miércoles, mayo 23, 2007

WALTER CH. VIEGAS



Distraído, no puedo. Con gente, no puedo. Con ruido, no puedo. A oscuras, no puedo. Cansado, no puedo. Demasiado despierto, tampoco. En papel, casi siempre en papel. Con letra fea y rápido. Cuando me sale, cuando me gusta, cuando el poema aparece solo o cuando ya se escribió en mi cabeza. En un papelito, un cuaderno, un boleto de colectivo. De noche o de día, en invierno o en verano, en casa o en un bar de paso. No importa. Pero solo. Necesito estar solo o hacer de cuenta que lo estoy.

Las lecturas disparan ideas. Pero también las películas, la vida, la cabeza que no para de pensar. La satisfacción y la insatisfacción más grandes. También las más pequeñas. A veces el “plan” es seguir escribiendo acerca de lo mismo durante horas, explotar al máximo las posibilidades del texto y después tengo tantos poemas que siento que hice un libro. Otro día, empiezo a descartar lo que me parece redundante, imperfecto, innecesario y ya no hay libro, sino germen ¿Investigar? Si la obsesión por cierta temática en un momento determinado pudiera ser llamada investigación, entonces investigo. Pero eso de exponerme a la información es algo que no puedo evitar. Acopio, trazo, busco, pido información. Y después quizás surgen poemas. Entonces creo que no, no investigo. Una vez me compré un libro de Kandinsky porque tenía que ver con lo que estaba escribiendo y no lo leí. Creo que el solo hecho de saber que lo tenía disparó más poemas. Suponer su contenido, imaginar las posibilidades, suponer el infinito, disparó poemas. Le tenía miedo a la influencia de ese texto sobre mí. Y no lo usé. Es más, después de varios años todavía está guardado en la biblioteca sin haberlo tocado.

Sigo trabajando en el poema o guardo para no verlo durante mucho tiempo. Tirar, no tiro nada. A veces corrijo una palabra. Otras, reescribo íntegramente un poema. Otras, cerceno la mayor parte del poema porque creo que lo esencial es lo que queda: dos líneas. Creo que no le llamaría corregir a esta actividad, sino “seguir trabajando el poema”. Me parece que el bullicio con que aparece el poema en un primer momento no es exactamente “el poema”, la mayoría de las veces. Hay veces que rescato lo guardado y me da por hacer algo íntegramente distinto. Basado en ese escrito, sale otro escrito. Ese poema que nunca mostraré me sirve para hacer algo nuevo que sí siento confianza de mostrar. Es un proto-poema que hay que seguir madurando. Entonces, reescribo, elimino, cambio, toco, saco, pongo, mato, resucito, copio, pego, cito, pienso, mezclo partes de diferentes textos, y quizás lo vuelvo a guardar. O quizás termina en un libro o en una web o una antología o en una lectura. Otras veces, así como sale está bien y así se queda. Corregir, no... No corrijo.

Los poemas suelo leerlos en voz alta, a ver cómo suenan. Disfruto trabajar el ritmo, la sonoridad. A veces ando dando vueltas por la casa como loco bueno, repitiendo el texto, a ver si me gusta. si no me convence, lo cambio. Creo que es de las últimas modificaciones que hago: las que tienen que ver con la sonoridad y el ritmo del poema

Siempre hay imágenes: visuales, auditivas, táctiles, etc. Pero si esas imágenes no me comunican a mí mismo una idea, se quedan en eso. Tiene que haber algo que decir. No me importa si al lector le importa. Si no tengo nada para decir, me callo. Si no me conmueve lo que veo sobre el papel, también me callo. Me tiene que mover la idea y cómo está dicha y las imágenes que sobreviven. Sale todo en forma de marasmo y se va organizando en ese proceso de no-corrección que describía antes. Es un rompecabezas el texto. Lo armo. Lo armo hasta que estoy satisfecho y hasta que me conmueve. Si no puedo sentirme orgulloso de lo que escribí, lo guardo. Si me pone contento, lo dejo cerca. Lo vuelvo a ver seguido. Lo tanteo. Juego. Voy dándole forma. De algún modo es pulsional, catártico. De algún otro modo, es necesario que sea literario. Si me siento a escribir, quiero hacer literatura (entiéndase “literatura” no en el sentido de pretender incorporarme a la historia de la literatura argentina, sino en que lo que escribo tenga lo que yo mismo considero “valor literario” o “calidad literaria”). Si no, haría otra cosa: para la catarsis pura haría psicoanálisis o tomaría clases de teatro. Para la literatura nomás, me sentaría a leer lo que escriben otros, que me lleva menos trabajo y lo disfruto mucho. Para evitar la exposición me sentaría en mi casa a solas, pero si decido mostrarlo es porque la soledad de esas cuatro paredes no me cierra como proyecto de vida. Si mostrara todo lo que escribo, bien podría hacer pornografía... Total, la gente podría ver todo lo que hago sin que mediaran pudores. Pero los tengo. ¿Mi vínculo con la poesía? Existe, eso es innegable: me gusta escribirla y me gusta leerla. Me cuesta exponerme a la lectura de los otros y al mismo tiempo es una instancia muy necesaria. Necesito que me digan “esto podría estar mejor”, “escribís para la mierda” o “me gustó mucho lo que hiciste”. Pero me aterra que llegue ese momento. Por eso, es preferible ponerse a escribir. De todas maneras, hay que vencer ese miedo, poner un pie fuera de casa y asistir a una lectura, salir al encuentro de un editor o sencillamente tomar una café con otros lectores o con otros poetas. Me pasa que con los poetas hablo de cualquier cosa y con otra gente sí me pongo a hablar de literatura. Necesito ver que hay una persona detrás del poeta, que tiene frío, insomnio, hijos, problemas de amores o de plata. Eso me demuestra que quizás yo también podría ser poeta, porque me pasan las mismas cosas. Y porque también escribo, está claro. Pero con la mayor parte de los poetas no se de qué hablar. Me pone mal el “examen”: hay poetas que exigen que demuestres lo que sabés para ver si sos mejor o peor escritor. Yo se muchas cosas, pero no tengo por qué exhibirlas. También hay un montón de cosas que no sé y no me avergüenza no saberlas. Si tuviera que dedicarme a aprender todo lo que me falta, seguramente no viviría. Creo que mi mejor vínculo con la poesía es que me deja tiempo para ser otras cosas: laburante, estudiante, amante, pariente, conocido de alguien... ¡Gracias a la poesía que me permite ser una persona y no me exige nada más que lo que puedo dedicarle!



Poemas


La flora nazca
de un brote
entero la maceta
la espesura
regada con líquido de hormonas
y potasio
crece y crece
desmesurándose.
Ojalá sea
como yo supongo:
dos habichuelas
que irrumpen en el cielo
como algo inesperado
un viaje hacia otro
mundo.


***

Floración completa
no conozco
que esté a salvo
del
deseo:
abierta
una flor
es destino
de florero
entre hojas de libros
vidrio o disecadas.
Imperial
cualquiera torna
por asalto
a un ser indefenso
y le aplica
por la fuerza
su sentido de la estética.

***

Hoja verde
lenta
como cuadro a
cuadro
de una animación.
Si cada toma
reproduce
en matinée continuado
se observa
fecundo
el ciclo natural:
la hoja verde
desarrolla
evoluciona
en un minuto
pero sin el
retrato
de la técnica fílmica
el ojo queda
varado
y el minuto es eterno.


***


La jardinería
mutila
corta tallos
hojas flor
aplica fertilizante
estiércol
reduce gramíneas
mata pulgón
envenena al bicho
muera todo
lo que verde no
parezca
si camina
silencioso
inquieta es la mano
que sesga
sin piedad.


***

Madreselva
tus dos nombres
re
unidos
a la búsqueda de
un solo significado.
Tu planta en
reda
atrapa ponzoñosa
de fragancia
el jardín entero
la tarde cayendo para siempre
insistente y única.
Madre
de flores atrapantes
tu nombre es carnívoro
cuando llega septiembre.
Selva
el apellido que trepa
i n v a d e y s e
despeña
vorágine de zarzas
la identidad ineluctable.
En los cuentos chinos
tu semilla
(si es que existe)
anota el ideograma la desdicha
arrojada al
fondo de un lago
p r o
f u n d o
por que no retorne nunca.


***


Tiende al cielo
se encamina busca
luz de sobra bebe
verde lento ver verde
verano
asimila luz convierte
en verde que atrapa
que sorbe el desecho
no hay ser que aproveche
luz ni rayo ni brillo
lo verde es del sol como un sol
verde.


***

mezcla de amarillo
con azul
en la paleta de van gogh
se aferra al ojo
y no lo deja
el verde
siembra
un mundo
allí en donde
había otra cosa más que ausencia
se vuelve
oasis bucólica vertiéndose
esmeralda y musgo
tranquilidad verde
de la esperanza ciega.


***

Jardín de Infancia

Las ramas del limonero una fiesta de hormigas se encamina entre las ramas umbrosas el aroma del junquillo los cebollines y el culo de vieja naranja amarillo el diente de león crecen solas las cosas en este jardín sólo se riega por la tarde nada más dar sosiego a este paraíso las calas del crepúsculo el olor a tierra mojada y la dama de noche que se abre asombrosa y hiede su dulzor con la primera estrella.


***

Las tías han muerto envenenadas por los aromas de la tarde entre tomillo hierbabuena y el humor desparejo del azahar exhalaron su último suspiro sacándose de adentro el intoxicante festival de esencias y perfumes viudas y gastadas el recuerdo de los días perfectos se les metía por las fosas y les calaba el corazón con un puñal dulce debajo de la parra la última que sobrevivió hacía trenzas con su pelo a la hora del mate bañada y fresca recordando la tarde en que su marido tocó el timbre de la primera visita adolescente y la encontraron seca hacia la cena sentada todavía con el color descolorido de los que mueren de prisa por alcanzar las últimas luces de la tarde que se van al otro mundo.


***

Crece alegría del hogar crece petunia crece rosa china crecen los hijos crece el pelo crecen las mañas se acrecienta el aguacero deja flojo de humedad el humus las lombrices coletean en el agua siembran peces los ojos se empapan del sofoco denso del verano relámpagos raíces que absorben trafican savia desmenuzan los objetos naturales el invierno es cosa seca y aterida no habría paz sin el verde cuando crece.


***

Cantaba mientras batía a tenedor la mayonesa de la cena jazmines en el pelo y rosas en la cara aquel desdén de niño por las cosas viejas el rumor incomprensible del tiempo perdido una añoranza airosa caminaba la flor de la canela su torso moviéndose en redondo al ritmo del batido y la canción recuerdo su espalda agitada la cara frente al plato la canción la noche que me quieras la rosa que engalana.


***

tu cuerpo doblado como un junco a los yuyos vamos el ligustro tu pelo enredándose en lo verde ingenio de tacuara buena horqueta para hacer una gomera se abre como piernas del centro la sostengo del palo el palo de agua hojas carnosas la savia vegetalis que brota.

De Botánicos



Me enseñaste cómo se hace el mole:
hay que conseguir sucedáneos
porque en mi país no hay
ni frijoles oscuros ni aguacates gigantes
ni chocolates picosos.
Se hierve el pollo
(pollos hay, claro)
con verduras.
Se hace un consomé
y se lo cuida amoroso
como un líquido preciado
para mezclar con el mole


diluirlo
sopesarlo
convertirlo en una salsa
parecida a una fondue.
Luego se echa dentro el pollo
y se lo sirve con arroces aguacates y frijoles
de esos que no hay aquí,
pero se inventan.



Finalmente uno se sienta a comer.
Es delicioso.
Pero me quedo pensando
si en México sabrá mejor.


***


Cuando se deja de aprender
uno se ha vuelto viejo.
Cuando se deja de coger
uno se ha vuelto viejo.
Cómo llegará
el momento,
ése,
indeseado.
Así es,
lo confieso:
casi todo me aburre.
No quiero más ir a trabajar.
Ni chupar pija con forro.
Ni perderme las oportunidades
que se puedan presentar.
Temo ese momento.
Aquel en el que nadie me vea
con deseo
con arrobo
con ansias.
Quizás alguien está preparando un plan perfecto
para darme todo lo que quiero
antes de que sea demasiado tarde.
Los días uno tras otro se apagan.
Dejo de fumar.
Hago ejercicios.
Pruebo dietas.
No quiero
que todo se acabe tan pronto, no de esta manera.
Quiero tener este día para siempre,
resplandeciendo como un día perfecto.
Quiero poder escribir a cada rato poemas
preciosos como piedras preciosas
precisos como balas
precarios.
Se arruina.
Todo se arruina.



***


Pocos aviones en mi vida.
La obsesión con los viajes.
¿Dónde buscar el verso perfecto?
Un marasmo de incógnitas:
el estilo.
¿Dónde está el estilo?
¿Dónde están las palabras
que se adecuan mejor a esta manera de escribir?

La verdad del poema
La forma en que se escribe solo
Como un dictum.

La voluntad.
El deseo.
La increíble inusitada voluntad.
La inevitable voluntad.
Aquella de la que se vive.
¿Por la que se muere?


¿Es todo tan difícil de encontrar?
¿Es tan difícil de buscar, tal vez?
¿Imposible?

¿Por qué preguntas?
¿Por qué estos días en silencio?
Para qué deshacerse en horas si el tiempo de mi vida podría ser perfecto...

Los límites se van desdibujando
la cabeza piensa cuestiones imposibles
de resolver con sólo las palabras.

¿Dónde están los sentimientos?
¿Es acaso una verdad inviolable
aquella que me impide trasponer los umbrales?

Siempre creo estar desafiando mi propia incapacidad.
Mi ignorancia crece
en la medida del conocimiento.

Todo aquello que creo alcanzar
se desvanece.


Inéditos



Walter Ch.Viegas


Nací en 1970. Escribo desde antes de aprender a escribir: grababa poemitas con un grabador que me había regalado mi viejo para un cumpleaños. Cuando supe, sí escribí. Digo, cuando aprendí la lecto-escritura. Todavía no sé si sé escribir, en ese otro sentido: escribir. Estudié Cine y Letras. Nunca asistí a un taller de escritura ni dicté uno todavía. Publiqué dos libros Nieve y Botánicos, una plaqueta Hablar dormido, aparecí en varias antologías de Poesía Erótica Argentina, de poesía argentina El Arcano o El Arca No, de Casa de las Américas de Cuba, de Zapatos Rojos; Taquigrafía para principiantes de la Fundación Antorchas, entre otras, en varias webs, Poesía.com, Zapatos Rojos, Brandon, leí en varios ciclos La voz del Erizo, Zapatos Rojos, las dos Casas de la Poesía, la de Susana Villalba y la de Daniel Helder, entre otros, leí en varios festivales Salida al Mar, Darsena3 de Mar del Plata, entre otros, hice un videopoema que le gustó a alguna gente, estuve en unas performances en Argentina y Canadá, escribí unas pocas reseñas para Diario de Poesía y Hecho en Buenos Aires, leí para las mujeres de la cárcel de Ezeiza, me tradujeron a otros idiomas y así, por ejemplo, se me puede leer en esloveno, y me dieron un par de becas por las que pude viajar al Banff Centre for the Arts de Canadá o hacer clínica con Lamborghini, Bellessi o Carrera. A pesar de todo eso, todavía sigo escribiendo. Mi mail es wavito@yahoo.com

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