sábado, diciembre 29, 2007

GERMÁN ARENS


No tengo ritos, ni siquiera tiempo. En una época cuando mi vida carecía de responsabilidades, o dicho de manera más sensata…mi vida no asumía responsabilidades, solía sentarme frente al papel en blanco y cada quince minutos exactamente, encender un cigarrillo…en ese entonces escribía de noche.
Por estos días lo hago entre las 16,00 y 20 ,00 hs. en la cama, con la almohada detrás de mi cabeza, en cuadernos espiralados y con birome…prefiero cerrar las persianas e iluminarme con una bombita de 60 watts. No tengo una conducta diaria, a veces paso semanas sin escribir, la época del año no incide en mi voluntad para intentarlo. Prefiero el silencio aunque me sea difícil congraciarme con él, no vivo solo. La música me molesta, me dificulta el camino, me dispersa.
Escribo a partir de proyectos, generalmente dos…uno temático, general el otro.
No investigo… en ocasiones hago excepciones ante la ignorancia.

Ante la aparición del poema, trato que el proceso de transcripción sea completo.
A veces por causas externas abandono esta premisa y el poema descansa en mi memoria… temporariamente.
Solo corrijo aquellos escritos que me llaman a hacerlo. La corrección se inicia en la insatisfacción y generalmente termina en la basura, nunca logro conformidad absoluta.
Mi procedimiento para escribir es siempre el mismo y se inicia en mi disposición a acostarme. Si escribo sobre algo premeditado, trato de ubicar uno de los tantos lugares poéticos correspondientes a ese algo. Creo que escribo para ejercicio de mi memoria.


Poemas

Atentado

El árbol de membrillos
en el que me oculté
para disparar
tres tiros
al “vitraux” de la iglesia
ya no está,
tampoco
mi rifle Mahely 5 y ½…
ni siquiera
la mano gatilladora.
La iglesia
nunca ostentó
sus campanas…
estaban guardadas
en un cassette…
el cura
apretaba
“play”
y los devotos
a la misa…
del domingo de mañana
todos los domingos.
Razón para un atentado si estás apoliyando.


Buena Parada y La Biblia

En el Barrio Buena Parada
durante la construcción
de veintiséis viviendas,
Lázaro consigue trabajo
como sereno cuidador.
En la séptima noche laboral
lo visitaríamos
con mi hermano…
Lázaro no descansaría
y sería domingo,
nos pedirá que observemos
a los cascarudos.
-¡Quedan patas hacia arriba!...
por decisión personal
aguardan la muerte…
quizás ellos no la nombren así,
presuroso trato de incorporarlos
y en su propósito insisten…
hasta el desenlace fatal,
quizás ellos no lo sientan así.
-¡El bicho canasto se alimenta de luces!...
anoche comieron de mi linterna.
-En aquella casa sin colores
vive un ángel
que me conduce a La Biblia.


Desde la barda

Célula a célula
el día me entró en la carne,
dejamos el auto en el camino
y en cueros…
solo…
subí a la barda.
De cara al pueblo,
mientras meaba…
fui poco en la temporalidad de todo,
Un hálito de pacífica gloria
se metió en mi nariz.
A lo lejos…
un cuerpo geométrico
de ciruelos, manzanos y perales…
después la barbarie montaraz.
Bajo mis ojos y cabeza
la zona urbana
parece un tablero
donde metódicamente
se juega a la vida.


El jardinero

Incertidumbre medular del olivo…
resina pantanosa,
ramas añosas afectadas…
en donde anida un siete colores
extirpado del arco iris
por piar.
Hoy viene el jardinero.
Curiosidad de una higuera
de brevas parecidas a las tetas…
habitualmente frecuentada
por el diablo
(pensionista en todos los hogares).
Hoy viene el jardinero.
Hoy viene el jardinero…
(asesino serial en la metáfora),
motosierra Black and Decker
crédito de Wal-Mart…
¡agarrate catalina!


La isla de los conejos

Por la vías
del tren Zapatero,
del puente
al rancho del loco Bansen,
un salto de tranquera
y hasta el río…
¡la isla de los conejos!...el silencio.
Caldenes de los tiempos
en que nada…
chañares y algarrobos,
detrás del agua
“El Gualicho”.
La siesta
es despertar de la mañana…
extenuado
de vanidades catastrales,
de ceños sarmientitos…
¡gesta de la barbarie!...
la historia y la mañana.
Barba de chivo
roja y amarilla…
guirnalda pampeana
de los salitrales.
Zambullida irreverente
premura en calzoncillos…
el invierno
es una excusa
de cagones.
Manos curiosas,
ojos largos,
carne sana.
Boyita alcahueta
batidora de bagres.
Hasta el cielo
parece monte
con siete perros negros…
jarillal osadía,
yarará imprevista
que hoy puede ser mujer,
mariposa imperecedera
siempre niña.
Lluvia de plomitos
hacia arriba,
vida viudita
de un corral
sin palo a pique.
La isla de los conejos…el silencio.


Lugar y tiempo

Mi infancia
es la memoria que me guarda:
unos cuantos amigos en desuso,
tres perros negros,
un sauce y un olivo,
un pasado de casa
que no vuelve
(mi madre y mis hermanos),
los cuentos
de un tío Bradburyano
(su guitarra, su canoa, sus amores),
mi abuela
por las bocas chacareras
(el mercurio, su batón y sus manías),
un monte
que quizás nunca haya sido…
para otros ojos
lo que fue para los míos,
un remanso
de imprudencias consabidas
en la orilla
de aquel que fue mi río.
Lugar y tiempo en el que me ha sido asignado
el perdurable dolor de no crecer jamás.


Amor

Cuatro mojarritas
y un cangrejo de río
en un mediomundo
de remeras…
¡un cangrejo de río!...
impredecible levedad de la sorpresa.
A pocos metros…
un desagüe de apósitos
y la morgue,
hermana siamesa del hospital.
¡En aquella casa sin colores vive el negro Ramírez!
(experto pescador de carpas)
pan y cebolla
las mejores carnadas.
Nosotros así…
no subsistiríamos
amor.


Vidrio

La punta
de mi nariz
es de vidrio…
así como toda mi nariz
y tu nariz,
así como el horizonte demarcado
mucho mas allá de mi nariz…
sobre alguna nariz ajena,
así como el horizonte demarcado
mucho más allá de la nariz
de alguien
que en este repetido instante
está detrás de mi nariz,
sin verme…
ya que mira por detrás de su nariz
hacia un horizonte
que por estar detrás de mi nariz
está por delante
del horizonte
que yo miro.
Detrás de esos anteojos tuyos
que interponiéndose entre nosotros…
y digo nosotros
por el horizonte y por mi,
te pareces a las moscas…
mas atrás están tus párpados,
después hay más vidrio…
mas atrás creo verte…
y digo creo
porque detrás de un vidrio
no hay certeza…
podes estar o no estar,
o ser para que yo sea…
y aunque no seas
yo estoy.


Rosales

Sesenta rosales hay en esta casa…
sesenta rosales y ningún balcón,
aunque estamos rodeados de edificios
que nos dan la espalda, por no decir el culo…
pero mis poemas no admiten la vulgaridad,
es demasiado televisiva.
Detrás de los edificios…
es decir delante, hay sesenta balcones…
y si Baldomero viviera se sorprendería…
¡están llenos de flores, casi todas de mi especie…
¡FLOR DE PELOTUDO!
¿A sus habitantes señor que les pasa?...
preguntale al presidente de Boca, sabe de mayorías.
Sesenta rosales hay en esta casa…
todos con rosas y espinas.
TREPADORAS
1 Don Juán (roja)
1 Heidelberg (roja sangre)
1 Super Star (roja naranja)
1 Virgo (blanca)
1 Gloria Dei (amarilla oro)
1 Polka (naranja)
1 Tzigane ( carmín coral)
FLORIBUNDAS
6 Sevillana (roja bermellón)
6 Jardín de France (rosa gastada)
4 Hannah Gordon (blanca cereza)
3 Lili Marleen (roja fuego)
1 Pusta (roja)
5 Orange (llama)
GRANDIFLORAS
1 Montezuma (salmón)
1 Elizabeth Rose (rosada)
INGLESAS
1 Winchester (blanca)
1 Graham Thomas (amarilla)
1 Gertrude Jekill (rosada)
HOBRIDAS DE TE
1 Black lady ( roja negra)
1 Oklahoma (roja negra)
2 Arianna (rosa tenue)
1 Fiorella (damasco)
1 Eminence (lila)
1 Mainzer Fastnacht (lila)
2 Nuit´dorient (púrpura)
2 Bajazzo (roja crema)
2 Colbert (crema roja)
1 Folclore (mandarina)
1 Krasavitza (blanca cereza)
2 Madame Driou (cyclamen)
2 Tourmaline (crema rosada)
1 Valencia (ámbar)
Rosales de Rosauer…
Río Negro…
y son cincuenta y siete,
más dos que trajo Marina
y vienen de San Pedro…
hacen cincuenta y nueve.
Cincuenta y nueve rosales hay en esta casa…
¡sepan disculparme!
¡cincuenta y nueve rosales y ningún balcón!.

En el centro de todo

Diente de león…
de león obstinado,
aguijón de la ortiga
que trasciende mi carne.
La pala caliente
en mis manos mamíferas…
hileras de surco
que marco, que marco…
que marco.
Enterrados escombros
de vida “morida”,
dermis gramilla
de un poquito de suelo…
la tierra se mueve
paralela a mis pies…
placenta de madre
que envuelve tenaz.
A la izquierda un colegio,
por atrás un hotel,
por el lado derecho Alberto y Señora…
o Señora y Alberto,
adelante la puerta
que nos abre a la casa,
y en el centro del patio
mi hija que grita
mirando hacia arriba…
¡Te quiero mucho en la boca Luna!


Germán Arens

Nacido en Bahía Blanca. Libros publicados Pueblada (Ediciones en Danza); Versos de Gabino (El Suri Porfiado); Los Ojos del Cordero (El Suri Porfiado) y  En una nave comandada por Enrique unos pocos hombres abandonamos la Tierra (Ediciones Vox (2012).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

German ha sido muy grato leer tus poemas, la curiosidad a la que queda sometido el lector hace a la imposibilidad de abandonarlos.Quisera más.¿Dónde se consiguen libroas tuyos?.

Germán dijo...

Gracias Analía.Recién en estos días voy a tener mi primer libro llamado "Pueblada" editado por Ediciones en Danza.Si sos de Bs.As. lo vas a conseguir en las librerías donde distribuye la editorial.Si sos de otro lado avisame y de alguna manera te lo hago llegar.Saludos.