A veces, ir a plaza San Martín, sentarme en uno de sus bancos, mirar hacia lo que creo el río, la cercanía presentida del agua inmensa me remite a un estado extraño, de viajes, historias, estado costero.
También en el colectivo, en la plaza, en el tren al escuchar una frase, escuchar parte de una conversación cercana, en la cual, de pronto, aparece una frase que me abre un campo, entonces escribo a mano sobre el papel que sea y dejo reposar la escritura en forma manuscrita hasta que algún motivo externo me incita a pasar el texto a la computadora (algunos poemas siempre serán manuscritos). En alguna ocasión, voy a un local de fast food y me quedo horas mirando pasar la “cajita feliz” y escribiendo.
Cuando ya estoy sobre un tema, me siento en estado de extrema atención sobre aquello que me interesa, es decir, puedo estar mirando discovery channel o leyendo un artículo del diario o mirando por la ventana en un bar, pero hay algo de eso que se liga al tema en el cual estoy trabajando, es como si todo el tiempo, por más que mire o lea sobre temas totalmente diferentes, aparece algún señuelo, que voy siguiendo a través del espacio. Es bastante extraño y abarca períodos cortos de tiempo. En ese momento puedo dejar de leer o de mirar y ponerme a escribir o si no, tratar de retener de alguna manera ese hilo de pensamiento o esa imagen que se cruzó en un instante para trabajar luego sobre eso. Hay dos momentos, en una primera escritura en la que surge determinada voz o cauce y entonces aparecen saltos y recorridos que avanzan sobre el texto y otros que quedan truncos, tácitos, eludidos y se produce el borrón o tachadura. Cuando escribo, como dije, lo hago por lo general en forma manuscrita y luego, tiempo después suelo pasarlo a la computadora, y ese es el segundo momento en que corrijo, relectura mediante, o adivinación de letras dispersas en papel, entonces más bien, reescribo. Yo diría que entonces corrección es reescritura, volver a encontrar la voz, y darle quizás otro giro, un pequeño cambio en la entonación.
Con respecto a las imágenes, suele pasar que vea un juego de luces, un reflejo, un brillo de agua, y pareciera como si algo se develara en ese momento, justo una mirada en cruce con cierta disposición de objetos iluminados; allí veo algo que creo único, y por lo general me lleva a escribir al respecto.
Si veo algo de los osos y sus berrinches, por ahí me quedo pensando en sus movimientos, en oso bailando, en celo de oso, en ojo de oso, en cómo se miran, y quizás me dan ganas de escribirlo.
Otra: los nombres, ya no por su significado sino por su sonido, son como sonajeros, sólo hay que hacerlos sonar.
Poesía es más bien música para mí, entrar al sonido de las palabras a través de la imagen que proyectan sobre mí y mis objetos.
Hablando de infancia, de chica escribía pero más que nada, leía, leía muchísimo.
Poemas
Blanca, la viña
Se ofrecen mordazas locales,
dos noches antes de morir.
Presas del silencio desafiante de los muros.
Ovidio
los puntos sobre las íes
y a otra cosa.
Los muérdagos celebran la unión con las bacantes.
Propio de lo ajeno,
su misterio, enmudeció a los oyentes.
Sembrada de tragos-vidas,
la bella donna
estira su cuello inexorablemente
Largo
de aquí
murmuró Ofelia.
Fresco
Un vaso de Ginebra -liviano-
en Wisconsin,
y la mirada tirana
de los altavistas del aire
que nos elevan por encima
de nuestras postrimerías cotidianas.
Lady Ann y Elisabetta
cuestionan los poderes
que su vestidos conquistaron
sabiamente
a la hora en que se encauzan los huevos
rotos
sobre la mesa.
Simplezas del relevo de invernadas veraniegas.
rutas cortadas.
3ER. TIPO
Sólo tirantes
y Dreyfus solapeándose sobre la mesa~ paño verde
que se corta y corta
en infinitas bolas.
La barba redobla
en fanfarria
las tristes edades de su encierro.
Bon vivant
El tiro, lamentable tiro que apenas se detuvo ante la estrella
Inexpugnable,
el espacio de lunetas
que redobla
sus edades
al compás de la bahía.
Lunetas,
que cuando le han visto
se han quedado mudas.
Remigio~cárcel,
elefanteasis marina
que ataca verbalmente
por sorpresa
a todos los
rumiantes
que celebran su existencia.
Brillo exacto de la tierra
que regresa
entre las mantas
que le inculcara su abuela.
Remigio~Dreyfuss~Remigio
Silencio aguerrido de la fauna
que resiste los vientos, la gresca.
Borrasca,
límite impreciso
que separa
los cuerpos.
Identidad
que otorga
el saberse separado
por la vana protesta de los muertos.
Verdín
El silencio acabado de los bosques
se metió en su cuerpo,
se comió su infancia
recordando a los testigos su final inalterado.
Suficiente guía de piedra,
de remedio feliz de los aromos
que acarician su pelo
Claro, atravesando los sueños
que su asombro le vedaba conocer.
Reconocido entre tantos
su estridencia dejó atónitos a todos
“Rebelde”, le aplicaron
y también
Veritas, polvo de estrellas
para sacudirse a pleno
entre un torbellino de picas y redondeces al tono
y más
Zumo, versión denostada
de arena y naranja.
Cierto, al fin
las heridas recuperan su brillo.
Cretinina en gotas
Envés
La mirada se ha vuelto ociosa
y me gusta.
La ceniza se esparce con ganas
y me irrita.
El toldo cae
adormecido y lento
sobre la babosa
incandescente de tu boca.
Es tu amante quien resuelve
y me incita.
Rictus
El rostro no dobla
Sr, la esquina es angosta.
Rostro, a mí me parece…
Sí, puede ser
Efectivamente
Pase por aquí
siga de largo
no se detenga
ni para vomitar
Camine,
no retroceda.
Rostro demora
Respuesta fatal.
ESTELA
Buque de carga,
retorna remanente
Los cuerpos de Nadie
rezuman al viento.
Se toman cadetes
que sepan colgar
los dedos del mástil,
cocinen y roten,
no salpiquen.
La salsa se incendia en la Tienda de Mbär,
el humo delata su fuerza desnuda.
Soberbio el retoque, sabor tropical,
triángulo de dientes.
Arriba las uñas, despacio es mejor,
suspiren y exhalen,
las yemas en punta,
Relajen.
TRACCIÓN
La miel del polvo del café de ayer
se derrama atrás, en la luneta.
Acidulante en líquido,
repetición de tono, de presión,
de sonido de caldero.
Atrás, la sangre
de los caballos reunidos en la intención recóndita,
sin más.
La tesis fue amarrada a la orilla,
la surcaron con pasos y cascos lejanos,
la ciñeron a bordo, en tropel,
la rociaron con cirios.
CRUZANDO EL MAR A PIE
Repartido,
despatarrado,
reñido, el problema,
cercano.
Azul y blanco,
el mantel, y los hongos y las limas y el dorado
soutien que se acomoda.
El solaz,
el tamaño de las plantas donde crecen las sirenas
entre el vello y las mazmorras y las líneas del destino.
Los atlantes,
seres inmunes que se esconden tras sus mapas
recogidos por la arena y los bañeros.
CRESTA
Riendo hasta el mediodía,
con los codos abiertos hasta Margarita,
comiéndose los dedos de las manos untadas
en porciones exactas,
dividendos.
Ríe tú, riamos nosotros,
rían ellos.
El vino se esparce
entre los ciempiés que merodean.
La riña, todos mirando
y Sigan las apuestas.
Los pulsos recorren la zona,
acelerándose.
El último
no viene, no aparece,
ni siquiera se esconde,
la espera propone una siesta.
Afuera los gallos
siguen cobrando.
De, Arizona/Plus Belle
De, Arizona/Plus Belle
Piano
Intro
Salecita de mis amores
Yugo físico de mi fuego
Aycito estuvo el tiempo
Y se apagó sin esmero.
Salecita y fue masa
Arrugó la cara y se comió un pomelo
Rosado, tierno, entrometido
Futilmente desgraciado.
Épica
Gumersindo echó a correr
la liebre tras la reja,
la solera abierta sin recelo
en la tarde errática de Enero.
Silbando bajito, arrimó la oreja, arrastró su ala y se cercenó en un grito.
Pileta y largo y medio
cencerro y pica ciega
Atila se estremece, junta piedritas y torres viejas.
Caza ZZ
se puso a la cabeza de docenas de otras moscas
esculpió su silueta
por los marcos ilustres
se escondió tras la sed de algún pequeño hombre
Aéreo
“Loquecita” le decía su madre a la pajarrara esa
que a veces se asomaba por el mostrador.
“Atañe”, le insistieron
y luego ya nadie quiso escuchar sus lamentos.
“Cipreces”, parecen aquellos, los del luto enjuto.
“Barajas”, como quien se siente a gusto
bajo sus pies.
Picotes, los que te dio esa noche de tortura infinita
y el rimmel, arrancado y de suaves laderas
y el cuenco, erizado, eléctrico,
por fín, plano.
Como si te viera siempre
desde allá arriba
como si no pudieras relevar
su estatura.
Tortícolis
Suez
Suluna, le indicaron,
suruta, la siguieron,
suespada, la rompieron
RepitaUd., señor,
noentendieron un pito,
ladejaron.
Post
rufián se ha hecho a un costado,
se mira las uñas, se tilda las mechas,
se calza las piñas.
Amputa se guiña a sí mismo,
se saca los brazos y dice que es magia.
Recita y atrás de la plaza no quedan recados,
ni sombras, ni bocas, ni la revista People
directo de aduana
rusas, penélopes, aguas
sonrisas espúreas de tangos
leones tras minas ilustres
lobitos en sal de montaña
jengibre y alhambra,
se vendió con todo.
rallis y trufas para el bienestar
para su baño
Laski, la perra en la luna
llora
Chuski, el bigote torcido
encima.
Reiki, la pila de la risa
sobra
y el sonido de marras
se echa en el balde
retumba en la tierra
se vuelve cadenas
y en el límite mismo del contorno,
La tina.
para su estómago
Rezónico abusa de nosotros,
plumeta en mano
y casi sin asco.
Retábilo se encuentra a solas, riendo por lo bajo y que siga, que haga fuerza,
que nosotros lo apoyaremos
y las picas que se adoren
y los sueños que se rieguen
salúdalos de mi parte y diles que sigan.
p.d.
Lajárraga, el mundo es nuestro,
el budín de ostras que se lo den a otros,
Disfrútelo, no le haga puchero, si Ud. supiera
cuánto me ha costado.
Libérese, hombre, no se mienta
si Ud. quiere,
permítase un bocadillo,
por las noches, al menos.
rsvp
Al fin solos entre tantos rostros
y el lagarto aquel que parecía acecharnos.
El plato entero se sacudió luego, y nos lo comimos sacándole el cuero,
las carteras, lindas, pero no importan, nuestros cuerpos, esperan
las cuadras de piel, si te quedara chica, atraparíamos otros
Nunca hay lugar para pararse a mirar.
fine
Luquitas marlene se vistió de ganas
parecía otro sensible piropero
pero entonces, impostor en mano,
pegóse a sí mismo como un vil ratero.
Ratita Lascia mecía su cabeza
y hasta fue sincera en la hora más terrible,
pero entonces, no reunió a la gracia
sino al humor belicoso,
se saltó unos párrafos,
y lo dedicó a su abuelo.
“Ramón Lastra”
se escuchó de fondo,
un amigo fiel, como el overo.
De, Piano
De, Piano
Tu única iluminación fue la nostalgia
En tus ojos, el campo grande
y en el medio una niña azul
y a su lado un minúsculo gimnasta
dándole vueltas carnero,
las manos con tiza
Tenías, yo ví, un sector de huertas, con tomates alargados, y risas
no sé cómo no se te salían
y entonces los miré bien,
frente al muro eléctrico
el rincón dormido del mundo
siempre verdes tus ojos.
antes
La esquina sin sol brillaba sola
nadie allá la creía mansita
pero no le habían puesto aún los puntos del martirio
La dejaron suelta, huracanada
se adueño
se miró las manos atigradas
y en la falda una cumbia de chicos
y en la frente un millar de luciérnagas
y en la panza el sonido de un tren de trocha angosta
Pasaba y tocaba bocina, todos los días, a ciertas horas.
Laqua
Lagunas son tus ojos
grandes como culebras
La herían con tinta fresca
y carteles que yo no ví
Hasta allá la tumbaron
con corchitos la atacaron
no oponía resistencia
La dejaron quieta unos minutos
La miraban
otra vez la tumbaron y se lo hicieron
de rodillas con tinajas
y en ángulos dispersos
luces de anguilas le dejaban
estela y vapor
se lamían entre ellos
se reían roedores
pero ciegos ya sus dientes
peces fueron
no nadaron
Ojitos tenían a un lado y a otro
sonidos, ritmos claros
mechones de azúcar en la punta de los dedos
Venían por el puente
traían la tierra sobre los hombros
sembraron sobre ríos
ventanas al cielo
que dieron a su vez una música de estrellas.
Bebé tambo le decían
correo de la selva
luz de torno de acero
clavija de burro atado
de endivias sueltas
de rosas cisternas
Bebé tambó
miraba y nadaba
como si el líquido de sus ojos fuera el mundo a sus pies
Bebé tam
la fijeza nada pudo
le pusieron la taza y apenas la vio
aplicó nariz y estornudo
Después
De la nariz
le sale un chorro de leche
pequeño
que se pierde como un hilo
entre los charcos de piel
parece que se rehusa a usarlos
pero podrían ser chalecos
o mangas de camisa
o sombreritos de caza
Afuera, el patio de vacas
todo pintado de azul
con puntos blancos
y ante todo
el cielo, un conjunto de hierbas
es pasto mojado, siempre
Estaba con un pie en el agua
parte de libélula y de codorniz
no va con mucho el vestido
tan sólo los patos
competían con ella
de vez en cuando revoleaba su cresta,
aflojaba raíces y pulgas varias,
oreja afuera en prevención de catástrofes
la raíz del junco vibraba entonces
y el hombro, la ponzoña abierta
en la noche amarilla
al fín, el lóbulo
un grito en la cerca.
Carolina Béjar
Nació en Buenos Aires en 1972, estudió Psicología en la UBA y actualmente estudia canto. Publicó Arizona/Plus belle (2001) y actualmente prepara la edición de un próximo libro. Participó en el Festival Internacional de Videopoesía con textos de la serie Piano. Coordinó talleres de escritura para niños. Escribe poesía, narrativa y teatro, también cuentos para chicos. caroliland@yahoo.com.ar
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