Escribo siempre en el mismo lugar, directo en la computadora, en silencio, en los momentos del día que la dinámica familiar me lo permite (tengo dos niños, y un tercero por venir el 20 de diciembre). A veces el más chico, Manuel, de 2 años y medio, me ronda. Escribo lo que va surgiendo, pero luego, mediante un plan, que puede incluir una investigación, termino de darle la forma final. Escribo textos que a veces descansan durante algún tiempo hasta que encuentro la vuelta para seguirlos, terminarlos, mejorarlos. Corregir es darle la forma que más me satisface. La poesía me viene en imágenes, en sonidos y en palabras que escucho por ahí. A veces pienso poesía. Las imágenes muchas veces son las palabras mismas concatenándose y veo imaginariamente el poema escrito en el aire, o en un rostro.
Poemas
SANDOKÁN
Sapos esparcidos
al costado del camino
escoltan el paseo nocturno
por el Riachuelo
detrás de los paredones
de las curtiembres
en los senderos
delineados por caracoles
se siente como una lengua
la tierra cobijando
los pies que la transitan
por momentos
se hunden
para después
deslizarse
y volver a estancarse
bajo estrellas gastadas
de sudor de chimeneas
enmarcadas en un cuadro
que nos tiene de rehenes
deambulando
frenéticamente
por las acerías
y los remolcadores
entre latas de congoja
y salpicaduras de olores
ablanda vientres
en charcos de cobre
sin permiso
pasan una tras otra
las lanchas
en voz bajita
casi fantasmas
sin tripulantes
la vista agudiza
sin distinguir
más que la humedad
de los adoquines
pegajosos
y una barrera rota
sin promesas
ni vanidades
sola con su riel
debate la consecuencia
que tendrá
para sus cimientes
la perdurabilidad
de esa relación
en el tiempo
atrás hay pasto
y tachos con
petróleo muerto
canaletas extramuros
llevan alivio
a las hojas secas
regándolas de amoníaco
fogatas encienden
para escapar
a la negritud de la noche
vagabundos
bandoleros
y vendedores
comparten horas
en el confesionario
del fuego
sin darse cuenta
ni las gracias
colonos de una tierra
nunca prometida
hacen planes
de expansión
territorial
más allá del hediondo
batir de las aguas
apelmazadas
mascando brea
para blanquear
los dientes
adelante hay un puente
cerrado por siempre
forrado de yuyos
y óxido voraz
las maderas del piso
se parten a la vista
y el viento
cada tanto
aparta alguna para
alimentar las empastadas
bocas que se abren
en el inmenso
y fétido canal
mercenario cazador
de naves parias
debajo de los hierros
que corren de orilla
a orilla
nace una familia
acéfala de clubes,
shoppings
y de cable módem
indios del riachuelo
aborígenes sin descubrir
más bien extraviados
de los cuadernos
de bitácora
matean el tiempo
acompañandose
de tortillas hechas
de maíz pisado y agua
***
Mateando juncos
desparraman la vida
en una decena de metros
cuadrados
en miles de puntos
cortados por el filo
oxidado de la suerte
con fecha de vencimiento
desde el segundo inmediato
anterior a nacer
puestos en el mundo
a modo de chansa
segunda selección
de una producción
sin marca
gente sin swing
habitantes de
un espacio vaciado
de ilusiones
colmado
de ausencias
de todo lo que existe
menos ellos
que no le faltan
a nadie
pero andan
perviviendo a modo
de partículas
que flotan sus miserias
a orillas del único
testigo de la huella
percudida de esas
vidas esparcidas
en un puñado
de tierra revuelta
sin esperanza
pero pulmones
en plomo
que aguantan los días
en cinco casillas
urgentes
dispuestas en fila
en catorce pasos
de tan apretados
podrían ser menos
sortean las noches
perecer o sudar
se miran y esperan
que alguien
una tarde
los pase a buscar
***
Por detrás
de la última casilla
que abriga
toses y ronquidos
bajo la aleación
de chapas, lonas
y maderas
escapa un senderito
donde no caben
dos pisadas
que se arroja
al riacho
pero antes
una pequeña playa
de piedras olvidadas
en algún remolque
con esfumado destino
de fábrica pujante
antes del uno a uno
un resort exclusivo
de la tribu orillera
para tomar baños
de sol y repugnancia
en el extremo occidental
un bote duerme
su angustia de haber
sido la estrella entre
los boteros del cruce
de La Boca
hasta la Isla
Maciel
pero arrebatado
en su mejor momento
de los remos de su dueño
para ser
encerrado por lustros
a la sombra de un galpón
junto a otras naves
secuestradas por
la mafia de los remeros
rescatado del remate
de un embargo preventivo
descansaba sus penas
el viejo paria orillero
compañero de mil cruces
de Riachuelo
al fondo del condominio
encallado entre dos
cascotes
todavía sus maderos
soportan el ingreso
de los cuerpos que
uno a uno
se van acomodando
en los lugares que
ofrece la barca
y zarpamos como
contrabandistas
ocultos en la negritud
de una noche
de estrellas ciegas
los remos se clavan
en el lodo y amagan
con hundirse
obligan a un titánico
esfuerzo
por no perderlos
la velocidad es
la de una babosa
pero entrar
en esas aguas
no es corriente
y atreverse
es internarse
en un terreno
donde perder
está servido
el Riachuelo
no es amigo
ni enemigo
reina en su cauce
y no hace migas
con intrusos
negocia el paso
por sus aguas
para el tráfico, la fuga
o el escondite
solo se apiada
de los pobres
que habitan
sus riberas
con ofrendas
lo veneran
y enarbolan
a la estatura
de un dios.
***
Los remos martillan
sobre las aguas gomosas
la vista hipnotizada
buceando entre
la negritud
como iluminándolas
adivinando movimientos
agazapada sigilosa
durante horas
cree leer la vida
en el cauce de ese río
empobrecido
tanto que ni refleja
o muestra una realidad
demasiado cruda
como su vestimenta
la mirada resbala
en el horizonte
es atravesada al medio
por la torre de Interama
unos metros más allá
piedras llegan
a modo de saludo
de manos misteriosas
que no se dejan ver
pero celebran
la pasada de la barca
arrojando toscas
que afortunadamente
se fatigan
a mitad de su camino
y ya sin fuerza
se dejan hundir
hasta una profundidad
sin fondo
donde vegetan las almas
devoradas a deshora
por atreverse a surcar
sin permiso
o por firmar
su derrota mansamente
entregándose a las aguas
plomizas para curarse
en muerte
también llegan las risas
y el humo de fogatas
donde no hay confesiones
sino celebración
con voces perfumadas
de suavidad
las hembras
comparten con los hombres
algún ritual vacío
de amargas ilusiones
escriben en el viento
deseos saboreados
por la esperanza vana
de nacer en otro cuerpo
menos triste
un destello da paso
a la ceguera disparada
por una luz
que todo incendia
con la misma violencia
con que la lancha
se cruza a pocos metros
edificando olas
que podrían desollar
diez veces este bote
resiste el viejo paria
del riacho
y tras varios coletazos
y respingos
logra asomar con entereza
entre las aguas
que supo domar cuando mozo
y transformarse
en el Sandokán orillero
***
Tras pasar los puentes
amarramos
al Sandokán
esta vez
en la orilla de enfrente
del lado más filoso
no fue mucha
la distancia recorrida
pero sí
la suficiente
para no irritar al dios
y mostrarle
respeto por su cauce
nauseabundo
no hay playa
sino unas chapas
en pendiente
conduciendo
a tierra casi firme
donde la noche
se ahueca
en forma de túnel
sin techo
ni paredes
solo el piso
sin los pies
avanza
el riacho
es el lazarillo
en la noche
de este lado
descabezada
de estrellas
el silencio de las aguas
contiene la dirección
a seguir
la oscuridad se ablanda
se corren las pesadas
cortinas y aparece
cortando sombras
un vendaval de luces
un carnaval frenético
una alegría inútil
amontonamientos
en todas direcciones
pantagruélico circo
un mercado infinito
se vende lo que nadie pide
se agota lo que nunca hubo
hay filas de gentes
buscando llevarse
un rastro de vida
que pasa al costado
del Riachuelo
testigo absorto
de otra inservible
conjunción humana
pareciera desteñirse
en este tramo
perder aliento y forma
cambiar de rumbo
y de identidad
ser otro para no figurar
en los mapas
de los tours de compras
de la tilinguería vernácula
entre ofertas y rebajas
una fuga permite
hallar un remanso
donde el río espera
ver pasar los hombres
mientras rememora
distintas hazañas
toma aire de nuevo
y vuelve a zarpar
llevando sus sueños
lejos del barullo
adonde ya viejo
pueda tomarse un baño
y cantar hasta dormirse
***
LOS HAIKUS VILLEROS
Yutas persiguen
Los ranchos son un guante
Esta es la última
***
De cara al sol
Horas de haber merqueado
Somos fantasmas
***
Mattioli al palo
Banderines y globos
Hoy sale el Quique
***
La ceremonia
Los rezos a San Jorge
El fumadero
***
Fierros al tacho
A mearse las manos
Estamos limpios
***
Llegan los pibes
Es un camión choreado
Reparten leche
***
Ríen los transas
Hay más pibes fantasmas
La culpa es guita
***
Peregrinaje
De rancho en rancho madres
Duelen las ollas
***
Iniciación
Robo de bicicletas
La escuela aburre
***
La pilcha nueva
A gastar lo choreado
La pista invita
***
Billetera a ful
Cortaron super chino
Cumbia y champú
***
Noche de baile
Alcohol alegría bardo
Brotan cuchillos
***
La vuelta a casa
El Gol se corta fácil
Bondiar ni ahí
***
Zumban las moscas
El punga lustra el fierro
La mastecard
***
Cadenas de oro
Los fierros enterrados
Rumor de razzia
***
El barrio adentro
No hay dirección ni calles
Puro pasillo
***
En remolinos
Hadas del basural
Shopping del hambre
***
Se fríe el aire
Buñuelos de osobuco
Pasión de sábado
***
Mantel floreado
En shorcito y chancletas
Olor a enjuague
***
Charcos humeantes
El aire acebollado
El sol patina
***
Transpiración
Aletean los ranchos
Pasta y tetra brik
***
Se esconde el transa
La puerta se resbala
El punga apreta
***
El transa implora
La puerta se le cierra
El punga ensarta
***
El transa aúlla
La puerta temblequea
El punga aguanta
***
El punga reza
La puerta se endurece
La yuta afuera
***
La yuta avanza
Debajo de la mesa
El punga llora
***
La puerta vuela
El cristo masacrado
Los ranchos llueven
***
La rabia asoma
La yuta está rodeada
Vuelan cascotes
***
Pelan los fierros
Despejan la salida
La bronca ladra
***
La yuta vuela
Les muerden los talones
Los ranchos hierven
***
Brama la turba
El cadaver del transa
Arden los huesos
***
La carne a punto
El fuego glorifica
Los perros lamen
***
La bronca entibia
Las miradas se buscan
Nada es consuelo
***
Lavan el cuerpo
Los ranchos anochecen
La lluvia empieza
***
En la penumbra
Música de mil lágrimas
Nadie se atreve
***
Las voces reptan
La tormenta se espesa
Flores en círculos
***
Velas abrazan
Se reparte amargura
Dolor torrente
***
Balas al cielo
La banda lo despide
El juramento
***
Los cinco puntos
El tatuaje tumbero
Será venganza
***
La procesión
El cristo tapizado
El mito nace
***
El chisme corre
Llegan de todos lados
Miles lo lloran
***
Alvear Abajo
Los de La Veinticinco
***
Detalle y La Esperanza
Y más allá
***
Balas y flores
Petacas y estampitas
Puñal y porros
***
Pibes fantasmas
Desfile de promesas
Los ranchos huérfanos
De, Sandokan y los haikus villeros
Leandro Selén
Leandro Selén, nació en La Boca el 7 de Mayo de 1972. De profesión periodista y docente. Se calza el saco y la corbata y durante la mañana escribe notas de economía en la agencia Diarios y Noticias (DyN). Por las tardes se levanta de la siesta y escribe poemas. Desde hace cinco años, modela sus escritos gracias a la inagotable paciencia de su maestro Fernando Molle. Tiene dos hijos, Juan, de 13, y Manuel de 2; y un tercero por venir el 20 de diciembre, sin saber todavía si será nena o nene. Matilde tampoco lo sabe.
1 comentario:
Muy bueno, tu blog es gran calidad, cómo nadie te lee? No lo entiendo, tampoco entiendo porqué no te leí más. Esas cosas..?
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