viernes, diciembre 21, 2007

RICARDO MALDONADO




Cualquier lugar y medio para mí es oportuno al momento de atrapar este susurro poderoso, temible para el silencio y el ser general de la costumbre, y es como una visita que no debo perder. Me ha tocado escribir sobre el volante mientras viajo, en alguna hoja de la carpeta de clases, en el revés de un programa, pero casi siempre llevo una libreta y ahí quedan estampadas las emergencias. Pero cada vez respondo menos automáticamente a la escritura, prefiero vivir intensamente el estado poético, dejarme madurar, henchirme, y luego escribir como quien prueba resistencia y se arma de texturas válidas; después sí puedo emplear mis hábitos, antojos y estrategias. Uno no sabe si con el tiempo se va sustrayendo más a la tentación del boceto, a la práctica de taller, por eso de imponerse tema y forma a propósito. Confieso que respiro mejor con lápiz y papel porque de alguna forma dibujo el contorno emocional, atrapo el pulso que luego evocaré; pero la computadora resuelve de una forma rápida las marchas y contramarchas que lleva el procedimiento de la escritura. También es cierto que nada puede obligarte a bailar si no tienes ganas, cuando se desprende y vuela uno debe estar atento y debe cultivar los crecimientos medidos del deseo.

Últimamente me trazo proyectos de escritura a partir de la existencia válida de núcleos poéticos nacidos espontáneamente de la inmanencia emocional. La impresión de una luz es lo que luego será el poema. Para mí lo lírico, lo histórico-político, lo cultural-popular, lo ambiental, etc. etc. son campos unificados, de implicancias mutuas, sustancias todas de un mismo amasijo. Es como si uno fuera con la misma prenda a distintas partes. Por debajo la piel es un pétalo filosófico, siempre reencarnado y que termina impregnando todos los temas, temáticas y variaciones. Las lecturas de otros poetas, de ensayos críticos, de aproximaciones fenomenológicas, me producen un estímulo irradiante o trama de convite dentro de la cual pertenezco y mi propia hebra cobra allí pleno sentido. La escritura para mí y de acuerdo como lo vivo, no es un acto solitario, ni antojadizo, ni de libre albedrío, más allá de la voluntad y de la declaración, uno está implicado, referido en cierto modo, y no hay limitación allí, sino responsabilidad histórica de la literatura y del acto de escribir.

Escribo para no perder y cuando corrijo mucho casi siempre pierdo. La autocrítica nace de lo que no queremos ver en los demás poetas, nace por comparación interesada, y uno mismo se compara en las distintas etapas y es contradictorio en la valoración de ciertos espejos. Lo mejor y lo peor pueden convivir en la apreciación. Porque no está dicha la última palabra, y las anteúltimas voces pueden ser las tempranas. Nunca se sabe la efectividad del procedimiento de la corrección, de todas maneras requiere una mirada de poda y desalojo.

La poesía viene de primera prensa, es pura o no es nada, y esto uno lo puede reconocer en una copla, en una décima, en un soneto, en un poema abierto o de renglón corrido, quizás por la afinación de palabras precisas, seguras en el qué decir y llenas de posibilidad en el cómo. Las variadas y valiosas lecturas, la construcción de la pequeña biblioteca de imprescindibles, y todo lo que hace al hábitat y al nicho vital donde crecen fiadas y en buena compañía las criaturas del desvelo; contribuyen también a la generación de las materias destinadas a ser escritas. Soy músico, abrazo a la guitarra como a la escritura, y también el sonido de instrumentos, el aire libre, las hojas donde se reserva el sol, los cielos nublados y frescos, músicas y temperaturas, me dan el vigor para engendrar, el impulso de ánimo que necesito para escribir para siempre un poema y y saberlo al fin materia de una alteridad abierta e inaccesible a la vez, y tan propia e indispensable como este pan y este vaso de vino, milenarios y de un deber cumplido.



Poemas

COMO QUIEN LEE DOS VECES

Como quien lee dos veces, me dispongo al tacto de lo que afuera se respira, de lo que se posesiona con la palma abierta en el aire tramado de latidos.

Se piensa la luz del verano en la verdad de la verde encarnación del muro, en el solemne mantra de las chicharras que vuelven ardor de penitencia las umbrías del pasado.

Pienso en ese reflejo que cae hacia delante, esa soledad sabrosa que busca un eco, una pertinente forma pertinaz de pertenecer, de llevar hasta el borde la caja del tórax para sentir en el límite la chispa, el destello alucinado cruzando libre, como una oración, los dos hemisferios.

 

 

IV-

 

Cuerda y madera, no se diga ahora

que no avisé el desvelo de los teros,

el llanto de la nutria en la vidriera,

crucificado pez en playa negra,

el sol azuzando aguas del diluvio

y otras interferencias del desastre.

Digan que di, que acaso erré, que fueron

partículas de un siglo por las venas,

cetro pintado en blanco, lienzo a gritos,

barca escrita que empuja de otro modo

y es lo que viene a ser, madera y cuerda.

 

V-

 

Cuerda y madera, fueron dos en uno

llevando el diapasón hasta las nubes,

saliendo del refugio al mediodía

para alentar las frágiles colmenas

todavía confiadas de la especie.

Más allá de una casa a cielo abierto,

de un montón de cacharros numerados

con la propina cruel de los ahorristas.

Más allá de un confín de puras cosas,

vuelven dos a sentir, madera y cuerda.

 

 

VI-

 

Cuerda y madera, aguante y vuele lejos

si es que tiene talante, si resuelto

es capaz de partir la nuez a mano,

de dar al niño la lección de vida

en medio de la peste y los cometas.

Volver la sed a fuentes transparentes.

Fijar el ojo en la canción querida.

Doblar la cuerda ante un temblor azul

que dice amor y nunca indiferencia.

Tener firme la boca hasta la llama

y olvidarse la piel, madera y cuerda.

 

VII-

 

Cuerda y madera, barba de los gauchos,

respuesta de ventisca y mal de amores,

con cara de bandera en rebeldía,

fortín de Martín Fierro miserable

en bolas, tres marías y el desierto.

La fauna acorralada por el humo

a tientas no merece un horizonte.

No hay como ser país y abrir el surco

donde América espigue y gane altura.

No hay como acomodarse desasidos

del árbol que nos da madera y cuerda.

 

 

 

VIII-

 

Cuerda y madera, pico encandilado

por la estela grabada del origen,

ñandú en la Vía Láctea, cruz austral.

Las líneas dominadas por el punto

donde estalla la estrella un dios se funda.

Hay guardas que encaminan lo perdido.

Hay tramas que nos llevan a la entrada.

No esta ciencia de números fatales,

de piedra enajenada, de pantallas

cenicientas creadas para un tiempo

ausente de este Sur, madera y cuerda.

 

IX-

 

Cuerda y madera de un país de iguales,

nueva estación que el hombre necesita

entonar con los timbres de su historia,

contestación de huesos alumbrados

por coplas que surtieron la certeza.

Tizón y calabaza del ancestro,

ya quiere amanecer y no lo dejan,

ya quiere despertar y lo anochecen.

Con estopa en la boca la justicia

al Río de la Plata fue lanzada.

Fundición de los santos, pan de luto,

todo fue hacia el carbón, madera y cuerda.

 

 

De SEIS CANTOS DE MADERA Y CUERDA (2000)


APARICIÓN DEL COLIBRÍ

 

ENTRÓ COMO UNA CONTORSIÓN del prisma sobre la olla hirviendo y entre el humo de la que fritaba empanadas. Sus alas rozaron a mil revoluciones la mole del instante lleno de algarabía, espesos materiales, sentidos bajos.

Reflejó en la grasa la figuración del imposible lado y dio lectura de dulce escarmiento.

Los dioses nos mandan visitas, dijo la que tenía el pañuelo como un llamativo faro en la cabeza. Luego la aparición se hizo fortuna de ausencia.

 

El fisgoneo del colibrí abrió caudales, bienaventuranzas, dedos de niños, síntomas de lo puro, alturas, casamientos de la tierra con el cielo, fisuras en el adulto. Tan cerca de Musinga su tornasol poético dio vuelta el plano. Seres como notas fueron a seguirlo, perdieron láminas las retinas, intentaron en vano la aprehensión del signo pero no lo alcanzaron

 

MERCEDES QUE NOS DAMOS

 

SE TRATA DEL PRECIOSO TIEMPO, cierto modo feliz de las variables: una sombra de tala, un aire bajo de arroyo atardecido, un mate en el recóndito reino, una salud de recuerdos mientras se viaja hacia el encuentro de la escena repetida, una cuerda que se demora temblando para tocar el centro cierto. Lo dado como Musinga se da: vecino de toda gentileza, paisano de todo ramo.

 

Se trata del regalo merecido, instantes, caballitos sueltos y ese pastar sin cuidado de quien ignora.

 

Es entonces cuando el tiempo atento manifiesta, inaugura lotes, tira sombreros, va y viene con el ave y su heraldo, cultiva la estampa de los almanaques ya vencidos, sale airoso contando los días hasta el templo que levanta toda forma de comprender.

De ESCALÓN PARA MUSINGA - 2004



 

CANTO XII-

 

Te acordás Mansa Tuca, ahora que la costumbre

te cuece en hervores varios y el carrillo se espesó

con el ejercicio de la paciencia,

ahora que soltás al mancarrón del hábito

para que el temblor del amor lo aligere,

le sacuda el carumbé para que caigan

las monedas de Potosí pegadas al cinto

y el aparecido regrese bailando una polca y salga

del espejo que se comió el azogue.

 

Inolvidables manzanillas

en el cabello de “la rusita”,

te esperaba a la vuelta

como la vida no te esperó,

nadie más fue esa esquina que te dice

el valor de una flor bajo pollera,

manzanas del rey para el paria que osó ese huerto.

No sabés si habrán cantado tan lindo los zorzales

como esa pollera que se abría

y qué resplandor cuando pasaba mirándote

como la vida no te miró

y te aromaba con inciensos de rito antiguo;

cerca de la estiba, de los astros fugaces de los gatos,

de la mora delatora del patio de ladrillos,

cuando el padre se iba a ponerle hombro a las bolsas

y la madre al servicio en la casa de familia del doctor;

tenías entonces tu momento de merecido benteveo,

y eran sus brevas a tus ojos la miel anticipada,

la correspondencia aparejada en fuego anudado,

tu cama de manzanillas en el piso… la hueles todavía,

revelándote de súbito un hombre y una mujer;

tu cara de torta negra y su cara de torta rusa,

negro contra blanco en un solo salmo cantado

y repetido por la eternidad en todas las lenguas.

¿Cuál era su nombre? ¿Cuántos años tenía?

Pasó como una ráfaga del Paraíso, todavía pasa,

y algo más te dice la esquina de ligustros y tordos

que hoy estuviste mirando largo rato,

tratando de avivar el relámpago del primer amor,

de la primera mojadura soñando con “la rusita”,

cuando el bizcocho estaba en el paladar

como una justicia y un conocimiento sin retorno,

una auténtica justicia social para vos

en aquel entonces que ahora es,

aunque la muerta ya no responda

con sus manzanillas por la calle al convite

desfachatado de la estiba, de la mora a dos labios,

del viejo galpón con telarañas, con desgranadoras,

con estrellas de gatos maestros en el arte de amar.


De  MANSA TUCA – 2008


RICARDO MALDONADO 

 

Poeta, músico, compositor, trovador, docente, fotógrafo y editor. Dirige desde 1989 la revista El Tren Zonal “Por la integración de los pueblos” (historia, sociedad y cultura de la región), en su versión gráfica y radiofónica. Ha editado libros de poemas, uno de los cuales: Mansa Tuca mereció por unanimidad del jurado el Premio Literario “Fray Mocho” - Poesía, en el año 2008, otorgado por la Provincia de Entre Ríos. Ha realizado además varios trabajos de registros con sus canciones y recopilaciones folclóricas entrerrianas.  En libros de poemas: El aire nuestro - 1982 / Las palomas de la tierra - 1984 / La memoria impresionada - 1984 / El sonido del hombre - 1986 / Canción o barbarie -;  1988 / Sol de herencia - 1989 / Reverberaciones del Gualeguay - 1991 / Solar sostenido- 1998 / Madera y cuerda - 2000 / La Mudanza - 2003 / Del junto movimiento - 2004; Escalón para Musinga - 2005 / Mansa Tuca - 2009 / Que tan lejos llega - 2013 / La perdiz que mató Monsanto - 2015 / Voz varia - poemas reunidos - 2015 / Alzaprima - 2017 / La cuerda cuarta y otros poemas - 2018 / Empuñaduras - 2019 / Poemas (selección de 7 libros)- 2019 / Variaciones de vizcachita - 2020 En registros fonográficos:  De la raíz al vuelo - (colectivo) 1986 / De acá y de allá - 1988 / Estilo - 1991 / Con seis cuerdas - 1996 / Cuerda y madera - 2001 / Cancionero anónimo entrerriano - 2008 / Rapsodia bárbara - 2010 / Mansa Tuca - 2012 / La más pareja y otras canciones - 2019 / Cómo será la canción – 2019

 



2 comentarios:

raquel dijo...

Hola soy Raquel Acosta de Rosario, me encanto como te paraste en el escenario te mando mi mail es raquelsuenio@live.com.ar y te mando un escrito mio
Me gustaría
que los chicos hoy
pudieran sonreír
y tuvieran alas
para alcanzar
los sueños
echaran a volar
las ilusiones
caminaran sobre
grageas de chocolate
tuvieran sus caritas
inocentes de soles,
gnomos y lunas
tocaran con sus
manitas pequeñas
el agua salada
del mar

Pero más
me gustaría
que todo eso
fuera realidad.

raquel

Unknown dijo...

Buenas tardes,necesito saber cómo se llama el poema en el que nombra a don chule balor,soy amiga de la nieta de don chule y quieren saber en qué edición de la revista salió