Momentos atesorados, esporádicos, siempre de noche, cuando hay silencio y soledad. En verdad, sufro la postergación del deseo de hacerlo, invento la posibilidad cuando ya no aguanto la presión de ese deseo: en mi cotidianeidad no he podido reservarme ese espacio.
Cada vez más, con los años, necesito un tiempo especial, garantía de continuidad, de concentración y de independencia del mundo y de los seres del mundo: ya no puedo, ya no disfruto, como antes, de cierta mecánica, de "una escritura interruptus", modalidad de la escritura de poesía, según le gustaba decir a Nicolás Rosa.
Necesito una lapicera que me guste, hace años escribía en una Olivetti que todavía tengo, escribí todo un libro necesariamente con una lapicera de pluma cortada, que me permitía dibujar una letra caligráfica, uso hojas blancas, o un cuaderno artesanal: colecciono lapiceras, cuadernos, fabrico mi propio papel ilustrado, con fotocopias de alguna imagen que me guste, antes de la irrupción de la computadora escribía cartas a mano, en papeles especiales, y usaba esos materiales para escribir: tenía una carpeta preparada que llevaba siempre por si tenía un espacio. Hubo épocas en que el aislamiento de estar sola en un bar, en el centro de cualquier remolino era la sola condición de la escritura. Ahora me voy, armo un viaje, un refugio, una internación para encontrarme con mi deseo y pensar, pensar en eso que deseo pensar, y escribirlo.
En Carne de tesoro (1990) hay un verso que dice “el cuerpo es una filosofía (vestido) / y una ética (desnudo) de sí”. Creo que ese es un plan, inconsciente, consciente, inconsciente.
En Cartas (1992) decidí, por primera vez, una fórmula retórica para los poemas, y que haría entonces un libro dictado por esa forma: cada poema es una carta de una mujer a otra mujer, que comienza con un “Mi querida:...”. Cuando empecé a escribirlo, en 1989, todavía no me interesaban los epistolarios, ni los diarios ni las memorias. Es a partir de esa escritura que se produce la búsqueda y me convierto en coleccionista, en antóloga, en lectora enamorada de cartas: los llamados “géneros menores” invaden mi vida después de tener terminado ese libro.
Para retórica erótica (2002) busqué primero las fotos, revisando libros de fotografía de desnudos y nuevos libros sobre fotos eróticas, en librerías, en mi biblioteca y colección de postales de época, de 1858 hasta 1940. Elegí cada una y sobre ellas, fotocopiadas en cada hoja, escribí los originales a mano. Hay en mí una pasión por el papel, el trazo, la tinta: todo me provoca una sensación corporal que se manifiesta cuando dibujo la letra. Por eso el libro está escrito con una lapicera de pluma recortada que me permite hacer una letra caligráfica, redondeada, del siglo XIX...
Mi libro inédito, La Ética de Spinoza, que saldrá este año 2008, comenzó con la lectura de la Ética de Spinoza como si fuera poesía: el deseo de escribir un libro de poemas fue un resultado: apareció después de un tiempo de leer y releer aleatoriamente y por placer ese libro de filosofía del siglo XVI, en una traducción plena de giros arcaicos, curiosos, bellos. Y el trabajo fue difícil: primero encontrar la forma de "representar" esas ideas, la forma de convertir las ideas en acto: pero aún decidida la forma, la dificultad conceptual fue mayor, lo escribí en varias etapas y mientras leía el resto de la obra del filósofo y todo lo que me interesó de lo que se escribió sobre esa obra. Sigo en esa tarea, que no termina hasta que la edición esté en la imprenta.
Fue un trabajo simultáneo a la escritura del libro Teatro de operaciones-Anatomía y Literatura (2007), que acaba de editarse, y que también significó un intenso período de elección conceptual: cómo llevar la idea al acto, cómo representar el drama de un cuerpo ya no erótico, sino envuelto en la escena de un crimen, el tronco cortado, el centro abierto, vuelto protagonista de su lenta destrucción y testigo del corte de los troncos.
Todavía a veces me ocurre escribir intempestivamente, ser acometida por una frase, que un texto se desgrane de mí en un insomnio, en medio de un fragor diurno. Esos papeles son guardados, amontonados, escondidos en una carpeta por tiempo indeterminado.
Alguna vez se convertirán en un proyecto, o no.
En cambio los proyectos, que tienen ya su tiempo de haber sido pasados en limpio, tipeados, archivados en la computadora, ya impresos y vueltos a revisar cuando aparece el momento propicio, deseado y postergado, esos son infinitamente releídos y corregidos.
Impresos, van conmigo por un tiempo a todas partes por si puedo mirarlos, y cuando ya han sido sobados, manoseados y trabajados en lápiz sobre el papel, se produce el momento feliz de pasar esas correcciones al archivo y volver a imprimirlos.
Y así sucesivas veces, la carpeta espera o es abierta, leída, pensada y vuelta a cerrar, a lo largo del tiempo necesario, posible, oportuno, hasta que tomo la decisión de publicar. Entonces empieza otro frenesí de corrección, ya no tan librado al azar del momento: necesito los mismos rituales que fueron condición imprescindible de la escritura original.
Volver a ese nivel de concentración, silencio o soledad, dedicarme a ello en exclusividad, es un placer maravilloso: es la ceremonia del último detalle, de poner a prueba el ojo y el oído, de extremar la sensibilidad y aguzar el sentido: es la ilusión de que nada escape a la deliberación del deseo.
Creo que se hace la escritura como se hace el amor. Es siempre un exceso, un lujo del sentimiento, un gasto del deseo: deseo de desear, deseo de saber, deseo de escribir.
Habiendo publicado entre 1978 y 1987 cuatro libros donde experimentaba con la mirada como modo de conocimiento, como experiencia política y temática, (ver el ensayo Una mirada corroída, sobre la poesía de aquellos años, que incluye al libro Descomposición, en www.lilianalukin.com.ar) y con el quiebre del ritmo del poema y de la linealidad de la frase, en un intento por dar forma al concepto de fractura del sentido, creo que esos textos, que se hacían cargo de los cuerpos desaparecidos, muertos, exhumados, torturados, se proponían una estética documental y a la vez extremadamente metafórica: un modo nuevo para la necesaria clandestinidad del ojo como testigo, del lenguaje como testigo del ojo.
Pero ya en Carne de tesoro, (1990) si bien se mantienen las obsesiones éticas y políticas del decir, se profundizan los procedimientos, y se hace menos evidente pero más eficaz la búsqueda de modos nuevos de lenguaje poético, el pasaje de la Historia a la historia genera una poética donde se produce el desplazamiento de los cuerpos públicos a los cuerpos privados. La obsesión por ser testigo desde el lenguaje se atenúa: la poesía ya no necesita “hacerse cargo” de lo que es silenciado en los discursos sociales y esa libertad momentánea, ilusoria, coyuntural, se traduce en escrituras que representan otros universos de sentido, no menos políticos, pero sí menos dramáticamente sangrientos.
En el libro Cartas,(1992) se dijo, hay una pornografía del pensamiento femenino: yo me propuse una radiografía, no de “lo femenino” ni de “la mujer”, sino de “lo mujer”, buscando una síntesis, una fórmula para superar esas otras fórmulas.
Silvia Molloy, en su ensayo sobre Victoria Ocampo, escribe: Revelar el pensamiento, si se es mujer, es tan indecente como lo era antes mostrar el cuerpo. Toda abstracción, el trabajo con la palabra lo es, tiene un precio a pagar. Y la abstracción se vuelve una deuda infinita cuando la cuestión es estar "a la intemperie" del lenguaje.
Hay una cita de Flaubert: ...el estilo es -él enteramente solo- una manera absoluta de ver las cosas.
Después de Cartas descubrí que no había agotado una "poesía del pensar", (idea macedoniana con la que se asoció a mi poética) , para decir algo más sobre los estereotipos con que "nos" piensan.
Escribí Las preguntas (1998) y fue una reflexión sobre los géneros, sobre los límites, y también sobre mis propios límites, mientras intentaba "ver" en la trama del mundo, sin perder la ironía como recurso, el erotismo como tema, habiendo decidido la fórmula retórica de que cada poema fuera como una carta sin destinatario, el espejo al vacío, una pregunta que se contesta a sí misma con otra interrogación.
En retórica erótica (2002), Diosa Blanca, Amante Invisible, Bacante, Mujer Fatal, todas ellas son el fantasma que recorre las fotos de mujeres desnudas que se reproducen en el libro, pero los textos asumen la idea de que si la palabra expresa cosas que usted juzga innobles por el solo hecho de ser expresadas, esas cosas permanecen nobles en el silencio: no hay más que realizarlas, según la cita de Klossowski.
Si me expongo literal-mente desnuda ante la mirada de todos es con palabras, con palabras. Eso busco escribir: yo soy mi cuerpo.
El cuerpo o la palabra ha sido siempre una disyuntiva. Y para mí se trataba del problema de cómo unir lo que siempre se pretendió mantener separado.
Escribe Marina Tsvietáieva en 1926 a Boris Pasternak: siempre ha habido una yo de más en mí: una gran mitad, toda una yo de más. O la yo viviente o el yo viviente de mis versos. Nadie sospechó que son las dos caras de una misma fuerza, que hubiera podido manifestarse bajo mil formas y todavía seguiría siendo una y total.
La palabra y el cuerpo son la misma Cosa, las mujeres parecen saberlo más, haber hecho de esta encrucijada su dilema.
Escribo: En tanto, el cuerpo y la palabra/ son uno para ella/ Dice dolor y no puede soportarlo,/ y amor dice, y se le hace/ agua la boca, y cuando lo leo me vuelve a doler, a dar sed.
Trabajando desde el diseño, la edición resulta una manera de escritura de los cuerpos.
El texto tiene relación con el cuerpo, la literatura, con el erotismo y se trata de la primera vez que hago coincidir deliberada, totalmente, de una forma visual, casi táctil, la materialidad de la escritura con las formas de los cuerpos y el sentido que ofrecen las palabras.
Construcción comparativa (2003), que fue escrito simultánea y posteriormente, es un libro absolutamente musical, donde juego con la sonoridad y las rimas internas y donde la decisión retórica de que cada texto tuviera la estructura de una construcción comparativa, todas las combinatorias posibles de esa construcción, siempre referida a un “ella” o un “así ella”, me permitió insistir en el tema de cómo se define el ser, un yo, un ser en el lenguaje: cada poema es una operación, un ejercicio de bisturí, una definición.
En cambio, Teatro de Operaciones-Anatomía y Literatura, (2007), explora conceptualmente una escena infinita, donde lo visual, lo visible, son el correlato de un cuerpo. Un juego rítmico y absolutamente consciente, de las posibilidades de una situación, narrada paralelamente desde el sujeto de un cuerpo y desde el cuerpo de un paisaje, ambos, objetos de un acontecimiento. En este libro, la edición tiene un papel importante: papel calco impreso con grabados y fotos, donde los textos se transparentan, actúan, interfieren, duplican.
Quisiera que cada nuevo libro iluminara todo lo que he escrito anteriormente, que se pudiera leer en él la persistencia de esa posición/ fuera/ de sí: un regreso a la palabra con destino.
Poemas
Primera parte
Campo quirúrgico
1
La sierra eléctrica trabaja
sobre los troncos peligrosos.
Mi estancia entre los pinos
se ha vuelto literaria:
en la trepidación del sonido
contra el cual despegar
mi escena de escritura,
escribo con temor y temblor.
Haber leído el testamento
de Rilke, esas cartas urgentes,
cuando no había en mí urgencia
ni pinos, no mejora este momento.
Pero la memoria de una sierra
mortificando al poeta cada día,
hace de estos árboles cayendo
sobre mi cabeza, otro peligro:
soñar sólo con maderos,
no soñar más que ruidos
en un sueño sin gente.
El aire blanco de la quemazón
es un himno entonado suavemente
que se levanta de los muñones
incrustados bajo tierra,
aún cuando todo ya ha cesado
como en el paisaje después
de una batalla.
Mi estancia aquí en la niebla,
entre el deseo y la voluntad,
es una prueba de resistencia,
un trato con la vigilia
en el que llevo las de perder.
2
Me acompañan todas
las noches de escritura
como fuegos fatuos
esos rescoldos quemando al ras
la memoria de los altos follajes.
Los veo –se ven- aquí y allá casi
cinematográficos: contrastes,
brillos, reflejos, movimientos
en el lugar del asesinato.
Pequeños incendios circulares
que penetran en el barro
alrededor de esa amputación.
Harán listones, tablas, leña,
un futuro de utilidad
para el árbol caído.
Pero yo he visto: el lazo atándolos,
el lento trabajo de los dientes,
el momento crucial
en que se desploman
como toros en la estocada,
entre los gritos y la fuerza
de los hombres.
Y quedan los grillos del crepitar:
lo que se quema no duerme.
3
El humo viene a mí, se estrella
contra la ventana, se hace menos
espeso sobre los techos,
focos nuevos arden
grisados detrás de los árboles,
tapando un cielo de mica
que apenas roza el suelo
se golpea con el humo.
Estoy alerta en un sueño
con hombrecitos lejanos que operan
máquinas sobre las frondas, el musgo,
la densa capa de hojaldre de lo vivo.
Ellos tienen algo de lo que hacen:
astillados, indiferentes a su propia
quemazón.
Segunda Parte
Ingeniería natural
Volcada como
una copa goteás
tu dolor hacia adentro.
Sísifo del lenguaje,
lo que perfora no es
la insistencia del gotear,
sino una voluntad no reconocida
puesta en la gota: líquido veneno
y no elixir, lo líquido de los
acontecimientos vuelto veneno,
pasivo, quemante, adormecedor.
La trampa de un drama dado a beber
en una copa donde no hay
ni borra ni dulzura.
Lo que goteás deberías dejarlo
caer.
16
Acostarse, abandonar,
renunciar a la vigilia, desnudar
la cabeza de esa familia
de palabras: recostar
el alma que pesa.
Sobre su centro de gravedad
reposará ese miedo de perder
el control de los ecos del día,
de no ser
imprescindible en ningún rol.
Cerrar el ojo y el ojo: dejar
el deseo sin cerrar,
amar el cuerpo tendido
como se ama el sentido del soñar:
reposar, reposar,
como un guerrero que odia las guerras,
como la perra que amamanta a su cría,
dejar esa ‘pasión demencial’
por estar de pie y atenta olfateando ideas,
aprender la lenta disciplina de renunciar.
17
De amargas inquietudes
y del aceite de las
aproximaciones se componen
en parte mis quebrantos:
la resbaladiza persecución
de le mot just,
cantar la justa y sus
vinculaciones: ajustar
cuentas, nada de estar cerca
sino haber llegado,
jamás el manto podrido
del olvido, todo hace
un destilado que yo canto:
quebrantos, duelos y quebrantos,
eso son ahora mis virtudes.
18
No hay alivio para mí:
líquidos sinoviales ausentes
y cervicales en franca rebelión,
la alteración de lo visible en sí,
la esclerosis de las
profundidades...
Pero no son
la parte del león
de mi fortuna: cada una
de esas fallas es el precio,
la libra de carne con que pago
la energía,
el deseo y el ardor.
Todo se convierte en otro oro:
alquimia del verbo
que, encarnado,
en pura presencia me ha dejado:
escritura, amores, impaciencia,
dolores como ausencia
del Dolor.
20
Este comportamiento adictivo
con la ficción, el abuso
de consumo de escrituras
y la lectura como panacea son
sólo sal en la herida
de la calcinación muscular.
Y la pasión enfermiza por vagar
entre papeles, debajo de
los radiadores de silencio,
sólo produce éxtasis, atención excesiva del iris
por la música de la letra,
agotamiento y un placer que insiste.
Me tiendo en el lecho de Procusto
de esta realidad, desvestida de todo,
con el libro en la mano que resiste.
De, Teatro de Operaciones-Anatomía y Literatura, Ediciones en Danza, 2007.
(textos escritos en 1983)
2
debe haber caído: la mano abierta
guardando en el centro asco de sí
saliva de la costumbre alrededor
debe haber visto
la miseria del acto
que no mejoraba la vida
una pierna arqueada levemente
cayendo según
la gravedad
habrá modificado las sombras
el testimonio
que la superficie ofrece
la tristeza: un esfuerzo inútil
sobre la pequeñez de las formas
donde las palabras ensayan componer
la historia es
un cuerpo sin explicación sobra la escena
su carne expuesta
al amor y la duda
el lugar
que engendrará leyendas
en relación inversa a la posibilidad
de tocar su rostro por última vez
3
había pronunciado palabras
que tomaron cuerpo en otro paisaje
y su sombra proyectaba en mí
la posible memoria de estos días
él pronunciaba y yo recuerdo
y ese gesto nada significa
a la luz de los hechos:
hasta la disposición de los objetos
inocua y en el fondo del cuadro
es ahora un vago color
el volumen que modula mi sabiduría
acerca del pasado
había pronunciado es una idea
en realidad él dijo
y yo me alimentaba de esas aguas
con un deseo sin paz que ya olvidé
él pronunciaba y yo recuerdo
y ésta es la cuestión de la muerte
De Cortar por lo sano, Ediciones Culturales Argentinas (Premio Nacional E.C.A. 1985).
(textos escritos entre 1997 y 2001, sobre fotos de desnudos de mujeres fechadas entre 1858 y 1930 . El diseño de la edición combina los originales caligrafiados por la autora y las imágenes, con una versión tipográfica de los poemas. Es posible ver una muestra en www.arteuna.com/literatura/lukin).
1
curvas producen sombras curvas,
nuevos planos donde ella soporta la caída
así como las manos la flor, los pies el alto
zapato, el cuello las dos vueltas
sobre el puente del pecho.
Las curvas duplican lo que ella conoce de sí
y lo que no conoce: antes de él, después
de él.
Ese ángulo de cristal organiza las miradas
que van y las que vienen: da peso a la idea
de un cuerpo que nace entre las dos.
Al entrar él, allí beben, sin preguntar
se apoderan, de lo que tocan hacen
deleite, violenta armonía.
Con algo de terciopelo, algo de nácar, algo
carnal, cada triángulo habla, para
él, de una transparencia letal, una
irresistible amenaza que ella suele
llamar felicidad.
nuevos planos donde ella soporta la caída
así como las manos la flor, los pies el alto
zapato, el cuello las dos vueltas
sobre el puente del pecho.
Las curvas duplican lo que ella conoce de sí
y lo que no conoce: antes de él, después
de él.
Ese ángulo de cristal organiza las miradas
que van y las que vienen: da peso a la idea
de un cuerpo que nace entre las dos.
Al entrar él, allí beben, sin preguntar
se apoderan, de lo que tocan hacen
deleite, violenta armonía.
Con algo de terciopelo, algo de nácar, algo
carnal, cada triángulo habla, para
él, de una transparencia letal, una
irresistible amenaza que ella suele
llamar felicidad.
2
El declive de su pecho es una figura
que su ánimo convoca para el sesgado
equilibrio de la cabeza: así el collar
circunda y cae sin dañar su fragil
idad: la fuerza.
De mirarla mirar: atrevimiento, le
dice, atrevida, y ella sabe que el crimen
se paga.
En lo breve de un anillo que desliza de
su dedo en el de él: el dedo en el anillo
como él en ella, simultáneos...en lo
breve del doble anillo, doble misterio
desenmascarado, su condena se cumple.
Tanto cuerpo y tan poco,dice ella,y lo mira
que su ánimo convoca para el sesgado
equilibrio de la cabeza: así el collar
circunda y cae sin dañar su fragil
idad: la fuerza.
De mirarla mirar: atrevimiento, le
dice, atrevida, y ella sabe que el crimen
se paga.
En lo breve de un anillo que desliza de
su dedo en el de él: el dedo en el anillo
como él en ella, simultáneos...en lo
breve del doble anillo, doble misterio
desenmascarado, su condena se cumple.
Tanto cuerpo y tan poco,dice ella,y lo mira
espiándole el nacimiento del lenguaje.
El no tiene, allí, más que una leve
septicemia de infelicidad.
Curaría ella su gravedad, haría de la
gracia el acto que entrara uno en otro,
como el anillo en el dedo elegido.
Atrevida en su falta de miedo, disfraza
la falta, se disfraza, a cambio de nada,
del fuego de la infancia, de nada, del
ardor y la risa sobre la piel desnuda.
en tanto, el cuerpo y la palabra son uno
para ella: dice dolor, y no puede
soportarlo y amor dice y se le hace
agua la boca.
Atrevida, dice él, adorando lo oblicuo
a la altura de sus ojos, la cintura
con que ella le funda un lugar.
El no tiene, allí, más que una leve
septicemia de infelicidad.
Curaría ella su gravedad, haría de la
gracia el acto que entrara uno en otro,
como el anillo en el dedo elegido.
Atrevida en su falta de miedo, disfraza
la falta, se disfraza, a cambio de nada,
del fuego de la infancia, de nada, del
ardor y la risa sobre la piel desnuda.
en tanto, el cuerpo y la palabra son uno
para ella: dice dolor, y no puede
soportarlo y amor dice y se le hace
agua la boca.
Atrevida, dice él, adorando lo oblicuo
a la altura de sus ojos, la cintura
con que ella le funda un lugar.
De, retórica erótica, Asunto Impreso Ediciones, 2002.
Liliana Lukin
Liliana Lukin nació en Buenos Aires, en 1951.
Publicó los libros de poesía: Abracadabra, Ed. Plus Ultra, Bs.As.,(1978); Malasartes, Ed. Galerna, Bs.As, (1981), Descomposición, Ed. de la Flor , Bs.As., (1986); Cortar por lo Sano, Ed. Culturales Argentinas, Bs.As., 1987; Carne de Tesoro, Ed. Sudamericana,Bs.As,1990; Cartas, Ed. de la Flor , Bs.As., 1992; Las preguntas, Ed. de la Flor , Bs.As.,1998; Construcción comparativa, Plaqueta, Ediciones Delanada, Santa Fe; retórica erótica, poemas, Asunto Impreso Ediciones, Bs.As., (2002); Construcción comparativa, poemas, Alción Editora, Córdoba, (2003) y Teatro de operaciones-Anatomía y Literatura, Ediciones en Danza, (2007).
Recibió entre otros: Primer Premio ECA, Sría. de Cultura de la Nación , 1985, Mención Especial en Premio Nacional 87/88, Sría de Cultura de la Nación ), Creación Artística Fundación Antorchas, 1989, Beca Fondo Nacional de las Artes, 1997.
Egresada de Letras de la Universidad de Buenos Aires, cursó seminarios de doctorado con Oscar Traversa, Josefina Ludmer y Nicolás Rosa.
Desde 1978 a 1989 coordinó “El taller de escritura”. Actualmente coordina una Clínica de Escritura Poética en la Biblioteca Nacional y grupos de análisis de cine. Es docente en el IUNA (Instituto Universitario Nacional de Artes), Crítica de Artes y organiza desde esa universidad las Jornadas “Cuerpos Argentinos”.
Sus textos están incluidos, entre otras, en las antologías:
La nueva poesía argentina, comp.de Leopoldo Castilla, Ed. Hiperión, España, (1987); Coloquios del Oficio Mayor, por Miguel Angel Zapata (con Gonzalo Rojas, Antonio Cisneros, Carlos G. Belli, Néstor Perlongher, R. Echavarren, Heberto Padilla, José Kozer, entre otros) en I.N.T.I., (1989), Providence College, EEUU; Poesía Hispanoamericana: territorio actual, selección de J.Ortega, Ed. Pequeña Venecia, Caracas, (1993) (con Enrique Molina, Nicanor Parra, Eliseo Diego, Octavio Paz, José Emilio Pacheco, Ernesto Cardenal, Juan Gelman, Juan Liscano, Gonzalo Rojas, Arturo Carrera, entre otros); Bajo Palabra, Caracas, (1993), estudio comparativo con Olga Orozco, por Juan Liscano, Se miran, se presienten, se desean: el erotismo en la poesía argentina, selección de Rodolfo Alonso, Ed. Ameghino, Bs.As.,(1997) (con L.Lugones, Baldomero F.Moreno, Oliverio Girondo, Enrique Molina, Alberto Girri, Juan Gelman, entre otros); Poesía argentina 2000, Cuadernos del Matadero, dirigidos por David Viñas, Instituto de Literatura Argentina, Universidad de Bs.As., 1999; Judíos/argentinos/escritores, comp.de G. Heffes, colección dirigida por D. Viñas, (con C.Tiempo, A.Rivera, Gelman, A.Pizarnik, G.Rozenmacher, entre otros, Ed. Atril, Bs.As., 1999; Argentina Fin de Siglo, (con Francisco Madariaga, Leónidas Lamborghini, Delia Pasini, Diana Bellessi, entre otros), en I.N.T.I, (2001), Providence College, EEUU; Erótica argentina, comp.de Daniel Muxica (con Lugones, Girondo, Orozco, Molina, Girri, Perlongher, entre otros), Ed. Manantial, Bs.As. (2001).
Realizó performances de lectura, video y música, performances de poesía visual y actividades interdisciplinarias integrando danza, poesía y música, teatro y literatura en el Centro Cultural Recoleta y en espacios públicos y privados desde 1984.
Como Asesora Literaria del Centro Cultural General San Martín, entre 1988 y 1989 organizó el Foro de Literatura Contemporánea y el 1º Foro de Cine Argentino. Fue Asesora de Colección en la Editorial Seix Barral, entre 1994 y 1996 . Desde 1988 hasta 2001 fue Asesora Literaria de la Fundación Noble , donde organizó XIII Encuentros de Escritores R.Noble, editando los Cuadernos de Narrativa Argentina correspondientes, con los cuales coordinó talleres de literatura y crítica en universidades y centros de estudio del país y el exterior. Diseñó y coordinó eventos y performances sobre literatura argentina para la Fundación Noble , Grupo Clarín, en las Ferias del Libro de Buenos Aires 2002, 2003 y 2004 y escribió notas sobre libros para el Suplemento Zona del diario Clarín en 2002 y 2003.
Es autora de los ensayos: El cuerpo en la letra de El entenado, de Juan José Saer, 1985; Es presa de sí demasiado, en La escritura en escena (Coloquios de New York, Duke, La Plata y Bs. As., Fundación Proyecto al Sur) Ediciones Corregidor, Bs.As., (1994); El cuerpo en Gutural, de Estela Dos Santos, (2001) (en la reedición, por Alción Editora, (2005), de Gutural y otros sonidos, con prólogo de Ana María Barrenechea, libro publicado Ed. Sudamericana, (1965) y del ensayo poético Lencería retórica, en Cuerpos de papel II, proyecto y compilación Oscar Traversa, Editorial Santiago Arcos, (2007).
Es autora de antologías temáticas, entre otras: Una Buenos Aires de novela, (1838-1963) y Una Buenos Aires de novela II,(1963-1983), Ed. Sudamericana, (1999 y 2000); Una América de novela, Ed. Sudamericana, (2001), Lecturas para mujeres que no duermen y Lecturas para mujeres románticas, Ed. Sudamericana, (2001). Tiene en preparación Cartas de amor/correspondencias, S.XII-S.XX, que reúne 100 epistolarios y estudio sobre el género.
En 2003 fundó y coordinó el Centro Cultural “Centroimargen”, donde organizó hasta 2005 los eventos de plástica, música, video y literatura “Fiestas Patrias” y “Fiestas Matrias”, que convocaron a artistas e intelectuales a exponer su obra y donde expuso sus Cajas de Poeta. En su sitio web se puede ver un video de estas actividades.
Es autora de la curaduría de Literatura 30 años 30 fragmentos sobre tortura y represión, en la convocatoria a 30 años del Golpe Militar en la Argentina , Proyecto Rompecabezas, convocada por www.arteuna.com, en 2006.
Imágenes de los libros, fotos y tapas, video y documentos en www.lilianalukin.com.ar
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