Me gusta escribir en mi mesa, lo cual no quiere decir que no escriba en otros espacios. Cuando esto sucede se trata mas bien de imágenes, frases e ideas que anoto y tiempo después reescribo o abandono. Además de un pedazo de papel, una birome o marcador negros y un diccionario, necesito “una mesa en blanco”, es decir ordenada, sin papeles ni cosas que me distraigan; para desorden, ya tengo bastante con las hojas que van desperdigándose por la mesa.
Reconozco que escribo más bien a la tardecita-noche pues no me molesta desvelarme; durante el día sólo si tengo mucho tiempo disponible. Creo, sin embargo, que la mayor parte de mis escritos data de algún miércoles o algún jueves a la madrugada (como estas respuestas), día que intento dejarme más bien libre para escribir.
La restricción me resulta interesante como factor de producción, será por eso que me encanta escribir por encargo, ya sea de otros o propio. Escribir es para mí hacer variaciones, asediar una imagen, una idea, una sensación, un malestar. Es por eso que trabajo mucho a partir de series, a tal punto que algunos poemas forman parte de una serie que probablemente nunca superará el poema único pues no me interesa continuarlas. Tal vez algún día esos poemas terminaran formando una unidad propia, o tal vez su destino sea la carpeta. No me gusta mucho hablar de “investigación”, que me recuerda al ámbito policial o al académico, pero está claro que en la primera etapa de producción recurro a lecturas, fotos y dibujos.
Además de crearme una restricción para escribir, hay algo del orden del fragmento y del sentido que me interesa mucho en la serie. Como si lo más interesante sucediera en el espacio que va de un poema a otro, en ese silencio o esa acumulación. Esto me trae muchos problemas, por ejemplo cuando me invitan a una lectura, porque el pobre auditorio saldría apabullado si les leo una serie de un tirón. Me pregunto si esa no será una de las razones por las que me gusta trabajar las lecturas de una manera un poco performática.
Siempre corrijo sobre papel, aunque voy guardando las correcciones en la máquina. Me acostumbré a este vicio gracias a los talleres literarios que empecé a recorrer un poco por casualidad cuando tenía diez años. Los métodos para corregir son varios y se dan por etapas: hacer una primera secuencia de borroneos y reescrituras hasta llegar a una primera versión que quedará registrada en la computadora, dejar de lado los textos por un tiempo, grabarlos, pasarle versiones a algunos poetas, leérselos a gente que más bien se espanta al escuchar la palabra “poesía”, dejar de lado los textos nuevamente, contrastar versiones de momentos distintos.
Si leo mis respuestas hasta ahora, no me queda otra cosa que afirmar que me es imposible escribir, siempre estoy corrigiendo. De hecho, ahora tengo el proyecto de hacer una especie de corrección de la cajonera, para lo cual he empezado a escribir en francés, aunque algunos poetas me han señalado que en realidad he empezado a escribir algo nuevo.
¿Qué significa corregir? Ir más en el sentido del texto y menos en el que yo quiero.
El poema empieza como imagen, palabra, verso. Como una sensación que gracias a las palabras se transforma en idea; como un deseo de sonoridad. Aunque debo admitir que padezco de una cierta obsesión por el sentido.
Poemas
El origen
De a poco el camino
dejó de ser
el camino
para convertirse en otra cosa:
se deleita mirando arboledas
la vía del tren a un costado
la estación:
ya no hay metáfora, no hay
metonimia: los objetos
son sólo objetos: las tipas
figuras recortadas a contraluz
con florcitas amarillas cayendo en primavera
Del barrio a través
el camino a Moreno:
deseo por la quinta
cada vez más cercana
una siesta bajo los tilos
el coche a caballos dejó
por una carrocería moderna
Nada ha ocurrido, dice
y las casas ocupan su horizonte, el pensamiento:
Chacarita, Paternal son anillos
en el tronco de un palo
borracho al borde del camino
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La ocupación
Los hombres de Saavedra
fueron los encargados
de ocupar el edificio
Perseguidos por un crimen
borraron las huellas
a fuego lento
incineraron sus casas
Una congregación reunida
en el calor de colchones
y otros muebles inflamables
Van a limpiar la tierra
tirar debajo de la alfombra
las miguitas cuando lleguen
El hormigón es un imán:
del balneario norte salen
nuevos conquistadores
Junto al río las familias
colgadas de los postigones
con canastas de pic nic
De vez en cuando un papá
entra al agua
rescata una pelota del ahogo
12
Van a limpiar la tierra:
no hay surcos
para las semillas, no hay
agua, no hay más
que una canilla para regar
las 19 hectáreas
no hay
pero lo que hay
crece con fuerza
Van a limpiar la tierra
tapiar las ventanas, clausurar
las entradas. Depositan las cosas
en un nuevo albergue
transitorio. El río
esconde la chatarra
Los días contados amenazan
al edificio: el residuo
de lo que no fue, la imagen
de lo que es. No hay
cálculo ni contador
para el silencio
Van a limpiar la tierra
13
Cables
Me quedo, de acá
no me sacan
aunque yo solo no puedo
contra los dieciséis
o tal vez más detonantes
puestos quién sabe dónde
Había visto a McGiver y a Mario
Baracus tantas veces
armar y desarmar bombas
pero ahora no sabía si el cable
rojo o el azul: por ahí
Juan se acuerda y quiere venir
conmigo a joderlos un rato. No
qué va a venir
seguro que no se anima
además mirá
si cambian los colores y de repente
un amarillo un violeta
tirando más al azul
o al rojo y volamos en pedazos
Son todos unos vendidos
rajar así como si nada
para ir a esas casitas
Todo muy lindo pero en la otra
parte del mapa, en la China
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Maldito Warnes
Si Warnes no hubiera
combatido a los ingleses
allá por el mil ochocientos
no habría
una calle con su nombre
Picadilly, Oxford
Regent’s Street o algún
otro desconocido
se leería en el cartel
Afuera de las casas mujeres
y hombres festejando
la llegada de los barcos
El aceite derramado
por los repuestos de autos
tornasolaría otro empedrado
No hay forma para la nostalgia
en ese cuadro: podría decir
under the pavement/ bajo el asfalto
the cobbled street/ el empedrado
with its memories/ con sus recuerdos
pero algo se pierde en las palabras
Qué sería de Almagro,
Villacrespo o Paternal:
suburbios muy lejanos
a un perfecto damero
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marchar con la mirada al frente:
una estatua de sal
donde debería haber flores y pájaros
que alejen el rigor
Ay Warnes si estuvieras
o algo de ti quedara
si viniera la Azurduy con su hidalguía
podría creer nada fue en vano
pero sus nombres
son carteles oxidados
Volverías a vivir los días
en que sobrellevaste el fracaso?
Warnes una vez más te pido
not your hand but yourself
to save this land
22
Hospital Alvear
Al despertar
unos internados
preparaban sus bolsitos
como antes de los pic nics y las excursiones:
elegir la ropa y otras cosas
sabiendo que siempre
faltaría algo
La orden: evacuar
cerca del mediodía
al otro lado de la calle el albergue
dejaría de existir a las 15:00 hs.
(hora oficial)
de este lado
algo
desaparecería?
Los árboles eran los que alguna vez
había visto en la colonia montes de oca
cuando el caso giubileo
inundaba las pantallas:
cabeza de colimba rasurada
ni una ramita en los troncos
distrae al vigía la mirada
sobre los internos
Antes de que el cielo se vaciara
recorrió el parque para fijar
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conseguir la pieza y así
la prosperidad está entre sus dedos:
no se le va a escurrir
no va a faltar agua
tendrá un cuarto
de botella llena:
charcos ocupan las calles
da lo mismo abrir la canilla o cerrarla
o acercarse a los cuerpos de agua
donde puede ver su cara reflejada
Todo es agua
o hace agua
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Decorado
Temprano llegaron los hombres
de la Cava y la Oculta
para armar las gradas
No eran diferentes de los habitantes
que cargaron changuitos, carretillas
con las últimas cosas:
exilio del paraíso ciudadano
Más tarde espectáculo
en vivo para los privilegiados
el resto lo mira
por TV
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Implosión
Cenizas volcánicas del Hudson
desparramadas en el barrio
imposible barrer los restos
de asbesto en los pulmones
aunque impecables casas
edificio con bacterias
mejor sería cuarentena
aislamiento sin amianto
la dispersión contamina
El viento sopla
y no hay rumbo
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3 p. m.
descarga la nación detona
un sonido ruge astilla las tablas
raja lo que se tropieza
una esquirla suena el cimbronazo
estampa tabique pared o coraza
revienta la construcción
el centro es un tumulto
confuso un aquelarre
se estremece el polvo
que recorre las calles
o bosqueja un hongo
hasta un bunker estalla
cuando suena
la deto
nación
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38
39
De, Warnes Albergue
Abrazo
Un arrullo me despierta
los girones del pasado
contenidos por el dique
de la angustia y el silencio,
un torrente de instantáneas
desgajadas de un abrazo.
¿Dónde está la Cruz del Sur
de mi cielo protector?
¿Dónde el tono de esa voz
extinguida en su respiro?
En el éter del adiós
Vive mi eterna esperanza,
un camino de preguntas
escandidas por el tiempo.
¿Dónde está la Cruz del Sur
de mi cielo protector?
¿Dónde el tono de esa voz
extinguida en su respiro?
Esta noche me transporta
a la zona del recuerdo
de donde no quiero salir.
Cauchemar
Pa’ olvidarse la cabeza
llegó un día a la milonga
trajecito ‘e alta costura
sin destreza pa’ bailar.
“Yo vengo buscando un hombre
sin diplomas ni complejos
que en los cafés recoletos
estoy harta de Lacán.
No más interpretaciones
yo quiero un tipo sencillo
que me dé todo su brillo
pa’ trenzarme en un gotán.”
Los milongas tienen baile
para todas las bacanas
les ofrecen sus abrazos
machos, bravos y atorrantes,
cambian cortes y quebradas
por un piso en Alvear.
La mina de clase media
profesional y coqueta
encuentra su gigoló
pero el tiempo desgraciado
le hace ver su realidad
y de a poco el entusiasmo
se transforma en cauchemar.
“Yo venía buscando un hombre
bueno, simple y cariñoso
pero encontré a un compadrito
que mi ilusión desplumó.
Basta de filosofías,
de pista y de café;
busco alguien que me comprenda
Don Diván, ayudemé.”
Rincón
He venido esta noche a buscar ese acto
que me salve la vida de la noria sin fin.
Una idea, un delirio, una rosa de cobre…
si pudieran raptarme del spleen de París.
Encuentro a unos muchachos, las pibas me saludan
sus sonrisas disfrazan tristezas e ilusión.
Mientras tomo unas copas, nuestras voces alegres
bosquejan la mímica de la conversación.
Bailamos unos tangos, doy vueltas por las mesas
las luces encandilan mi hastío sin piedad
y yo acá, más solo que antes de haber venido
vagando en un desierto de cuerpos sin amor.
Después de cada noche, de inútiles tormentos
de ilusiones vencidas en la barra de un bar
sé que el único amigo es el rincón oscuro
que abriga mi tristeza y oculta mi dolor.
Vida moderna
Tosen las minas y me critican
cuando mi pucho suelo encender.
De nada vale que yo les diga
que espero un guiño del hombre aquel.
Tras los cristales, la vida abstemia
sana y moderna quiero ahuyentar
¿no ven acaso que estoy salida
de un viejo tango de cabaret?
Pido champaña y el barman mira
con cara extraña no hay na’ que hacer:
un vaso de agua o una gaseosa
tan sólo eso puede ofrecer.
Tras los cristales, la vida abstemia
sana y moderna quiero ahuyentar
¿no ven acaso que estoy salida
de un viejo tango de cabaret?
Vida bohemia, tan renombrada
sos una especie en extinción.
Alma de chichi
Sos una chichi cualquiera
batí ante su confesión
y frente a su cara de espanto
pasé a dar esta explicación:
No te asustes que no es chichi
una mala condición
sólo un mote divertido
para entendernos mejor.
Si un chongo las encandila
tanto da “sí” como un “no”
promete “ya no lo llamo”
y queda aferrada al chabón.
Una chichita es bonita
y en el brillo de su voz
hay encantos y estridencias
que no dan letras de amor.
Cansada por el discurso
mis palabras arrebató
me dio un beso divertido
y su alma desnudó.
De, Con un fueye
Rastros mínimos
Vasos desparramados
mosaico de pisadas, cenizas
inventaron con tapitas ceniceros
Siente náuseas al respirar
los restos de humo y borgoña
impregnados en el aire:
durante la noche habían dado
a la casa un tono festivo
Junta los vasos traspasando
colillas y fonditos
Como un alquimista desearía
transformar lo que quedó
llenar otra vez los vasos
destapar nuevas botellas
ver de la luz negra
el reflejo sobre el blanco
Cuando abre la ventana piensa
que su cuerpo es uno
de esos vasos cargado
con un restito de vino
Recuerdo
De dónde viene no sé
no hay un golpe certero de maza que cae
apenas una gota insiste, el rumor
de un motor con problemas
Como el viento de a poco trabaja las piedras
así yo, así mi cuerpo
Lo minúsculo socava por cansancio
De infancia
Mi hermano es un hombre de plata
aparece en sueños como tantos otros
Mezcla de cloro, plástico añejo
piñones sobre el césped
Con el ritmo
de la brazada constante
golpea el agua en mi cara
Cataratas de cuerpos en el trampolín
lajas calientes por el sol
y terminar
embadurnados de piedritas
Primavera
Una lluvia ha trastornado los planes:
el árbol se esconde
tras la cortina de agua
Nada hay de inmediato:
un ovillo de conversación
un par de ideas dibujadas
sobre una hoja, la ilusión
de un instante infinito
Trámite
Desde la biblioteca
un retrato mira: foto
carnet en el naufragio
De papel es el hombre que fue mi padre:
ojos serios, traje
acartonado para un joven
de treinta años, la sonrisa
apenas esbozada
Es mediodía, he caminado bajo la llovizna
el viento consideró que no era
una buena imagen la que yo portaba
y deshizo el peinado, y sacó a flote
varios pequeños rulos. Mientras escucho consejos
del otro lado de la cámara pongo
cara del trámite que me espera
Frente a la biblioteca indago
al hombre, al trámite escondido
en esa única
foto de identidad que mira
¿Cómo son las alas de una golondrina emigrando?
Colibrí, cuerpo suspendido
de su pico entre los arbustos
rosas de la china, jazmín del país
en la mirada el lila nos funde
Olvidó soñar sus alas:
cansancio o batir hasta congelarse
No emigra golondrina revolotea
alrededor de una mancha
Alas impresas en las hojas del viento
Pájaro detenido en la bebida:
no hay confusión en la palabra coliflor
Recuerdo de una golondrina:
gato fijo en el útimo invierno
¿Habrá un bosque donde reunirnos?
Pocos vuelven al jardín
manitos se prenden de la pollera
de mamá el primer día de clase:
pecho blanco
ala de golondrina corta
el vidrio que te separa
Amante de gato enloquecido:
golondrina
y gato
y marinero
en un banco de plaza
o eras vos impreso en esta pared blanca
Descansa, colibrí
roza tu azul con mi cuerpo
Five o’clock tea
a A. P. F.
Mañana nunca será
Las tardes de golf quedarán olvidadas
pelotitas se clavan
la lluvia hace crecer los hongos
Te pregunto si seré una conveniencia
Tomamos té
(yo prefiero en vaso)
no sé si es el vapor o son tus lágrimas
(Las cortinas tiñen la escena de anaranjado)
Eran otra cosa los bailes
lamparitas de colores, la pileta cercada
por sillas y alambres
un auto sport envidiado en Zárate
Algún día me vas a explicar
dónde viviste esos años
El Abasto, Juncal
la casa de Quintana
un inventario de muebles a los que echás de menos
Intento convencerte
dejar de lado a Pauline
Me agradeces que sea respetuosa
y al rato volvés a la carga
No podés entender que no me importe
(Qué es Pauline en esta tarde
cuando alcanzo a ver unas terrazas entre las cortinas
a medio cerrar)
Años rodeadas de corazoncitos
galletitas de anís rellenaban los huecos
Me preguntás qué hago
te explico
insistís con promesas
Planée quedarme con todo, conocía cada palmo
pero ni siquiera así
me hubiera conformado
¿Quién podría ocupar el escritorio?
Sombreros con plumas de ganso
tailleurs confeccionados en París
mecenas de mujeres que a tu hijo
le gustaría pellizcar
(Cuando no estás con ellas
son caricaturas
volvés a una costumbre
que no te puedo arrancar)
No existe el río. Un muro
gris seco se levanta
más allá de los trenes
Quizás es porque no hay viento
Las caricias
en mi espalda no son caricias
es tu mano
que busca el corpiño como aquella cara
asomada al balcón o el ojo
en la cerradura
(Te gustaría que el tiempo se detuviera:
soy una hijita que pide cuentos
para poder dormir)
La palabra sumisa
me hace desconfiar:
la fusta no fue un invento
Te quedas callada, de vez en cuando
me ofrecés más té
Yo traigo crisantemos
De, Rastros mínimos
Mariana Bustelo
Mariana Bustelo nació en Buenos Aires el 8 de julio de 1974. Publicó Warnes albergue (Buenos Aires, Gog y Magog, 2007); Número de revista (Buenos Aires, Anfibio grupo editor, 2003); la cajonera (Buenos Aires, Siesta, 2001); el cuento infantil Joaquín y la luna (Buenos Aires, Página/12, 1999); Ergópilas y prosas-canasto (plaquette, 1994), y en colaboración con Silvana Franzetti el objeto impreso Telegrafías (Buenos Aires, La Marca , 2001). Participó de las antologías Bajo Sur (París, Cahiers LI.RI.CO-Université Paris 8, 2006); La niña bonita (2000) y Poesía en el Subte, entre otras. Realizó el video-poema 3 p.m. y, junto con Silvana Franzetti, las performances Oh! Este y la misma y Telegrafías. Colaboró con los músicos Carlo Carcano y Luis López, y con la artista plástica Florencia Fernández Frank. Desde 2002 reside en Francia donde prepara una tesis sobre César Fernández Moreno.
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