domingo, octubre 01, 2006

LIA COLOMBINO






No tengo rituales de escritura. No tengo momentos ni lugares específicos para escribir, a no ser en mi escritorio que siempre está desordenado (con papeles, libros, vasos, platos, etc.). Tengo también dos cuadernos, uno grande y otro pequeño con una goma que sirve de cerradura. A veces escribo en hojas sueltas que encuentro por ahí, en cuadernos que son para otras actividades y donde después me encuentro con sorpresas (siempre olvido lo que escribo en esos lugares y después leo aquellos pequeños textos como si no fueran míos).
Mi escritura (me) sucede y después, en ciertos momentos, me siento a trabajarlas.
Generalmente de noche.
Nunca tuve planes de escritura, aunque en el último tiempo he escrito algunas cosas que sí obedecen a algo. La escritura sucede a partir de palabras. Ciertas palabras que se me ocurren y que después, no pocas veces, repito en voz alta. Algunas veces, cuando estoy haciendo otras cosas o cuando voy de un lado para otro. Cuando estoy en tránsito. Trato de retenerlas y después prosigo. Otras veces, la escritura viene del estado de ánimo, otras se convierte en un regodeo en torno a algo, en un rodeo. Rodear lo que se quiere decir, todo el tiempo.



Poemas

La oscuridad traga su propia cola feroz de haber sido alguna vez.
Todo quema y se derrama
en fuego líquido
y sueño todos los cuando juntos.
El hermano no es otra cosa no
se mezcla el tiempo y algo
como ráfaga
entra por la ventana y quiere pegar,
matar muriendo.
Los ojos se abren
en calor licuado de siesta sin ser.
Gotea la sangre
como panza abierta de niños
y estrangulo pensamientos
sólo para ver si adentro tienen el color de la piel.


***

Abrió el viento dos veces para después poner su mano fría
dentro del río

Cargó las nubes que se mueven rápido
se las llevó
Escondió el norte

Ahora camina
sobre hoja vacía


***

Mucho antes del comienzo había algo
El dedo de los que ignoran
señalaba el fuego
Y lo demás era solo arena
Después vinieron los días quietos
y el reparo
para llenarnos como a recipientes
Luego
cargaremos con todas las palabras
Mantendremos en secreto su peso
Lo sé, mis ojos tardarán en partir.

***

Me perdí en esa mirada vental
De la víbora que recorre el piso
de mi casa
o en esa bocanada feroz
o en la tormenta carmín
de una noche enfundada
No dejo entrar ese viento
que sonámbulo me toca
No quiero ser columna

De, Cavidades ausentes




Paraguay I

La trampa siempre llega en barcos a vela
Siempre
Los tentáculos mandaron patrones
omóplatos
redes con alambre y sal
Hoy crece roca en vez de pelo
Ahora
láudano errante somos.



Una madre grande se mueve 
a orillas de un mar calmo
Da vueltas
con niños que le cuelgan
Niños mudos / azules
clavados a su cuerpo
Amuletos



Paraguay II

Estamos que sangre y miedo
Estamos a garganta tapada ya de tanto intento
Estamos que matar niños
sería un gesto de urbanidad.



Paraguay V


Antes que lejos
mejor no haber estado en ningún lado
La tinta juega a ser sangre
a veces
Mis manos deben servir al menos para esto


De, Tierra de secanos





Me llevo. Un lugar de sombra recibe mis dedos, ellos llegan primero. Escucho mi voz, la sigo como se sigue una flecha disparada. Las direcciones se bifurcan.
Cae un velo –salvavidas para la vigilia.
Reconozco el lugar ahora, todo se llena de ranas y no puedo soportarlas debajo de mis pies. Quiero salir. Una mano aprieta mi pecho con la fuerza de la noche. He de quedarme –pienso. Entonces cierro los ojos y el sueño sueña con peces calvos.
Me pierdo. Ya no recuerdo cuantos ojos debo abrir. Miro mis dedos que se están yendo de nuevo, son ramas largas. He de quedarme –digo. Mis pies cavan las piedras. He de quedarme. Así, plantada.


***


Vengo desde el susurro donde ver es construir insectos con las manos – yo sacaba raíces todo el tiempo y me acurrucaba – Hoy – que vivo en los huecos de un tiempo que cuelga todos los después – me acomodo – surco los pelos que crecen en los brazos y no encuentro sitio – no veo – ya no encuentro sitio – he venido desde el susurro – allí ver es construir insectos con las manos.


Inéditos


Lía Colombino


Lía Colombino, nació en Asunción, Paraguay, en 1974. Publicó Las Cavidades Ausentes, Cuadernos de la Ura, Editorial Arandura, Asunción, (2000); Tierra de Secano, Cuadernos de la Ura, Editorial Arandura, Asunción, 2001; El Resto. Lo subyacente poético en los ensayos de Walter Benjamin, en: Escrituras en Tránsito; Textos del Seminario sobre Estudios en Crítica Cultural, Parte I, CAV/Museo del Barro – Fundación Rockefeller, Asunción, (2004) ; El hartazgo de la palabra. Un ejercicio de escritura, en: Escrituras en Tránsito; Textos del Seminario sobre Estudios en Crítica Cultural, Parte II, CAV/Museo del Barro – Fundación Rockefeller, Asunción, (2005); Proyecto Auricular, Audio-plaquette en co-autoría con Javier Palma, Colección Ex Machina, Ediciones de la Ura, Asunción, (2006). En el año 2000 participó en la creación del proyecto cuadernos de la Ura, actualmente Ediciones de la Ura, que consiste en la publicación de plaquettes, libros de pequeño formato y tiraje reducido. Desde ese entonces, también coordina talleres de escritura.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola lía, me llamo eloísa y viví en paraguay un año, hace como seis, y cuando ví tu foto en el blog, me pareció que eras la amiga de silvana que había aparecido en la publicación de asunción despierta, me fijé, y sí.
Bueno, era para saludarte nomás, vivís en asunción?
siempre quise volver a paraguay, todavía no pude.
un beso
eloisa

Anónimo dijo...

eloisa, si me acuerdo de vos. sigo viviendo en asunción y vos?
un abrazo, Lia