jueves, enero 24, 2008

MIGUEL SPIVACOW



Algo de alguna manera me afecta y empieza a tirarme para adentro, hacia pensamientos, dudas, preguntas, recuerdos, discusiones conmigo o con otros. Si la cuestión toma un ritmo o una forma estética, puede terminar siendo una poesía.
Corrijo mucho: un texto puede gustarme cuando recién lo escribo, pero no necesariamente unos días después. Por otra parte, no separo el momento de corregir del momento de la primera versión: me parecen ambos parte de un único proceso uno de cuyos aspectos es saber mejor qué pienso y qué quiero escribir. Tiendo a pensar la corrección como amasar el pan: se trata de mejorarlo, hacerlo más sabroso y forma parte de la cocción misma.
La poesía me resulta un modo de pensar la vida que, aunque está sesgado por una búsqueda estética, es en lo esencial un modo de pensar algunas cuestiones. Con cada uno de mis poetas preferidos dialogo sobre su modo de entender la vida y como lo plasmaron en sus poemas. Me interesa poder apresar algo personal, lo que hizo que una experiencia llevara a una poesía.


Poemas





1

Tarde de cumpleaños


Es tarde

y voy

y vuelvo

del espejo al reloj

y no me encuentro

no estoy

no veo caras conocidas

en la casa de siempre.

Tal vez se fueron

como yo

sin saberlo

llevados, empujados

hacia donde pudieron

si pudieron.

Momentos de familia

Viejos regalos

charlas

miradas y llamados

van y vuelven

vagabundean por las piezas

pasan

quedan

mientras

en las ventanas

voces extrañas cuchichean.



2



Heredad



La casa nuestra es ésta:

en las habitaciones detenidas

en los pasillos

perduramos

nombres y sobrenombres

aires

de días sin historia ni sustancia,

días

en que estábamos juntos

en que éramos

un vaivén de murmullos familiares

migas

de sobremesas en la siesta calma.

Aquí estábamos todos, aquí éramos

los que se fueron y nosotros

un ramillete de presencias,

un entretiempo en el destiempo

donde estuvimos

donde estamos.


3



Márgenes



¿Dónde estará mi vida, la que no fue....?

J.L. Borges



Mi vida tuvo márgenes extrañas,

un malestar en la garganta,

una opresión vacía

al límite de juegos en el barrio.

Borrosos,

mis padres habitaban otros mundos.

Yo los veía muy poco.

De vez en cuando,

como un rescoldo errante,

una rendija repentina

se entreabría en los brazos de mi madre.

Aquellos personajes ­ –creo–

estamos todos muertos.

Creo.

Tal vez.

A veces, sin embargo

como un ladrón en sombras, a hurtadillas,

me encuentro preguntando a mis amigos

sobre su infancia, sus familias,

qué hacían en las tardes de domingo,

si festejaban los cumpleaños,

si iban a un club, a los partidos.

Y es una escena fea, vergonzosa,

como si no debiera.



4



Me quedo



Considerando en frío, imparcialmente,

que el hombre es triste, tose y sin embargo...

César Vallejo

Limítrofe y sin paz,

considerando

que Argentina es mi patria

y que me duele,

mi desatino es el de tantos:

el destino

de resistir y resistir

y acaso

de vez en cuando estar feliz

acaso.

Y recordando fría, imparcialmente,

que Vallejo, tan nuestro y verdadero,

muere en París un jueves aguacero

de reuma y soledad,

tan extranjero.

Considerando entonces todo esto

voy a tragar saliva y como sea

llamar a algún amigo,

leer un libro. Puedo.

Esta es mi tierra, pese a todo

y quiero.

Aquí quiero vivir.

Aquí me quedo.



5


Aunque vos no lo sepas



Aunque vos no te enteres

aunque nadie te vea

ni vos misma lo sepas

aunque cambie tu nombre

según cambian mis sueños

estás en la calle

oculta entre gentes

tu mirada me sigue

me mide me observa

vos juzgás sin saberlo

decidís

como estoy cómo siento

qué valgo

qué día me espera

testigo secreto

llamado en las sombras

tus señales me ordenan

tu voz me aconseja

aunque vos no lo sepas

ni yo mismo lo entienda

aunque acaso no seas

ni existieras ni fueras

otra cosa que un viejo espejismo en la ruta

un señuelo

una nube

que se aleja se acerca

una deuda un anhelo

un deseo

una huella.



6.-



Divorcio



De aquellos meses guardo

la sensación confusa de un boquete

la vorágine

de horas enloquecidas

descosidas páginas

de un libro entre ciclones

ella en el descampado

era el grito

de Münch

frente al vacío

allá lejos

mi hijo

–un día

alegre bienvenido–

era un perro perdido.

Recién ahora

después de casi un siglo

puedo volver atrás y más tranquilo

por una vez

agradecerle al tiempo

que haya implacablemente

transcurrido.



7



Asamblea



Entonces, Gordo

¿Te acostaste con Nora o fue mentira,

otra fábula tuya, megalómano...?

Gordo

¡qué parla!

ese día en la cátedra

como una pluma al viento

levantaste el teórico y los prácticos

“Hoy no se dictan clases.

Fisiología repudia

la muerte de argentinos inocentes,

docentes y estudiantes

condenamos

a este gobierno de canallas.”

Gordo

estuviste bárbaro

profesores y alumnos

te escuchábamos

como a Evita en la plaza

hipnotizados

por tu emoción tu furia

Nora lloraba

los mecheros a tope

en el laboratorio inmenso

una mesada una trinchera

la facultad en armas.

Gordo

maestro

¡qué manera de hablar!

las asambleas son tu mejor retrato

una palabra un argumento

casi un profeta en el estrado

en un ciclón de imperativos

entre roscas, alianzas, retrocesos.

Decí la verdad Gordo

¿te acostaste con Nora

o fue un invento?



[ Para Hugo Strejilevich, in memoriam]



8



Luz y barro



“La vida es una broma cósmica”

Osho

Fue trabajoso pero abrí la puerta.

Llegué a mi casa, bien, vivo conmigo

y junto a mis hermanos. Soy testigo

del azul que en mí fluye. Estoy alerta:

jazmines, barro, luz, acepto todo

lo que el río me trae en su corriente.

Ya no espero ni busco. Estoy presente

y gozo de la vida, que es el modo

en que Dios a mis ojos se desnuda.

Mi Tao es el asombro, es el del Buda:

despertar cada día a la existencia

es mi única verdad, mi única ciencia.

Muero a cada momento, a cada hora

renazco, bailo y río, aquí y ahora.



9



Ahora estoy más tranquilo



Esta conversación nos hacía falta

en la mesa de siempre

en la cocina

con el olor de las tostadas

humeando en la mañana.

Tal vez la postergó tu muerte

o mi torpeza

de tomar seriamente tus palabras.

Estar juntos ahora

trae calma

como una carta de otros tiempos

llena de vida

nos repara y conforta:

vivimos cosas duras

y entre el desánimo

y tantas madrugadas sin respiro,

otras presencias tuyas se opacaron,

tan cercanas.

No sabemos hablar.

Nunca supimos.

Pero qué importa.

Dejémonos estar. Estemos

en silencio –alcanza–

lejos de las urgencias,

a orillas de los hechos.

Ya nada nos reclama.

[a mamá]



10



Despropuesta



Yo no quisiera conquistarte

ni siquiera entenderte

lo que quiero

es recorrerte

entreverarnos

en remansos torrentes

continuarme encallar

del asombro al suspiro

en tu piel en barrancos

en playones de niebla enrarecernos

entorpecernos en la mañana que no acaba

confundirnos en el aliento el huracán

que desde adentro nos arrastra

hacia el centro del mundo

exhaustos aprendices de la magia del cuerpo

sin opiniones ni ideales

solo dos cuerpos

luminosos

nuestros.


De,  Voces en las ventanas



Miguel Alejo Spivacow nació en Haedo, Provincia de Buenos Aires, República Argentina en 1950.  Publicó Voces en las ventanas, poesía, Alción editora, 2007). Trabaja como psiquiatra y psicoanalista en la ciudad de Buenos Aires y ha publicado otros libros referidos a su trabajo profesional.

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