No tengo rito alguno. Lo más parecido sería un cuadernito al lado de la cama para anotar sueños. A veces sueño mucho, a veces menos, son épocas. Lo mismo me pasa con la escritura. Empecé a mano hace mucho y hace ya bastante uso la computadora, pero también puedo llegar a anotar algo en el colectivo aunque me da pudor. Lo único que publiqué se me apareció de manera muy clara: dos chicas rusas, la alta y la baja, una iglesia de ladrillo rojo, un libro de la vida de una santa, ir a las procesiones, anotar los cantos, postres puente de los suspiros, sacar fotos y filmar parte de una procesión. Fue un impulso natural, poco mental. Tengo la sensación de que si dejo algo es para siempre, tal vez porque soy muy pesimista. Pero tengo algunos poemas que duermen en mi computadora y que no termino de soltar, como sueños recurrentes. Me pasa algo visual y auditivo, las cosas más increíbles las escuché en la calle, un colectivo y en el baño de Mc Donalds de Alto Palermo. Siempre estoy espiando las conversaciones ajenas. Eso también me da pudor, pero es irrefrenable. El oído nunca se apaga.
Pero si hablamos de imágenes la tele es una fuente importante, especialmente el zapping, del cual no soy muy adepta. Pero a veces me gusta ejercer ese dominio y hago pastiche. Google se ha vuelto crucial. Lo suelo usar como un disparador, uso copy-paste y después podo, ornamento, amputo para dejar salir.
Aunque la escritura se tome vacaciones, la lectura está siempre trabajando. Mucha novela, no de esas larguísimas, sino de 200, 300 páginas y cuentos. Leo mucho en inglés y lo que tengo a mano, que por suerte es mucho. No estoy para nada al tanto de nuevas corrientes, tradiciones y revelaciones. Soy bastante demodé pero sin leer a los clásicos. Los subrayados son una especie de copy -paste para nacer criaturas. Mis lecturas decantan cosas, me sirven para los momentos de aparente inactividad. Son un consuelo.
El poema aparece muchas veces a partir de una frase/palabra-anzuelo que abre cajones. Se me aparece primero la supuesta respuesta a una adivinanza, pero siempre confirmo que no sólo no era la respuesta apropiada sino que lo difícil está en formular la pregunta.Pero si hablamos de imágenes la tele es una fuente importante, especialmente el zapping, del cual no soy muy adepta. Pero a veces me gusta ejercer ese dominio y hago pastiche. Google se ha vuelto crucial. Lo suelo usar como un disparador, uso copy-paste y después podo, ornamento, amputo para dejar salir.
Aunque la escritura se tome vacaciones, la lectura está siempre trabajando. Mucha novela, no de esas larguísimas, sino de 200, 300 páginas y cuentos. Leo mucho en inglés y lo que tengo a mano, que por suerte es mucho. No estoy para nada al tanto de nuevas corrientes, tradiciones y revelaciones. Soy bastante demodé pero sin leer a los clásicos. Los subrayados son una especie de copy -paste para nacer criaturas. Mis lecturas decantan cosas, me sirven para los momentos de aparente inactividad. Son un consuelo.
Poemas
Graciana Méndez cocina, trabaja, ashtanga, enseña, duerme, camina, escribe, come y lee en Buenos Aires. Participó en la antología Taquigrafía para principiantes (Paradiso, 2002) y publicó La Tormenta de Santa Rosa (EDULP, 2004).
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