general que da unidad al conjunto de poemas y desarrollo diversas aristas de esa temática. Leo, investigo, consulto. Así escribo: con distracción e intención. La poesía me traduce. La poesía es una pregunta. A veces aparece, en algún momento del día, una frase o imagen que considero poética. Yo llamo a ese momento "instante de lucidez". Por lo general, aparece cuando estoy cansado y, en realidad, se expresa mi inconsciente. La recuerdo, la anoto en una libreta, la repito varias veces para que quede grabada en la memoria. Luego, a partir de esa frase o imagen, el poema comienza su construcción. La idea y la música deben estar en equilibrio. Si no logro una forma apropiada, pero el decir es importante para mí, sacrifico la música, me permito esa imperfección. Anterior a la escritura, está el acontecimiento. Luego, el proceso de asimilación, la interpretación del suceso. Después, la escritura de la poesía, la acción concreta que cierra un proceso, que inaugura una nueva situación. Yo soy el poema y así me escribo. Me escribo para deshacerme de mí y que los receptores del poema se apropien de él, hasta mi desaparición.

Me gusta corregir. Disfruto mucho de ese proceso porque analizo distintas posibilidades sobre la cuestión a tratar. A veces me canso y guardo los textos durante meses. Luego, los vuelvo a leer y continúo. Escribo nuevos textos que se van acoplando al proyecto hasta que en un momento sé que el trabajo está terminado. Intuitivamente, sé cual es el punto final. A veces, la corrección implica que rescate un verso de lo escrito, un final, un comienzo. Muy pocas veces, un poema surgió de principio a final sin correcciones. No hay reglas ni recetas para esta cuestión. El oído y el sentir son los que mandan, los que señalan el acierto o el error. Golpes de claridad y sombra, lejos aquí hay alguien que reza. El poema, forma de oración, plegaria arrojada hacia el centro de la ausencia.


Poemas


I



En un sueño prohibido que todavía flota en el espacio,

universo de espejos en donde un globo rojo

resalta en la oscuridad,

y en un cielo de cuerpos donde una oveja

corre tras el rebaño que la persigue

y así,

en tiempo indefinido,

el rebaño no alcanzará a la oveja

ni la oveja alcanzará al rebaño;

ni el sueño

–como barco sin nombre–

encontrará algún puerto,

ni el globo rojo dejará de multiplicarse.

Y puede ser un hospital enfermo

donde me encargo de limpiar

lo imposible.

Y pueden ser

las calles sucias de un hospital,

las veredas contaminadas.

En un sueño confuso donde el amor y el odio celebran una fiesta y en un sueño muy nítido donde el amor y el odio ríen un funeral,

existe alguien,

alguien que dice

una palabra:

ángel partido en dos que aumenta la distancia entre el significado y el objeto. No hay unión. Hay un mostrar el Caos como forma de Orden, un despliegue de cartas que el destino marcó y unos dados que ruedan incesantes a la espera del número perfecto.

Una palabra,

alguien que dice:

aquí empieza el camino donde caminarás el lenguaje de la furia,

donde tu sed querrá beber de la rosa más alejada,

donde tu cuerpo conocerá otros cuerpos y no conocerá,

donde todo lo imposible es

la realidad del mundo

y se edifican paredes

para ir más allá

del pensamiento.



II



Esto tengo y esto soy,

digo

y es un intento del decir,

y me asomo por la ventana de este lugar

que sirve para curar la Historia.

Aspiro la brisa que entra cada mañana

y escribo una carta que dirijo hacia mí.

El aire se confunde

con el aroma de la gasa,

empapada anestesia.

Hay

una enfermera

y un simulacro de Doctor.

Charlan.

Cerca de un pino.

Y lejos estoy, a la espera de mi correspondencia cotidiana para pasar la tarde, como un intento de matar el reloj, como quien juega a la rayuela con los ojos en blanco.

Y lejos estoy,

demasiado lejos.

Desde la ventana del hospital el jardín es más que saludable aunque supongo una peste que acecha en las raíces de las plantas.

Cuando llegue mi turno le mostraré la carta al Doctor

y él tratará de curar mis frases,

las internará y les dará pastillas para aumentar el dolor,

para que lo Uno

sea siempre

lo Diverso.

Y todos los días de mi vida iré al hospital.

Y todas las noches de mi vida.



IX



Uno,



está despierto, callado, no sonríe,

mira sin mirar la destrucción del mundo,

la construcción del miedo.


El otro,


está en su cuerpo, gruñe,

lo desgarra por dentro y se sonríe;

clava las uñas en su corazón,

pero no lo mata,

la diversión radica en eso.



Ambos,


caminan esta historia del derecho y del revés,

se van a encontrar en algún punto,

se van a devorar entre ellos.


Uno,


No comprende que el idioma es una trampa

para cazar ratones como él.



El otro,



Se aprovecha de lo incomprensible



y gruñe.



XI


En un barrio preciso que nadie quiere descubrir

(el Aleph, por ejemplo, esa mancha, esa peca, esa pulga,

esa gota de tinta

que es atravesada por papeles de color perfecto)

el odio es un ser gentil.

Hace donaciones para niños muertos de odio;

levanta hospitales, saluda a la bandera,

sonríe

con su mejor sonrisa de odio.

Y sabe

que puede transformarse en lo que quiera

(en poetisa, en bebé, en electroshock,

en médico y en paciente,

en señora que tomará su té a la cinco de la tarde,

en gruñido de fiera).

Y sabe

que todo anda mal,

que la vida no es lo que parece.

Por eso ayuda a Dios

y aniquila el orden de este mundo.

Por eso tiene voluntad

y se convierte en cable para entrar en mí.


Una corriente de energía que pasa por el cerebro, si es que existe el cerebro; una mano de luz que trata de alcanzarme, si es que existe la luz; una madre entre sueños que se va, si es que existe una madre, si es que existen los sueños;

un disparo de gritos contra el alba,

un disparo de gritos contra el alba.



Con música de noche,

en la mañana de los pájaros muertos,

me partieron el lenguaje en dos,

me drogaron con fragmentos del mundo;

me violaron con lámparas sin focos para que entendiera

el significado de lo claro;

me alcoholizaron con miedo

y me dieron a comer piedras de idioma.

Pero una vez terminado el acto de electrificar,

y luego de morir para resucitar al día siguiente,

pude entender que la vida está hecha de fuegos

y de astillas que nunca volverán a su origen.

Pude entender

que ningún barco encuentra

su puerto tan deseado

y que mi nombre es sólo un número

perdido en cada guerra.

Qué buenas son estas señoras que me hicieron ver.

Ahora comprendo el mundo.

Todo es un gran dolor sin límites.

Me pusieron dos cables en la cabeza

porque la realidad no era lo que me parecía.

La realidad es todo lo que se desvanece.

La realidad es irreal."



XII



En un lugar muy blanco donde la muerte duerme

y habita cada instante,

universo disperso en donde un globo rojo

desaparece en la oscuridad,

y en un jardín maligno donde lo oscuro

corre tras mi nombre que se resiste

y así,

en tiempo rotativo,

mi nombre seguirá escapando;

y el jardín seguirá corriendo;

y el globo rojo,

–infancia mutilada–

aparecerá más tarde;

y una vez

que se haga visible

volverá a desaparecer.

Y puede ser un hospital enfermo

donde me encargo de limpiar

el lenguaje.

Y pueden ser

las calles sucias de un hospital,

el cuerpo contaminado.

El ángel no era un ángel,

dice una voz que bien podría ser la del médico;

ratas,

dice,

las ratas caminan de noche

y se pasean por los pasillos de este infierno.

¿Ratas con alas, afirma usted?

Estoy seguro

que durante la noche entró un murciélago.

- Diga treinta y tres.

- ¿La edad de Cristo?

¿Treinta y tres orientales?

- ¡NO!, ¡Diga treinta y tres!

- Treinta y tres.

- Muy bien,

usted está curado.

- Antes de irme,

quisiera despedirme de los tulipanes.

Son tan lindos, son tan sensibles.

uno se pone a mirarlos

y le dan ganas de quedarse así,

para siempre.



Jardín en Movimiento


Definición


A veces la vida es algo simple:

hay que cerrar los ojos

y que te dejen

lleno de palabras

en ese lugar

donde se piensa demasiado

en la luz.



El Pueblo


En un pueblo muy chico

donde todos nos conocemos los delitos

y la nieve se cae como pintura fresca,

y la nieve se cae como pintura fresca,

vivo.

Tengo una casa

con patio, perra y padre,

y un jardín,

y una hermana

que todo el día

se disfraza de noche.

Cuando llega la hora de descansar

nos disparamos con gritos,

pero todos somos malos apuntadores

(NADIE QUIERE MATAR A NADIE AQUÍ).

Triste es la canción que pasan por la radio

(golpean a la puerta).

Triste es la canción que viene del jardín.

Nadie atiende.

Golpean a la puerta.

Nos abrazamos

porque tenemos miedo.



La Noche en el Jardín



Una pequeña música nocturna

en forma de viento.

Los chicos cazan luciérnagas

y ponen las manos

como para rezar.

Como si Dios fuera una luciérnaga

y se dejara atrapar

para romper el silencio.

Como si el milagro fuera que Dios

sea una luciérnaga

para no sentirnos

tan solos.


De, Gruñidos


Enrique Solinas



Nací en Buenos Aires, el 11 de Julio de 1969. Descendiente de italianos, familia numerosa cuando nací, pero que fue achicándose vertiginosamente hasta quedar dos hermanas, mi papá y yo. Soy Profesor en Letras y Ciencias de la Comunicación y Licenciado en Letras, especializado en Letras Clásicas. Desde 1989 colaboro con publicaciones del país y del exterior. Publiqué en poesía Signos Oscuros (1995), El Gruñido (1997), El Lugar del Principio (1998), Jardín en Movimiento (2003). Muchos premios me alegraron e incentivaron, entre ellos, el 1er. Premio Nacional Iniciación de la Secretaría de Cultura y Educación Bienio 1992/1993, Mención Premios Municipales de la Ciudad de Buenos Aires a la Producción 1994/1995, Subsidio Nacional de Creación de la Fundación Antorchas, Concurso 1997 de Becas y Subsidios para las Artes, 1er. Premio Estímulo a la Creación Literaria Año 2000 de la Secretaría de Cultura y Educación, 1er. Premio del "Concurso de Cuento Fantástico para Docentes de Buenos Aires 2004", organizado por la Fundación Ciudad de Arena y la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en su Plan de Lectura, etc. Actualmente, además de la poesía, escribo narrativa, realizo notas (periodismo cultural) y comentarios de libros para revistas y suplementos del medio, dedicándome también a la investigación.

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