Algo de alguna manera me afecta y empieza a tirarme para adentro, hacia pensamientos, dudas, preguntas, recuerdos, discusiones conmigo o con otros. Si la cuestión toma un ritmo o una forma estética, puede terminar siendo una poesía.
Corrijo mucho: un texto puede gustarme cuando recién lo escribo, pero no necesariamente unos días después. Por otra parte, no separo el momento de corregir del momento de la primera versión: me parecen ambos parte de un único proceso uno de cuyos aspectos es saber mejor qué pienso y qué quiero escribir. Tiendo a pensar la corrección como amasar el pan: se trata de mejorarlo, hacerlo más sabroso y forma parte de la cocción misma.
La poesía me resulta un modo de pensar la vida que, aunque está sesgado por una búsqueda estética, es en lo esencial un modo de pensar algunas cuestiones. Con cada uno de mis poetas preferidos dialogo sobre su modo de entender la vida y como lo plasmaron en sus poemas. Me interesa poder apresar algo personal, lo que hizo que una experiencia llevara a una poesía.
Poemas
1
Tarde de cumpleaños
y voy
y vuelvo
del espejo al reloj
y no me encuentro
no estoy
no veo caras conocidas
en la casa de siempre.
Tal vez se fueron
como yo
sin saberlo
llevados, empujados
hacia donde pudieron
si pudieron.
Viejos regalos
charlas
miradas y llamados
van y vuelven
vagabundean por las piezas
pasan
quedan
mientras
en las ventanas
voces extrañas cuchichean.
Heredad
en las habitaciones detenidas
en los pasillos
perduramos
nombres y sobrenombres
aires
de días sin historia ni sustancia,
días
en que estábamos juntos
en que éramos
un vaivén de murmullos familiares
migas
de sobremesas en la siesta calma.
Aquí estábamos todos, aquí éramos
los que se fueron y nosotros
un ramillete de presencias,
un entretiempo en el destiempo
donde estuvimos
donde estamos.
3
Márgenes
¿Dónde estará mi vida, la que no fue....?
J.L. Borges
un malestar en la garganta,
una opresión vacía
al límite de juegos en el barrio.
Borrosos,
mis padres habitaban otros mundos.
Yo los veía muy poco.
De vez en cuando,
como un rescoldo errante,
una rendija repentina
se entreabría en los brazos de mi madre.
estamos todos muertos.
Creo.
Tal vez.
A veces, sin embargo
como un ladrón en sombras, a hurtadillas,
me encuentro preguntando a mis amigos
sobre su infancia, sus familias,
qué hacían en las tardes de domingo,
si festejaban los cumpleaños,
si iban a un club, a los partidos.
como si no debiera.
Me quedo
Considerando en frío, imparcialmente,
que el hombre es triste, tose y sin embargo...
César Vallejo
Limítrofe y sin paz,
considerando
que Argentina es mi patria
y que me duele,
mi desatino es el de tantos:
el destino
de resistir y resistir
y acaso
de vez en cuando estar feliz
acaso.
que Vallejo, tan nuestro y verdadero,
muere en París un jueves aguacero
de reuma y soledad,
tan extranjero.
voy a tragar saliva y como sea
llamar a algún amigo,
leer un libro. Puedo.
Esta es mi tierra, pese a todo
y quiero.
Aquí quiero vivir.
Aquí me quedo.
Aunque vos no lo sepas
aunque nadie te vea
ni vos misma lo sepas
aunque cambie tu nombre
según cambian mis sueños
estás en la calle
oculta entre gentes
tu mirada me sigue
me mide me observa
vos juzgás sin saberlo
decidís
como estoy cómo siento
qué valgo
qué día me espera
testigo secreto
llamado en las sombras
tus señales me ordenan
tu voz me aconseja
aunque vos no lo sepas
ni yo mismo lo entienda
aunque acaso no seas
ni existieras ni fueras
otra cosa que un viejo espejismo en la ruta
un señuelo
una nube
que se aleja se acerca
una deuda un anhelo
un deseo
una huella.
Divorcio
la sensación confusa de un boquete
la vorágine
de horas enloquecidas
descosidas páginas
de un libro entre ciclones
era el grito
de Münch
frente al vacío
mi hijo
–un día
alegre bienvenido–
era un perro perdido.
después de casi un siglo
puedo volver atrás y más tranquilo
por una vez
agradecerle al tiempo
que haya implacablemente
transcurrido.
Asamblea
¿Te acostaste con Nora o fue mentira,
otra fábula tuya, megalómano...?
Gordo
¡qué parla!
ese día en la cátedra
como una pluma al viento
levantaste el teórico y los prácticos
“Hoy no se dictan clases.
Fisiología repudia
la muerte de argentinos inocentes,
docentes y estudiantes
condenamos
a este gobierno de canallas.”
Gordo
estuviste bárbaro
profesores y alumnos
te escuchábamos
como a Evita en la plaza
hipnotizados
por tu emoción tu furia
Nora lloraba
los mecheros a tope
en el laboratorio inmenso
una mesada una trinchera
la facultad en armas.
Gordo
maestro
¡qué manera de hablar!
las asambleas son tu mejor retrato
una palabra un argumento
casi un profeta en el estrado
en un ciclón de imperativos
entre roscas, alianzas, retrocesos.
Decí la verdad Gordo
¿te acostaste con Nora
o fue un invento?
[ Para Hugo Strejilevich, in memoriam]
Luz y barro
“La vida es una broma cósmica”
Osho
Llegué a mi casa, bien, vivo conmigo
y junto a mis hermanos. Soy testigo
del azul que en mí fluye. Estoy alerta:
jazmines, barro, luz, acepto todo
lo que el río me trae en su corriente.
Ya no espero ni busco. Estoy presente
y gozo de la vida, que es el modo
en que Dios a mis ojos se desnuda.
Mi Tao es el asombro, es el del Buda:
despertar cada día a la existencia
es mi única verdad, mi única ciencia.
Muero a cada momento, a cada hora
renazco, bailo y río, aquí y ahora.
Ahora estoy más tranquilo
en la mesa de siempre
en la cocina
con el olor de las tostadas
humeando en la mañana.
Tal vez la postergó tu muerte
o mi torpeza
de tomar seriamente tus palabras.
trae calma
como una carta de otros tiempos
llena de vida
nos repara y conforta:
vivimos cosas duras
y entre el desánimo
y tantas madrugadas sin respiro,
otras presencias tuyas se opacaron,
tan cercanas.
Nunca supimos.
Pero qué importa.
Dejémonos estar. Estemos
en silencio –alcanza–
lejos de las urgencias,
a orillas de los hechos.
Ya nada nos reclama.
[a mamá]
Despropuesta
ni siquiera entenderte
lo que quiero
es recorrerte
entreverarnos
en remansos torrentes
continuarme encallar
del asombro al suspiro
en tu piel en barrancos
en playones de niebla enrarecernos
entorpecernos en la mañana que no acaba
confundirnos en el aliento el huracán
que desde adentro nos arrastra
hacia el centro del mundo
exhaustos aprendices de la magia del cuerpo
sin opiniones ni ideales
solo dos cuerpos
luminosos
nuestros.
De, Voces en las ventanas
Miguel Alejo Spivacow nació en Haedo, Provincia de Buenos Aires, República Argentina en 1950. Publicó Voces en las ventanas, poesía, Alción editora, 2007). Trabaja como psiquiatra y psicoanalista en la ciudad de Buenos Aires y ha publicado otros libros referidos a su trabajo profesional.
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